Por Gladys Herrera Patiño. Cuentos de sobre al abuso infantil.
Correr y contar. Gladys Herrera Patiño, escritora. Cuentos de sobre al abuso infantil. Cuento perteneciente al Proyecto Cuentos para Crecer.
Correr y contar
Los sábados, cuando termino mi clase de baile, tomo el autobús para ir a mi casa. Me subo, me siento y me dedico a mirar por la ventana.
Me entretengo viendo la gente y los coches que pasan.
Un día estaba tan distraída mirando por la ventana, que no supe cuándo se sentó a mi lado un señor común y corriente. Faltaban unas dos o tres paradas para llegar a mi casa cuando, de repente, el señor ese común y corriente, empezó a tocarme las piernas disimuladamente.
No sabía qué hacer del susto. Como pude, me levanté; le pedí que se moviera para poder salir, y al pasar frente a él puso sus manazas en mi trasero.
Sentí una rabia terrible, pero salí corriendo. Pulsé el timbre varias veces. Por suerte, el autobús se detuvo enseguida.
Salté y empecé mi carrera loca hasta llegar a casa. Sentía que aquel señor me venía persiguiendo.
Cuando llegué, mi madre estaba en la puerta con la bolsa de la compra. Ella que me saluda, y yo que me pongo a llorar con todas mis fuerzas.
— Hija, ¿qué te pasa? — No llores. Habla, por favor…
— ¡Ha sido terrible, mamá…!
— ¿Qué ha pasado, hija? ¡Cuéntame!
— Un señor, mamá, un señor…
— Un señor ¿qué, hija? ¿Qué te hizo?
— Me tocó las piernas y el trasero.
— ¡Desgraciado!
— Yo salí corriendo tan pronto pude.
— Fuiste muy valiente, hija.
— Mientras corría, pensaba que no le iba a contar esto a nadie... me daba vergüenza.
— ¿Vergüenza? Es él quien debería sentir vergüenza. Fue él quien cometió un abuso. Tú hiciste muy bien en huir del lugar y en contármelo todo. Gracias por confiar en mí.
Mi madre dice que ojalá todas las niñas y los niños que sufren abusos hicieran lo que yo hice: correr para pedir ayuda. Nadie, ni siquiera mis familiares y amigos, tiene derecho a tocar mi cuerpo contra mi voluntad.
¡Nadie!