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Y vuelvo a tocar el tema porque aún hoy casi una década del siglo XXI seguimos confundiendo roles esenciales que no tienen que ver.
No es cierto que por años la escuela haya sido la gran hacedora de artistas. Sí es cierto que la mayoría de ellos, los artistas, pasaron por las escuelas. No es cierto que todos ellos, los artistas, hayan tenido un maestro que les inspiró sus mejores obras.
Sí es cierto que muchos maestros desmotivaron a sus alumnos. Pero no es un ataque a esos maestros ni mucho menos a la escuela. Es que tenemos que ver qué roles tienen las escuelas, qué estudia un maestro para llegar a serlo y qué es la creatividad.
Creo que el gran rol de la escuela del siglo XIX es la alfabetización del pueblo. Y creo que ha cumplido con creces ese rol. Con más presupuesto y con menos, creo que a lo largo del planeta las escuelas han luchado con planes de alfabetización.
No haré aquí un estudio histórico del porqué fue instaurada esa alfabetización al servicio del pueblo, porque creo que desvirtuaría el título que coloqué, sólo diré que el pueblo fue alfabetizado para que su producción industrial beneficie más al patrón. No fue una cuestión de dignidad total: pero tampoco fue así en todos lados y sí que hubo maestros y escolaridades que sólo aspiraron a la dignidad y los derechos humanos cuando actuaron alfabetizando.
Una vez instaurada la alfabetización en los hombros de la escuela, ese fue su gran rol. Hoy por hoy en la escuela también hay otros roles que tienen que ver con la enseñanza y que, hasta hace poco era patrimonio de las familias, pero en esta sociedad altamente exitista, que se mueve a mil por minuto, que no se detiene, donde la familia ideal ya no existe como hace 50 años, la escuela es la gran depositaria de una cantidad de roles que tienen que ver con la democracia, cultura para la paz, cultura de la conservación del planeta, cultura de valores humanos, e incluso, que tiene que ver con la salud corporal de cada uno de sus niños.
Y eso está muy bien porque la escuela es educadora por excelencia.
Pero no podemos pedirle también a la escuela que haga alumnos lectores, leer es una obligación que tiene el maestro como meta pero no es, hacerlo un lector. Menos aún debemos de confundir la enseñanza de la lengua escrita con la creatividad propia de un literato.
Creo que en gran parte la enseñanza de la literatura deberá cambiar en este siglo si no queremos que la literatura vuelva a ser patrimonio de muy pocos. Coincido y aplaudo la frase del gran escritor argentino Jorge Luis Borges cuando dijo que la literatura es arte y por tanto, no puede enseñarse como una asignatura.
No veo a pintores, ni escultores, ni músicos aprendiendo a crear desde la didáctica del arte. Porque la creatividad está en un área de la pasión, y del cerebro, donde se desmitifican musas, locuras o juegos insólitos, no está en el área racional de nuestra mente.
Y no podemos exigirle al maestro, que ha tenido clases de didáctica para ser docente, que nos enseñe sobre la creatividad. Y no dudo que hay maestros creativos, pero no es su rol enseñarnos el camino a encontrar la nuestra.
Yo creo que en este siglo debemos por fin desmitificar ese tabú y tirar abajo las barreras: los talleres literarios, que son tan jóvenes que no tienen ni 50 años en el mundo de los adultos, deben de ser llevados a cabo por artistas. Como los talleres de pintura tienen sus pintores.
Los talleres literarios son necesarios cuando los que allí concurren andan buscando la huella por donde dejar escapar su creatividad, andan buscando como patear sus locuras hacia las letras, buscan el camino para dejar impresa su alma en llagas. Y no tiene la escuela el deber de enseñar este camino. Su rol es la comprensión del alfabeto y sus reglas, su rol es enseñar a conjugar el verbo, no es hacernos la posibilidad de jugar con los verbos.
La palabra patas arriba, el mundo del espejo loco, el mundo deformado de dolor, el poema que se escapa del alma y pone amor en cada esquina: no es juego que se aprenda en la escuela. Ni tiene que sentirse ningún maestro ofendido por no hacerlo.
Creo que tenemos grandes desafíos con la nueva era de la tecnología y la comunicación, pero también con las artes que siguen buscando el camino para aprender la inspiración que apenas dura instantes.
Todos somos capaces de crear: eso sin lugar a dudas. El encontrar el camino y hacernos placentero el mismo, es labor de artistas o mediadores especializados. La didáctica nada tiene que ver en ello. No liguemos más didáctica con arte: son palabras con sonidos y significancias distintas.
Sabido es que muchos artistas muy famosos no son nada educados, y viceversa, hay mucho gran erudito de la didáctica que no tiene una gota de artista. Y así es porque es normal, lo anormal sería lo contrario.
Pero aún siguen los maestros intentando tener alumnos creativos por medio de la enseñanza de la didáctica, lectores por medio de la didáctica de la lengua y tenemos artistas desocupados que podría dar talleres excepcionales para mostrar los caminos de la creatividad que cruzados de brazos no se animan a irrumpir en el mundo de la escuela.

¿Qué les parece una mesa de debate sobre este tema?

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