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Dos héroes anónimos Marinos del mundo, buen viento y buena mar. ¡Dios salve a Escocia!

Por Jair Nieto González. Historias cortas.

En un frío y lluvioso día en el puerto de Liverpool, el SS Tritonia se preparaba para zarpar. Este barco carguero, tripulado por valientes escoceses, llevaba consigo un misterio peligroso: 200 toneladas de dinamita. Su destino: cruzar el Atlántico y llegar al puerto de Buenaventura, en Colombia. Pero lo que comenzó como una travesía normal se convirtió en una desesperada lucha por la supervivencia.

El sacrificio de «Dos héroes anónimos» se convirtió en un destello de luz en medio de la oscuridad. Aunque su gesta pasó desapercibida para las nuevas generaciones, su recuerdo vive en la memoria de aquellos que conocen la verdadera historia y en el relato del escritor Jair Nieto González.

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Dos héroes anónimos

El tiempo era frio, muy frio, en el ambiente helaba, y la lluvia constante, pertinaz, que caía en forma de diluvio o mejor mini diluvio, ponía un cariz de tristeza en el puerto ingles de Liverpool. El barco carguero SS Tritonia (Steam Ship) de bandera inglesa, estaba fondeado en el puerto. Eran las 5am cuando empezó el embarque de la tripulación que como cosa curiosa estaba compuesta en su totalidad por escoceses.

El capitán estaba parado en la cubierta, tenía las manos enguantadas y fumaba un cigarrillo en forma tranquila; veía como sus hombres iban subiendo y llenaban las planillas con sus nombres. MacNamara, sí. MacCallister, sí. Y así uno por uno iban firmando y contestando a lista mientras el oficial William Hall, los anotaba. Llenos todos los requisitos, levaron anclas y se hicieron a la mar; con el correr de las horas había calentado algo el sol, y pugnaba por lanzar sus rayos a través de la densa neblina y pese a todo no lo lograba, o por lo menos no del todo.

Su meta cruzar el Atlántico, arribar al puerto de New York, anclar allí, descargar, y en el menor tiempo posible volver a cargar, para dirigirse a Colombia. No toda la carga iba para allá, llevaba 200 toneladas de dinamita para el Perú y otros puertos del Sur, más otras mercancías para Chile. La carga de dinamita iba en cajas y estaba depositada en un compartimento especial en una de las bodegas. De ese hecho tenían conocimiento muy pocos del personal de la tripulación, solo los oficiales. Algunos no tenían claro si había sido embarcada en el puerto inglés o en New York.

Cuando zarparon con rumbo directo al puerto de Buenaventura, en el Océano Pacífico, pasando por el canal de Panamá, el clima en Nueva York tampoco estaba bueno, el frío también era intenso, y el mar calmo estaba empezando a agitarse, pero no importaba a la marinería acostumbrada a los cambios constantes en el océano, de manera que el navío, pese a lo grande y a su peso, navegaba raudo en las aguas más procelosas cual hábil bergantín.

Su arribo estaba fijado para el 27 de febrero de 1929. Allí arribaron en esa fecha, al medio día. El Puerto marítimo, situado en la isla de Cascajal, contaba para esos años con solo quince mil habitantes más o menos. Había sido establecido como tal el 26 de julio de 1827, con el Decreto 389 por el General Santander, aunque la bahía de la buena ventura, había sido descubierta por Don Pascual de Andagoya, muchos siglos antes. Ya había un amago de puerto, y llegaban fragatas y bergantines, pues hay registros de 1821 que así lo indican.

Pero sigamos con el SS Tritonia, que es el que nos ocupa e interesa en esta pequeña crónica, reseña del suceso ocurrido e ignorado por las nuevas generaciones.

Atracado el barco al muelle Rengifo, de inmediato se inició el descargue, y algunas horas después (ya era jueves 28 de febrero), sin saber cómo y porqué se inició a eso de las 10 am, un conato de incendio en las bodegas, no en la que estaba la dinamita, sino en las calderas, que pese a los esfuerzos y maniobras de la tripulación y ante la falta de un equipo de bomberos adecuado e idóneo, fue cogiendo fuerza, así mismo, la desesperación de los que conocían la carga del explosivo que estaba en esa bodega.

El capitán impartía órdenes a su tripulación, para el manejo de las bombas extractoras de agua, para mojar cubiertas y mamparas del buque. La desesperación se convirtió en impotencia y entraron en un no saber que hacer. Las autoridades del Puerto dieron la orden de evacuar el barco. El grueso de la tripulación fue evacuado. A pesar de lo asustado que estaba el oficial ingeniero naval, William Hall se llegó hasta el otro oficial, también ingeniero naval Andrew Johnston, escoceses ambos y le dijo: saquemos el barco del muelle y del puerto, y si detona en mar abierto habremos salvado la vida de esta gente humilde.

