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Un molar 🦷 y un tomate 🍅 ¡Las aventuras de Pérez!, el ratón vigilante de los dientes…

En «Un molar y un tomate«, de nuestra nueva colaboradora colombiana Claudia Ávila, el misterioso y diligente Ratón Pérez narra sus inusuales aventuras mientras observa a un niño en su proceso de crecimiento. Desde la perspectiva única del pequeño roedor, acompañamos al niño en sus travesuras diarias, desde los intentos por desprender un molar hasta los momentos de complicidad con su familia. Con ingenio y ternura, el relato nos introduce en un mundo donde la fantasía y la realidad se entrelazan, recordándonos la importancia del amor y la conexión humana. Una historia encantadora que cautiva a lectores de todas las edades.

Un molar y un tomate

Un molar y un tomate - Cuento de las aventuras del ratón Pérez

Desde hace días que he visto cómo de manera insistente, tu mamá te guía para cepillar bien tus dientes, mientras tú, en realidad, desde mi perspectiva lejana, no haces presión para que queden bien. Llevo ya tres días, entre la oscuridad y la luz, merodeando de una lado a otro, oculto, esperando el momento preciso para recoger el molar que está por caer, a decir verdad éste, aunque a muchos les parezca un trabajo fácil, ha sido la profesión más compleja que he elegido por herencia familiar.

Hubiera preferido ser un ratón recolector de alimentos, o roedor de telas, madera o de cuanto se atravesara por mi camino. Pero bueno, soy, como nos dice la escuela, el vigilante de los dientes.

Yo he visto que te metes tus dedos a la boca y te tocas tu molar. En momentos tu mamá lo mueve como queriendo ayudarte para que se desprenda, pero está tan duro que una de las raíces se atoró con el otro molar que viene sobre la encía y esto dificulta su caída.

Ha sido muy peligroso acompañarte, caminas de una lado al otro, corres, brincas, botas sin querer rastros de comida, uff, realmente se está volviendo agobiante acompañarte, es muy agotador. Pero yo como un fiel ratón, te sigo a donde vayas, no sea que en uno de estos sitios, el diente se desprenda y suah, nos quedemos sin premio. Tú sin tu regalo y yo sin estar en la cartelera de la ciudad ratón anunciando que recogí un molar.

Cuando por fin te quedas un poquito quieto, aprovechó para componer pequeños versos de amor para Anení, la encantadora ratona que habita frente a mi morada. ¡Ay, Anení! su belleza es, es, pues, indescriptible; cuando se acerca, siento que mis patas tiemblan. Su cola, tan larga, sus orejas adornadas con coloridos lazos. Su chillido, un susurro delicado, enamora a quien la escucha. Camina con tal gracia que apenas se sienten sus pasos. Anení y yo asistimos a la misma escuela de recolección de dientes.

Te cuento de ella porque hoy, sin querer, la ví por los lados de tu casa, aproveche el momento en el que estabas con tu mamá, en eso que ella llama terapia del habla, para conversar con ella, ¡ay Dios!, Anení es hermosa, como explicarlo si hasta ahora tienes 9 años y no entiendes cosas de grandes, cosas del corazón.

La situación, querido niño, es que Mermelada, tu gata, nos descubrió, nos persiguió con tal furia, que me llene de miedo, sus ojos se agrandaron y se transformó en una gran cazadora, su cola se anchó, sus pelos parecían suspendidos del cuerpo, y nosotros corrimos como locos de un lado a otro, no sé cómo aparecimos dentro de tu casa. Los dos esquivamos muebles y maletas, materiales de terapias. Mermelada maullaba tan fuerte que mis oídos empezaron a zumbar – Miauuuuuu, Miauuuuuu – sus cánticos hacían eco en mis oídos y en mi corazón. Afortunadamente, tu hermano intervino y se llevó a la gata, salvándonos.

Después de semejante aventura no nos quedó más que despedirnos con Anení, ella siguió su camino siguiendo a su niño y yo, pues yo me quedé mirando cómo haces cada cosa, como tratas de hacer sonidos de letras, como tratas de cantar. Si, yo te ví, te ví y escuché con estas orejas de ratón, emitir sonidos, siguiendo el juego de tu mamá.

Tu mamá, con toda su creatividad y amor, toma el cucharón de la cocina y lo convierte en un micrófono improvisado. Y entonces, entre risas y travesuras, comienza a entonar canciones con una intensidad y un timbre de voz distintos. Y tú, mi pequeño, simplemente sonríes, contagiado por la alegría y la energía de ese momento único.

Y aunque quizás no puedas cantar con palabras aún, tu sonrisa es la melodía más hermosa y sincera, la nota perfecta que completa esta dulce sinfonía de amor y complicidad.

