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El orgullo y la humildad «Quiénes vayan a la montaña, deben ir con su corazón y espíritu desarmado… jamás mostrarse arrogantes…»

Por José Jair Nieto González. Cuentos con valores para niños.

«El orgullo y la humildad» es un cuento que se desarrolla en tiempos antiguos, en las místicas tierras de la Sierra Nevada de Santa Marta en lo que actualmente es el norte de Colombia. Allí habitaban los orgullosos indígenas kogis y arahuacos. Entre ellos, un jefe arahuaco tenía una hija adorada.

Un día, mientras discutían acaloradamente, un misterioso acontecimiento desencadenó una prueba de humildad. Un ave mítica llamada Roc secuestró a la niña y la llevó a una montaña inexplorada. Nadie se atrevía a rescatarla, hasta que un humilde siervo ofreció su ayuda. A medida que ascendían la montaña, la humildad del siervo contrastaba con la arrogancia de los demás. La montaña, una entidad mágica, puso a prueba su paciencia y humildad.

Este es un cuento del escritor José Jair Nieto González que inspira a los niños a valorar la humildad sobre el orgullo y a resolver conflictos con diálogo y amor por la tierra.

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El orgullo y la humildad

Hace muchísimos años, antes de la conquista, vivían en la que hoy se conoce como Sierra Nevada de Santa Marta situada en la parte norte de Colombia en límites con el mar Caribe, con el pico más elevado de nuestra patria a 5.775 metros y a solo 42 kilómetros de la orilla del mar, los indígenas kogis y arahuacos, verdaderos propietarios de la tierra, pues fueron los primeros pobladores.

Mantenian en constantes escaramuzas y eran continuos los amagos de una verdadera guerra. Se enfrentaban incluso entre los mismos Mamos, que son algo así como los Taitas.

El principal jefe arahuaco tenía una hija que era su adoración; se decía que el jefe vivía por ella. Habitaban grandes bohíos de troncos y techo de palmeras y tenían una plazoleta en donde se juntaban para discutir los problemas.

En una ocasión estaban reunidos en dicho sitio, cuando se originó una discusión; voces altisonantes, gritos destemplados eran dirigidas de un grupo a otro; cuando más candente estaba la discusión, de improviso algo obstruyó el paso del sol y generó un momento de oscuridad. Al levantar todos la mirada al cielo vieron una gran ave con sus inmensas alas desplegadas que se vino en picada, era el ave Roc, la mítica y legendaria ave del paraíso, la cual tomando la niña en sus garras emprendió el vuelo a las alturas y remontando la alta selva la depositó en la montaña, quedando oculta por el bosque.

Ave Roc - Mítica ave del paraíso - El orgullo y la humildad - Cuento

La montaña era selvática y estaba rodeada de grandes precipicios y abajo en el fondo se oía el murmullo del río. Todos conocían la leyenda de la montaña mágica que algún día iba a hacer explosión en castigo por los constantes desacuerdos y todos temían enfrentarla.

Al ver lo que hizo el ave, todos sacaron sus arcos y flechas, pero volvieron a guardarlas pues era imposible atacar el ave sin dañar a la niña. Se inició entonces otra discusión: ¿Quién iba por la niña?

Desde luego nadie quería hacerlo.

El padre, ofreció recompensas, incluso prometió que la niña al llegar a la mayoría de edad, se casaría con su salvador, pero nadie salió.

Intentó otra cosa, luego, amenazas contra ese, su pueblo cobarde, todos le temían, pero temieron aún más a la mortífera montaña.

Reunieron los Mamos, grandes sabios, para buscar la solución y uno de ellos exclamo:

Quién o quiénes vayan a la montaña, deben ir con su corazón y espíritu desarmado, no pueden contender con ella, si el eco de la montaña se pronuncia deben atender con suma paciencia y jamás mostrarse arrogantes, solo así pueden volver vivos y con la niña.

Había entre todos los súbditos uno que era un ser anónimo, en nada sobresalía y tenía una particular manera de vestir y de vivir. No lo hacía como todos los demás en choza, sino en un árbol, bien acomodado para el efecto y al ir a acostarse, se quitaba los alpargates y los ponía de cabecera, se quitaba la capa y con ella se cobijaba y al levantarse reversaba la operación y quedaba listo; era flaco de mediana estatura y la ropa le quedaba ancha.

