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La solución final «La frontera suiza está cerca… Verán un lucero en lo alto, síganlo sin desviarse y llegarán a ese país»

Por José Jair Nieto González. Cuentos sobre refugiados de la Segunda Guerra Mundial para adolescentes y jóvenes.

«La Solución Final» de José Jair Nieto González narra la odisea de una familia gitana durante la Segunda Guerra Mundial. Emparentados con judíos, temen sufrir el destino fatal de los campos nazis. En una noche nevada, huyen a través de bosques y vías de tren, refugiándose en un túnel al escuchar al ejército alemán. Cuando el llanto de un bebé amenaza su secreto, un general nazi los descubre. Sorprendentemente, un general nazi, ayuda a la familia a llegar a la frontera suiza. Sin embargo, al llegar, descubren la trágica verdad. Una historia de supervivencia, traición y redención.

La solución final

No eran judíos, pero si estaban emparentados con ellos. Eran gitanos, romaníes, llamados también zíngaros, o en otras partes linyeras; temían que por ello sufrirían la misma suerte: ser enviados por los nazis a centros fatales como Sobibor o Treblinka.

La familia resolvió salir en la noche, al amparo de la oscuridad y de los bosques colindantes, y buscar las fronteras fuera de su patria; amenazaba una gran nevada y había que hacerlo por entre la espesura. Cruzaron ese bosque en medio de la tormenta de nieve y encontraron un pequeño río. Llegaron a las vías del tren transnacional. Sintieron ruidos en el bosque, -ejército alemán-, seguro, pensaron, entonces raudos se internaron en un túnel.

Efectivamente era ese ejército y ya estaban encima de ellos. Todos en el túnel, arracimados, en silencio, para no ser notados. Justo en ese momento el niño de un año, de una pareja joven, empezó a llorar, la madre lo pasó al papá y este le cubrió su boca y nariz con la mano y así evitar que se escuchara el llanto.

No fueron descubiertos por los nazis, y el niño calmo su llanto y ya nunca más lo volvería hacer, pero a cambio diez vidas fueron salvadas. O eso creían ellos.

De pronto sintieron pasos sobre los rieles y la arena de al lado, y escuchando bien supieron que eran las inconfundibles botas militares. Buscaron de nuevo el abrigo de la oscuridad del túnel. De improviso apareció frente a ellos un general del 3° Reich.

Los oí desde el bosque -dijo-. Dónde está el niño que lloraba -preguntó.

Solo el silencio en el grupo. El militar lo vio en los brazos de su padre, noto el miedo de todos.

Soy General alemán, Gunter Dieter es mi nombre.

La madre titubeaba, pero el padre maquinalmente le entregó el cadáver del niño. Lo recibió, examinó, le dio respiración artificial boca a boca, masajeo su corazoncito y a pesar de que habían pasado algunos minutos, de improviso el pequeño colibrí que latía en el tórax del niño, volvió a la vida. Todos sintieron su feliz aleteo y lloraron de alegría.

La solucion final - Cuentos sobre refugiados de la segunda guerra mundial

El niño fue entregado al padre, y el general le dijo:

Envié los soldados lejos, de manera que pueden salir hacia el bosque, hay mucha nieve, hace un frio inclemente, pero la frontera suiza está cerca, a solo veinte kilómetros. Verán un lucero en lo alto, síganlo sin desviarse y llegarán a ese país.

Choco los talones de sus botas, hizo el saludo militar, llevando la mano al kepis y se marchó.

Nada más alejarse el militar, iniciaron su caminar por la nieve, que caía continuamente, formando una capa en la que se hundían sus botas, dificultando la marcha. Pendientes del lucero, como les había sugerido él, entraron de nuevo al bosque, recibiendo algo de alivio con el cobijo que daban los árboles contra los copos de nieve. Al volver la vista al cielo, más que ver el lucero, vieron fue un celaje, una estela de luz, con una larga cola, que de ella emanaba, iluminando la noche.

Después de luchar contra el cruel clima y ya amaneciendo, llegaron a la frontera suiza, donde fueron avistados por los centinelas y funcionarios de la Cruz Roja Internacional.

Más que comida rogaron por agua, la cual bebieron en abundancia a pesar del clima tan frio. El miedo de ser apresados por los alemanes los había dejado sedientos y exhaustos, pero por fin la pesadilla había terminado.

Otra familia que se salva, dijeron los funcionarios alborozados.

Así es -dijeron los gitanos-, lo logramos gracias al General Gunter Dieter, él nos ayudó.

Al oír el nombre, todos se miraron extrañados.

El general salvó mucha gente -dijeron- pero fue descubierto y lo fusilaron, acusado de traición, y de eso ya hace mucho tiempo, ¡meses!

Los gitanos perplejos no podían dar crédito a lo que escuchaban, pero para ellos la verdad eran que estaban a salvo, gracias a él, y con el niño vivo.

Fin.

La solución final es un cuento del escritor José Jair Nieto González © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin la expresa autorización de su autor.

Sobre José Jair Nieto González

José Jair Nieto González - Escritor

José Jair Nieto González nació el 15 de marzo de 1947 en Armenia, en el departamento de Quindío en Colombia. Jair estudió en Sevilla y Cali, ambos del departamento de Valle del Cauca.

Es tecnólogo del Sena Colombiano y trabajó 35 años en una empresa privada. Actualmente es pensionado.

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