No te miento, querido niño, cuando digo que esos momentos fueron los más preciosos para mí. En medio del caos y la incertidumbre, encontré refugio en la calidez de tu hogar y en el amor que compartes con los tuyos. Y mientras te observaba con asombro y admiración, supe que prontamente lograrás emitir palabras.

Algún día, ojalá pronto, ya no cantará más sola y si ahora escuchando solo un sonido tuyo grita tanto, imagínate cómo será la emoción de escucharte.

Pero bueno, continúo, me he desviado un poco. En la noche, mientras te cepillabas los dientes con tu mamá, ocurrió algo inesperado. Cuando ella movía delicadamente tus molares, de repente, ¡sucedió! Con un ligero suspiro, el molar cayó, liberándote de su presencia incómoda y anunciando el final de una etapa y el comienzo de otra nueva.

Recibo oficial del Ratón Pérez

Tu mamá estaba feliz, llamó a tu hermano para contarle, tu sonreías y movías tus manitas de un lado a otro. Mamá lavó tu molar y empezó a llamarme – Pérez ven, ya puedes venir por el diente de mi niño – Lo decía en voz alta, y mientras ustedes colocaban el molar en la bolsita que está cerca a mi morada, yo fui corriendo a paso de ratón a tu cuarto, me subí como pude a tu cama y saqué de mi bolso un delicioso tomate para tí, al lado te deje el recibo de trueque, todo será pero a mi me gustan las cosas como son.

Mientras lo sacaba sentí un viento frío detrás de mí. Me congelé por un momento, pensé que iba a orinar, sería mi final. Si, era tu gata, Mermelada estaba tras de mí. ¿Ahora qué hacía?, ¿a quién llamaba?, olvide todo lo que dicen los libros de literatura de aventura ratuna al respecto, lo único que recordaba era que no podía orinar, si lo hacía ya jamás podría venir a visitarte, está dentro de las normas de los ratones y en letras mayúsculas.

Pero como siempre en un acto de magia, tu mamá entró a tu cuarto y se llevó a la gata.

Esperé un rato, caminé lento y cuando nadie me miraba, subí por las paredes hasta llegar a la bolsa a recoger tu molar, lo guardé rápidamente como solo nosotros los ratones hacemos estos movimientos cuando recogemos dientes, atravesé la puerta y en un segundo ya estaba en mi mundo.

Uff, dime, ¿cómo te parece mi aventura? fabulosa verdad, digna para ser escrita y leída por el mejor de los lectores, de esos que tienen vozarrón, de esas voces… (suspira) que llegan al corazón.

Yo me despido mi niño. Pronto nos veremos Santiago, espero escucharte la próxima vez que venga a casa, sigue creciendo y aprendiendo cómo lo haces, no me olvides, te dejo esta carta en tu cocina porque sé que es tu lugar favorito. Chauuuuu.

Te quiere, el Ratón Pérez

FIn.

Un molar y un tomate es un cuento de la escritora Claudia Ávila Vargaz © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento expreso de su autora.

El relato de «Un molar y un tomate», por Rodo Barone

Sobre Claudia Ávila Vargaz

Claudia Ávila Vargaz - Escritora

Claudia Ávila, una bogotana apasionada por las historias y las narrativas, encuentra en la cotidianidad su más grande fuente de inspiración. Entreteje sus relatos desde las experiencias que la vida le brinda como madre, maestra, esposa e hija, fusionando su pasión por contar historias con el amor que siente por cada uno de esos roles.

Sus palabras son como espejos que reflejan las lecciones aprendidas en el calor del hogar y en las aulas de enseñanza. Con cada frase, Claudia nos invita a un viaje donde la magia se encuentra en lo más sencillo, donde la belleza se revela en los detalles cotidianos, y donde el amor y la vida se entrelazan en cada párrafo.

Además, Claudia siempre alienta a escribir, a narrar, a soñar con las letras, reconociendo que son pocos los valientes que se atreven a plasmar sus sentimientos más profundos en papel. ¡Arriba lápices, y que los sentidos se abran con cada texto que se lee!

¿Qué tal la fascinante historia infantil de «Un molar y un tomate» de Claudia Ávila? ¡Comparte tus impresiones en los comentarios! Por favor, califica el cuento, ¿cuántas estrellas le otorgas? ⭐⭐⭐⭐⭐. Descarga el cuento en PDF y compártelo con tus amigos y familiares, puedes cambiar el nombre «Santiago» por el de tu niño o niña especial a quién quieres regalar este cuento y eviárselo por Whatsapp o correo electrónico. Publica el cuento en tus redes sociales utilizando los botones que están más abajo. ¡Ayúdanos a difundir esta divertida historia! 📚✨

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