Cuando en forma definitiva solo quedo el jefe para buscar el rescate, algunos vencieron el miedo y se dispusieron a acompañarlo, fue entonces cuando el jefe advirtió la presencia de su siervo.

¿Puede saberse usted, para dónde va? -preguntó con arrogancia.

Te serviré de escudero señor, de pronto pasa algo y puedo ser útil.

El jefe lo miró con desprecio, pero lo aceptó, y empezaron la aventura.

Nada más empezaron a subir, la montaña se cubrió de nubes, un viento frío pasaba silbando y dejando su helada huella sobre todos, nadie hablaba, se diría que iban para un velorio.

El camino era estrecho y la hondonada producía vértigo de solo mirarla, todos iban a pie, menos el jefe que montaba su caballo. Los tres primeros buscaban quedar bien y obtener beneficios, atrás de ellos, el jefe montado y por último el siervo.

De improviso el velo de la montaña se abrió y una voz cavernosa dijo:

¿Qué vienen a hacer a mis dominios?¿Quién les otorgó permiso?

No son tus dominios, son del jefe -dijo uno.

Otro haciéndole coro y olvidando las advertencias dijo envalentonado:

¡No necesitamos permiso! ¿verdad jefe?

Justo en ese momento sonó un trueno y una risa estentórea resonó en las alturas. Presos del terror iniciaron una carrera en desbandada y chocando unos con otros fueron a dar al precipicio.

El jefe que venía atrás de ellos, se apeó del animal, lo amarró a un árbol y siguió a pie, en cuanto llegó a la espesura de la selva, la montaña lo increpó:

¿Te crees en tu reino, jefe de pacotilla?

– ¿Qué? ¿Cómo osas hablarme así?, a mí que soy de alta realeza, montaña ignorante.

Pero nada más decir eso fue víctima de un vértigo, giró sobre sí mismo, se enredó en una roca y fue a dar al precipicio.

Entre tanto, el siervo humilde se había sentado en una piedra y habiendo descansado siguió el ascenso, pasó por un lado del animal atado y entró en el reino de la montaña.

Esta habló:

¡Lo que faltaba! ¿Qué crees que haces, calzón sin gente?

El siervo rio y dijo:

Si amada montaña, estoy un poco flaco.

¿Flaco dices? osamenta que camina.

Ja, ja, ja, ¡Que alegre estás! Pues sí, debo comer mejor.

Eres sinvergüenza. Pero claro hijo de un ladrón, qué más se puede esperar.

¿Ladrón mi papá?, no amada montaña, estás mal informada. mi papá es sano. ¡Ah! tú lo dices por esos cabritos que él se llevó; estaban solos y el sintió lastima por ellos, nada más.

¿Nada más? y tu mamá que deja tirados sus hijos.

¿Qué? No, no, mala información, mi madre es muy bella y sale a buscar nuestro sustento, es una santa.

¿Santa dices? -y la montaña se rio.

Y cuando lo hizo, el siervo rio con ella, pidió su permiso con reverencia y en estos momentos se abrió el gran manto del cielo y el pobrecito, vio a la princesa sentada en el pasto en un hermoso claro del bosque.

Tomándola de la mano inició el regreso con ella. Habían andado un cierto trecho cuando oyeron a alguien que pedía auxilio y al aproximarse al barranco vio al jefe colgando de un árbol; fue raudo en busca del caballo y un lazo con el cual lo rescató.

Nada más salir el jefe, miró al siervo y le dijo:

– ¿Usted…? no puede ser, ¡mi hija se casará con un inútil…!

No jefe, no es ese mi deseo, tampoco quiero su oro o su poder, mi vida es buena como la vivo, pero sí, le pido algo: ¡Que todos vivamos en paz!

De allí en adelante, todos vivieron así; Ya entre ellos no hay jefes, ni tienen armamento, todos se arregla con la palabra y el dialogo; la autoridad la ejercen los Mamos y pregonan su amor a la tierra la verdadera Pachamama.

Fin.

El orgullo y la humildad es un cuento del escritor José Jair Nieto González © Todos los derechos reservados.

Reflexiones del Mamo Calixto Suárez

Un video con algunas sabias palabras del Mamo Calixto Suárez del pueblo arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia.