Los oficiales Hall y Johnston, en un enorme acto de valentía, que trae a nuestra memoria la gesta de Antonio Ricaurte en San Mateo, resolvieron como se dijo, sacar el barco hacia la bahía y si era posible más allá, hacia mar abierto. ¿Qué pensarían este par de héroes cuando estaban llevando a cabo esta tarea donde posiblemente perderían la vida? Tal vez que podrían saltar del barco a tiempo y regresar nadando, o alguien los podría recoger. Quizás sus últimos recuerdos fueron para su amada Escocia, y sus familias, las que nunca volverían a ver.

Nadie lo supo. ¿Cómo lo hicieron? Al iniciar ellos el alejamiento del barco del muelle, más allá de las 2.30 de la tarde hacia la bahía, eran solo ellos dos los marineros que hacían las maniobras en el barco. Uno llevando el timón en el puente de mando y el otro abajo, en el cuarto de máquinas.

La angustia era terrible, sufrían tremendamente mientras llevaban la nave hacía fuera, y lograr así llegar a la altura de la bocana, deshabitada para ese entonces, pasar por la isla del tigre, y salvar así a la población. Una de sus maniobras desesperadas fue inundar el buque, algo que aminoraría la fuerza de la onda explosiva. Lograron avanzar así unos tres kilómetros en tres horas, dentro de la bahía, pues ya llevaban el lastre del agua que ya había empezado a entrar al fondo del barco.

Siendo ya las 5.30 de la tarde, la gente ignorante de lo que estaba ocurriendo, sintieron de un momento a otro la terrible explosión, a la altura de las boyas 41 y 42, y vieron a la distancia un destello de innumerables luces que ilumino la bahía como si estuvieran a pleno sol, y un gran temblor que sacudió la isla. Pero sin saber el gran sacrificio que hicieron por ellos dos héroes anónimos. Lo que también vieron fue la inmensa mortandad de peces que la explosión de la dinamita, sacó del fondo del mar.

Lo que sí es triste es que, en el bello puerto de mar no haya una estatua o placa que rinda honores a quienes los salvaron de la destrucción, si el barco hubiera estallado en el Muelle Rengifo, o tal vez a causa de un tsunami formado por la fuerza de la onda expansiva de la explosión, cuando iban hacia fuera de la bahía, si no hubieran inundado el barco en su huida.

Las generaciones actuales poco o nada saben de esta gesta heroica, no conocen su historia. Es triste, pues este par de héroes están a la altura de los conquistadores y fundadores de pueblos y naciones. Del barco solo queda en el malecón la hélice que fue rescatada años después.

Marinos del mundo, buen viento y buena mar.

¡Dios salve a Escocia!

El capitán fue detenido en Escocia, pero liberado poco después. Asistió al homenaje póstumo a los héroes con la medalla A la Valentía, por el Rey Jorge V.

Años después en él 2017 se extrajeron de la Bahía unas 540 toneladas de piezas metálicas del barco. Pedazos de la proa, la hélice, parte de las calderas y el ancla. El resto quedo en el fondo donde la corrosión había hecho su trabajo.

Fin.

Dos héroes anónimos es un cuento del escritor José Jair Nieto González © Todos los derechos reservados.

¿Qué es un Steam Ship o Steamship?

¿Qué es un Steam Ship o Steamship?

Un Steam Ship (en español, barco de vapor) se refiere a un tipo de embarcación propulsada por máquinas de vapor.

Estos barcos utilizaban la energía generada por calderas de vapor para impulsar una o varias ruedas de paletas o hélices en el agua, permitiendo su movimiento. Los barcos de vapor fueron una innovación revolucionaria en el transporte marítimo, ya que eliminaron la dependencia del viento y las corrientes para la navegación.

A partir del siglo XIX, los Steam Ships se convirtieron en una forma común de transporte en ríos y mares, desempeñando un papel crucial en el comercio y la exploración marítima. Estos barcos fueron ampliamente utilizados hasta el advenimiento de los motores de combustión interna y las embarcaciones propulsadas por diésel en el siglo XX.

Sobre José Jair Nieto González

José Jair Nieto González - Escritor

José Jair Nieto González nació el 15 de marzo de 1947 en Armenia, en el departamento de Quindío en Colombia. Jair estudió en Sevilla y Cali, ambos del departamento de Valle del Cauca.

Es tecnólogo del Sena Colombiano y trabajó 35 años en una empresa privada. Actualmente es pensionado.

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