Por Otte d' Alejandro Von Condor. Cuentos cortos para niños y niñas.
¡Bienvenidos al emocionante mundo de "Mi amigo Sam"! ¿Se han preguntado alguna vez quién es capaz de llenar de risas y alegría los corazones de los niños enfermos? Permítanme presentarles a mi amigo Sam, un niño valiente y lleno de sorpresas. Juntos vivíamos en un barrio lleno de aventuras, pero lo que más nos emocionaba era el día en que el padre de Sam se transformaba en el inigualable payaso "Maravilla". Imaginen cómo los ojos tristes se convertían en risas, cómo las historias mágicas llenaban el aire y cómo un pequeño héroe se alzaba para marcar la diferencia.
Sin embargo, un giro inesperado cambió nuestras vidas para siempre y nos lanzó a una aventura aún más grande. Acompáñenme en este cuento de amistad, superación y valentía, donde descubrirán cómo mi amigo Sam se convirtió en un héroe a su manera. Así que, prepárense para reír, emocionarse y creer en la magia de la amistad mientras les cuento esta historia escrita por Otte d' Alejandro Von Condor.
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Mi amigo Sam
¿Se imaginan un mundo sin payasos, quién haría reír de felicidad a los niños con historias graciosas llenas de fantasías? Pues creanlo o no, algo así casi sucede de no ser por mi amigo Sam, el niño más valiente del planeta, escuchen la historia que empieza así :
Mi amigo Sam y yo vivíamos en el mismo barrio, nos gustaba jugar a la pelota, el fútbol, empinar cometas y comer churros azucarados, también correr por todo el parque para ver quién era el más veloz.
Pero la mayor diversión la vivíamos los domingos, y es que el padre de Sam, un hombre alto y siempre sonriente, nos llevaba al hospital donde había una sala llena de niños enfermos, con la cabeza sin pelos y los ojos tristes, ¿para qué?, pues miren qué increíble, como un super héroe, el papá de Sam se ponía un traje lleno de colores, unos zapatos grandotes, en la cabeza, un sombrero con muchas plumas verdes, rojas y amarillas, por último, pintaba su rostro, lo llenaba de brillos y colocaba en la nariz una bola roja como tomate maduro. Entonces salía corriendo y gritando así :
- ¡Hola... soy el payaso "Maravilla" y estoy aquí para cantar y jugar con todos ustedes!
De inmediato ocurría algo mágico, las niñas y niños dejaban de estar tristes, empezaban a reír y aplaudir sentados en las camas mientras el payaso "Maravilla" tropezaba con sus zapatones gigantes, se sacudía la nariz que sonaba como un trombón desafinado y movía la cabeza de un lado a otro sin que el sombrero de plumas se le cayera.
Cuantas risas, cuanta alegría, los pequeños cantaban las canciones del payaso, se burlaban de sus ocurrencias y atentos escuchaban la historia mágica del día , que podía ser sobre un dragón escupe fuego y el duende que lo vencía, o la bruja fea y la princesa hermosa, o los tres gallos que viajaban hasta la luna para estar más cerca del sol, no importaba cuál fuera la historia, al final todos aplaudían contentos y pedían más, otra más.
Sin dudas era el día más divertido de la semana, y aunque mi amigo Sam y yo nos quedábamos detrás de la puerta, porque a él le daba pena, también reíamos cantidad.
- No te preocupes, un día tú también los harás reír -decía el papá de regreso a casa, pero mi amigo Sam no estaba seguro de eso.
A mi amigo Sam le gustaba ser payaso, su madre le había hecho un traje igual que el de "Maravilla", con zapatos, sombrero y nariz roja, cuando estaba solo en su habitación se lo ponía y practicaba las bromas, las canciones, y hasta tenía sus propias historias de hadas y animales mágicos, pero cuando llegaba el domingo y papá preguntaba, el miedo se le colaba como sarpullido y apenado respondía que no. Otra vez a ver la función desde la puerta.
Un sábado, después de regresar del parque sudados y con mucha hambre, mi amigo Sam y yo recibimos una noticia muy mala :
- Papá está enfermo, mañana no podrá visitar a los niños.
Cuando mamá le dijo eso, a mi amigo Sam se le quitó el hambre de un tirón, corrió al cuarto junto a papá y vio que había perdido la sonrisa de siempre.
- No puedo fallarle a los niños.
Dijo el padre mientras miraba el traje de "Maravilla" colgado en un perchero, pero estaba tan enfermo que sería imposible realizar el espectáculo.
- ¿Y si lo haces tú?
Preguntó al pequeño, otra vez el ogro malo del miedo le haló los pelos a mi amigo Sam que, avergonzado y triste, salió corriendo a su habitación. No quise molestarlo y me quedé a su lado, sin hacer ruido. Toda la noche pensando y pensando, ¿en qué estaría pensando mi amigo Sam?
El domingo amaneció como casi todos los domingos, alegre y con un sol brillante, mamá tenía el desayuno preparado, solo faltaba despertar a su pequeño hijo de siete años, pero esta vez no tuvo que hacerlo, tamaña sorpresa se llevó cuando al abrir la puerta :
- Mamá estoy listo.
Y vaya si estaba listo, mi amigo Sam había hecho la cama, abierto las ventanas y...
- ¿Cómo me queda mamá?
Mamá no respondió, boquiabierta lo vio pasar por su lado y entrar en el cuarto de papá, aún dormido.
- Despierta papá, despierta.