Sobre José Jair Nieto González

José Jair Nieto González - Escritor

José Jair Nieto González nació el 15 de marzo de 1947 en Armenia, en el departamento de Quindío en Colombia. Jair estudió en Sevilla y Cali, ambos del departamento de Valle del Cauca.

Es tecnólogo del Sena Colombiano y trabajó 35 años en una empresa privada. Actualmente es pensionado.

Otro cuento con valores de Jair Nieto

¿Quiénes son los Kogis o Koguis?

Los Kogis son un grupo indígena que vive en la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. Son parte de los descendientes de los Taironas, quienes vivieron en esta zona y realizaron obras de ingeniería avanzadas como puentes y caminos. Los Kogis se mueven entre diferentes áreas de la sierra y cultivan diversos productos.

Los Mamos, o sacerdotes, desempeñan un papel central en la sociedad Kogi. Cuando nace un niño en la sierra, los Mamos determinan si está destinado a ser uno de ellos. Estos niños elegidos son llevados a vivir en internados durante un tiempo, donde reciben educación religiosa y aprenden las tradiciones de su pueblo. Se les enseña a ver y comprender el mundo en la oscuridad para que puedan percibirlo con claridad.

Una vez que estos niños son iniciados como Mamos, se convierten en guías espirituales y políticos de los Kogis, hablando con los seres y espíritus de la naturaleza para sanar el mundo.

Los Kogis viven en bohíos, casas familiares hechas de hojas de palma, y se dedican a la agricultura de subsistencia. Su cultura es rica y única, y su idioma es el Kaugiañ. Actualmente los Kogis se esfuerzan por preservar sus tradiciones y su forma de vida tradicional en la Sierra Nevada de Santa Marta.

¿Quiénes son los Arahuacos?

Los Arahuacos son un grupo de pueblos indígenas que vivían en las Antillas y en la región circuncaribe cuando llegaron los españoles en el siglo XV. También se les ha llamado así a muchas etnias que hablan lenguas de la familia arahuaca y que solían vivir en una amplia zona que abarcaba desde la actual Florida hasta Venezuela, el este de Perú, la península de La Guajira en Colombia, el este de Bolivia, el extremo norte de Argentina y parte de Paraguay. La familia de lenguas arahuacas es una de las más extendidas en América del Sur.

Entre los Arahuacos se incluían a los Taínos, que vivían en las Antillas Mayores y las Bahamas; los Nepoyas y Suppoyos de Trinidad; y los Iñeris, que habitaban las Antillas Menores antes de la llegada de los Caribes. Los Caribes vivían en la costa este de América del Sur, hasta lo que hoy es Brasil. En el extremo sur de la zona arahuaca se encontraban los Chané, una parcialidad arahuaca que llegó al noreste de Bolivia y el extremo norte de Argentina antes del siglo XIV. En el siglo XX, todavía había grupos arahuacos en el noreste de Bolivia y el este de Paraguay.

Cuando llegaron los colonizadores europeos, los Arahuacos estaban experimentando la invasión de sus tierras y la esclavitud de sus mujeres y niños a manos de los Caribes. En las Antillas, la llegada de los españoles empeoró la situación de los Arahuacos, ya que las enfermedades traídas de Eurasia y las condiciones de esclavitud causaron una disminución significativa de la población en algunas regiones del Caribe. A pesar de la resistencia inicial de algunos grupos, la población arahuaca disminuyó drásticamente debido a factores históricos como las enfermedades y la pérdida de fuentes de alimentación.

Antes de la llegada de los españoles, los Arahuacos en las grandes islas del Caribe tenían sistemas ecológicos favorables y una estructura política y social desarrollada. Una casta de jefes hereditarios gobernaba sobre otras tres castas, siendo la más baja la de los esclavos. Los conflictos entre las castas eran mínimos en esta sociedad matrilineal, donde la sucesión se basaba en la línea materna. La religión arahuaca tenía una jerarquía de deidades que reflejaba la estructura social.

Hoy en día, todavía existen comunidades arahuacas en Guyana, Surinam y la Guayana Francesa, así como grupos de habla arahuaca dispersos por diferentes partes de Sudamérica. A pesar de las dificultades históricas, algunos han logrado revitalizar su cultura y preservar sus tradiciones indígenas.

Más información sobre los kogis y los Arahuacos

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