Por Francisco Javier Arias Burgos. Cuentos para adolescentes.
En un mundo donde el amor de sus padres es algo natural para Diego, existe una duda que le atormenta. A pesar de recibir cariño y cuidados incondicionales, se siente solo y anhela tener un hermano o una hermana. Pero hay un secreto que desconoce y que podría cambiar su perspectiva por completo. ¿Podrá el pequeño Diego superar sus inquietudes y comprender el verdadero valor del amor que lo rodea?
Únete a él en esta breve historia de Francisco Javier Arias Burgos, llena de sorpresas y descubrimientos, donde el poder del amor familiar se enfrenta a las dudas de un niño curioso.
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Dudas
Diego da por sentado que el amor de sus padres, expresado siempre con los abrazos y caricias que le dan, son algo que merece solo por el hecho de ser su hijo. También toma como algo natural los cuidados que se le brindan, la comida siempre deliciosa que su madre le prepara, la ropa que le compran, los gustos que le dan. No imagina una vida sin las comodidades que tiene. Solo hay un problema que le molesta: que le pidan favores como recoger la ropa que se quita al llegar del colegio, tender su cama, bañarse, lavarse los dientes y hacer las tareas escolares.
Los cumple a regañadientes y a veces responde con grosería o haciendo mohínes de disgusto. Pero sus padres, con paciencia de santo, ignoran sus pataletas.
“Son cosas de niño”, dice su madre cuando su papá se muestra contrariado por la reacción maleducada de Diego. En verdad, nunca ha recibido un castigo físico por su grosería. A lo sumo le confiscan su celular o le quitan el Internet para que no juegue en su computadora o no lo dejan salir por uno o dos días.
Es entonces cuando quisiera tener un hermano o una hermana que lo consolara. Ya lo ha hablado con sus padres. Les dice que se siente muy solo, que no tiene con quien jugar o conversar. Como si el amor de ellos no bastara para hacerlo sentir feliz, como si él solo no fuera la fuente de la felicidad de quienes lo han acompañado durante sus ocho años de vida.
Pero hay algo que no sabe: su madre estuvo al borde de la muerte cuando él nació. No puede tener más hijos por más que lo quisiera, y su padre está demasiado viejo para engendrar otro hijo. A veces Diego se pregunta por qué los papás de sus amiguitos son tan jóvenes y los suyos no, por qué sus compañeros de clase hablan de sus hermanos, por qué sus tíos tienen tres o cuatro hijos y sus padres solo lo han tenido a él. Y por qué no tiene abuelos, como sí los tienen sus amigos.
A Diego se le dificulta dar un abrazo a alguno de sus papás, y mucho menos un beso. Le apena recibir una caricia de su padre cuando lo deja en el colegio o cuando lo recoge a la salida, y las manifestaciones de cariño de su madre lo ruborizan cuando está delante de sus compañeros. Teme que se burlen de él, que le pregunten quiénes son esos viejitos.
Por eso no está en el equipo de fútbol ni en el de natación, por eso esquiva salir con ellos a cine o a pasear. No le gusta que lo vean acompañado por un par de ancianos, si es que tener los cincuenta de su mamá o los sesenta y cinco de su papá significan vejez. No lo entiende. No lo acepta.
Ahora se le ha metido en la cabeza la idea de que es un hijo adoptivo. Ha oído historias sobre eso. Personas que no pueden ser padres biológicos pueden convertirse en padres por el hecho de hacerse cargo de un huérfano para tener una vejez feliz.
"¿Quién es mi mamá?", le preguntó un día a su madre. La respuesta que recibió no lo satisfizo en absoluto.
"¿Usted sí es mi papá?", le preguntó a su padre, que se limitó a sonreír.
Diego mira el album familiar lleno de fotos en las que aparece desde el momento de su nacimiento hasta ahora: cumpleaños, fiestas, paseos; mira los videos en los que se muestra como un niño feliz que juega con sus papás, en los que aparecen sus travesuras, sus momentos de dicha. Cree que son montajes.
Sus padres esperan que el psicólogo que lo atiende lo convenza de que su imaginación le juega una mala pasada. Es la única esperanza que les queda para que Diego entienda de una vez por todas que el amor que recibe es real, que no hay nadie que lo quiera más que esas dos personas con las que ha crecido. Es un niño inteligente, sin duda. Ojalá despierte de esa pesadilla.
Fin.
Dudas es un breve cuento del escritor Francisco Javier Arias Burgos © Todos los derechos reservados.
Sobre Francisco Javier Arias Burgos
Francisco Javier Arias Burgos nació el 18 de junio de 1948 y vive en Medellín, cerca al parque del barrio Robledo, comuna siete. Es educador jubilado desde 2013 y le atrae escribir relatos sobre diversos temas.
“Desde que aprendí a leer me enamoré de la compañía de los libros. Me dediqué a escribir después de pensarlo mucho, por el respeto y admiración que les tengo a los escritores y al idioma. Las historias infantiles que he escrito son inspiradas por mi sobrina nieta Raquel, una estrella que espero nos alumbre por muchos años, aunque yo no alcance a verla por mucho tiempo más”.
Francisco ha participado en algunos concursos: “Echame un cuento”, del periódico Q’hubo, Medellín en 100 palabras, Alcaldía de Itagüí, EPM. Ha obtenido dos menciones de honor y un tercer puesto, “pero no ha sido mi culpa, ya que solo busco participar por el gusto de hacerlo”.
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