Cuando abrió los ojos, el rostro del padre se le iluminó más que el sol, la sonrisa de siempre regresó al ver a su pequeño con el traje de payaso. Que hermoso, cuanta alegría para su corazón, tener frente a él a este payaso "Maravilla" listo para la actuación.
- Tranquilo papá, los niños tendrán su espectáculo.
Después que mamá se arregló salieron rumbo al hospital, claro, yo también iba con ellos. En el barrio todos se quedaron maravillados al ver a mi amigo Sam vestido de payaso, incluso hasta lo aplaudieron, pues sabían a dónde se dirigía.
En el hospital fue recibido por médicos y enfermeros, orgullosos de contar con un niño tan valiente, mi amigo Sam nada decía, estaba muy nervioso y las palabras se le habían perdido.
Por fin, el momento de la verdad, detrás de la puerta miró a los niños sentados en las camas esperando la función. El ogro malo del miedo quiso halarle nuevamente los pelos, pero yo empujé suavemente a mi amigo Sam haciéndolo salir. En la sala se hizo un silencio gigante, todos lo observaban a él, mi amigo Sam caminó lentamente hasta el centro, respiró profundo y dijo :
- ¡Hola... soy el payasito "Maravilla" y estoy aquí para cantar y jugar con todos ustedes!
De pronto, como en un cuento de hadas, la magia inundó el lugar, los niños, con sus cabezas sin pelos, empezaron a reír y aplaudir, esto fue como una inyección de fuerza en mi amigo Sam que de inmediato empezó su actuación.
Que maravilla, igual a su padre, este pequeño payaso también hacía feliz a los niños, tropezando con sus zapatones gigantes, sacudiendose la nariz roja y moviendo la cabeza sin que el sombrero cayera.
Juntos cantaron, rieron, por último, llegó el momento de la historia, mi amigo Sam les contó una muy bonita sobre un padre carpintero que enfermó y su hijo tuvo que reparar el sillón del rey, y este estuvo tan complacido que hasta una medalla y la mano de su hija le dio.
Los niños aplaudieron aún más fuerte pidiendo otra historia, la felicidad corría en toda la habitación, gracias a mi amigo Sam, el domingo seguía siendo el día más divertido de la semana.
El papá de Sam se recuperó pronto y siguió yendo al hospital, pero ya no iba solo, ahora eran dos payasos "Maravilla" para contentar a los niños, el doble de diversión.
Por sus actuaciones, Sam recibió una medalla de manos del alcalde, las llaves de la ciudad, salió por la televisión, hasta el presidente, que es como el rey de un país, lo fue a visitar, pero esa es otra historia para contar.
Yo también soy parte de esa historia, hasta me hicieron un traje y ahora los acompaño en las funciones, sí, porque mi amigo Sam y yo somos inseparables, desde que fui adoptado y me dieron un hogar, soy parte de la familia, eso hacen las mascotas como yo. Los perros nacemos para acompañar a los humanos, quererlos y darles mucho amor, a cambio nos sentimos protegidos y amados por ustedes, en mi caso, soy un perro con suerte, pues me tocó un dueño especial y maravilloso, el niño más valiente del mundo, ¿que quién es?, pues es mi amigo Sam.
No crean que esta fue nuestra única aventura juntos, ¿quieren que les cuente más?, pues preparen las orejas que ahora mismo les voy a contar, y les aseguro que nuestras travesuras les van a encantar.
Prepárense que ya voy a comenzar. Ah, me llamo Toby, y soy el perro de Sam.
Fin.
Mi amigo Sam es un cuento de Otte d' Alejandro Von Condor © Todos los derechos reservados.
Sobre Otte d' Alejandro Von Condor
Otte d' Alejandro Von Condor nació en la Isla de Cuba. "Desde pequeño sentí el encanto de la literatura, luego, al conocer el cine, sentí la necesidad de construir mis propias historias, y desde ese instante no he dejado de escribir. Con un libro publicado en Amazon y otros en espera de alguien interesado y loco que quiera apostar por ellos, mi mayor ambición es ver cómo mis narraciones son devoradas por la gente, y que ese apetito no termine jamás... jamás".
"Para las niñas y los niños sedientos de aventuras y fieles a la fantasía, les traigo un montón de historias que podrán devorar sin ningún problema porque no dan dolores de barriga, sólo una cosa, inviten a mamá y papá porque seguro que ellos se lo van a agradecer mucho, por si no lo sabían, las personas mayores no saben cómo agarrar la cuchara y comerse un helado de fantasías, así que... Ayúdanos para que ellos también saboreen los cuentos. Buen apetito y, felices sueños".
Libro de Otte d' Alejandro Von Condor
En los rincones de un pintoresco pueblo en la isla de Cuba, dos almas se verán envueltas en una lucha épica desencadenada por fuerzas que trascienden lo terrenal. Mientras la influencia invisible de lo sobrenatural los envuelve, se desatará un enfrentamiento que desafiará sus convicciones más profundas. ¿Prevalecerá la oscuridad que amenaza con devorarlos, o la nobleza que arde en sus corazones?
En un duelo entre la fe y la desesperación, la creencia en un mañana lleno de armonía chocará con el egoísmo y el desamor que buscan socavar todo lo bello. Únanse a esta narrativa apasionante y descubran quién emerge victorioso en esta contienda de voluntades, en una historia que explorará los límites de la humanidad y la batalla constante entre la luz y la sombra.
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