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Una ciudad en la arena. Él estaba sorprendido de cosas que para mí eran normales, y a mi me sorprendían otras cosas.

Por Begoña Ibarrola. Cuentos cortos para niños

Estamos acostumbrados a vivir un poco enfrascados en la realidad de todos los días y perdemos de vista otras realidades. En Una ciudad en la arena, Muley enseña a Nacho que algunas cosas que parecen normales para algunos, son muy raras y sorprendentes para otros. Es un hermoso cuento corto de la escritora española Begoña Ibarrola, recomendado para niños, pero también para cualquier persona con gusto por las historias sobre diferentes lugares del mundo.

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Una ciudad en la arena

Una ciudad en la arena - Cuento
Imagen de Elvira Nimmee

Cada vez que hablaba con mi amigo Muley era como hacer un viaje a lugares desconocidos. Todas las cosas que me contaba eran nuevas para mí y procuraba imaginármelas, aunque algunas me resultaban muy difíciles.

Muley estaba sorprendido de cosas que para mí eran normales. ¿Cómo iba yo a sentir sorpresa porque el agua saliera de un grifo? ¿Por qué me iba a extrañar de tener un cuarto de baño en mi casa o una habitación solo para mí? Sin embargo, a mí me resultaban sorprendentes otras cosas. ¿Cómo imaginar una ciudad en medio del desierto?, o ¿por qué vivían de aquella manera, sin cuartos de baño ni bañeras, ni televisión?

Había cosas que no entendía y que él tampoco sabía explicarme.

A Muley le gustaba enseñarme palabras en su idioma y cuando yo las repetía se partía de risa. Yo entonces me vengaba y, cuando él repetía las palabras que yo le enseñaba, también me echaba a reír, aunque me sorprendía lo bien que las pronunciaba.

Con él aprendí dónde estaba el Sahara, lo que era el desierto, lo que era una jaima, pero sobre todo a valorar algunas cosas que yo tengo y que me parecen normales.

Un buen día, cuando llevaba quince días viviendo en casa, me dijo:

– «Nacho, estoy un poco triste, me acuerdo de mis padres, de mis hermanos, ellos siguen allí, en el desierto, y yo aquí pasándomelo tan bien».

– «No te preocupes» -le dije yo-, «ellos te han mandado aquí porque saben que estás bien y que vas a conocer cosas nuevas».

– «Pero a veces pienso: «¿Y si no vuelvo y me quedo aquí a estudiar?»».

Muley estaba hecho un lío, por un lado le gustaba estar en su tierra, con su familia y amigos, pero también sentía que aquí era todo más fácil y cómodo.

Allí la vida era muy dura.

Entonces le dije:

– «Si quieres hacemos un cambio, tú te quedas aquí en mi lugar y yo me voy a conocer el Sahara«.

Muley no me dijo nada y se rio. Me daba cuenta de lo que sentía y quería ayudarle pero no sabía cómo, de modo que pregunté a mi padre cuando fue a darme el beso de buenas noches:

– «Papá, ¿no podemos hacer algo para que Muley se quede aquí después del verano?».

– «No, hijo, no, él tiene que volver con los suyos» -me contestó.

– «Pero papá, ¿por qué tiene que volver? Tú mismo has dicho que allí no podrá aprender lo mismo que aquí».

– «Nacho, él es de allí, y debe crecer en su tierra, junto a sus padres y hermanos, para que, cuando sea mayor, pueda ayudar a su pueblo».

– «Pero…» -se acabó la conversación.

Esas eran las palabras que decía mi padre cuando no quería seguir hablando. Yo me quedé pensativo y, cansado de tanto jugar y correr, me dormí. Soñé con Muley, le vi cargando cacharros con agua, le vi cubierto con una túnica del mismo color de la arena, vi las casas de adobe y las jaimas donde vivían, le vi sentado en un banco de madera sin respaldo, escribiendo con un lápiz en un cuaderno arrugado.

En mi sueño fui capaz de sentir su pena y su rabia, y me di cuenta de que su vida era muy dura. Pero también le vi reír y jugar en medio de la arena con sus amigos, le vi cantar y bailar con todo el pueblo alrededor de una hoguera, vi cómo se divertía y vi el cariño con que sus padres le trataban.

Allí Muley era también feliz.

Al despertar supe lo que era sentir esa mezcla de emociones que mi amigo sentía. El verano pasó muy lento para mí y muy rápido para Muley, y antes de lo que esperaba llegó el día de la despedida.

Fuimos todos a acompañarle al aeropuerto y antes de unirse al grupo de muchachos con los que regresaba a su tierra, me dio un regalo: un pequeño amuleto que él siempre llevaba colgado al cuello. Yo le regalé un balón de fútbol y los dos nos abrazamos, mientras los monitores iban leyendo el nombre de cada uno de los chicos para comprobar que estaban todos.

Pronto se encontró con sus compañeros y se puso a hablar en su idioma, y comprendí la alegría que sentía al encontrarlos, pero también sentí su pena por tener que dejarnos.

Le dije adiós con la mano hasta que, por fin, desapareció por un pasillo.

Tinduf, Argelia - Ciudad en la arena

A menudo me acuerdo de Muley y cuento los días que faltan hasta el regreso del amigo que tengo en Tinduf, la ciudad de la arena.

Fin.

Cuentos para sentir: 2 Educar los sentimientos Ediciones SM, 2003, Madrid

Una ciudad en la arena es un cuento de la escritora Begoña Ibarrola © Todos los derechos reservados.

Sobre Begoña Ibarrola

Begoña Ibarrola - Escritora

Begoña Ibarrola nació en Bilbao en el año 1954, aunque, desde hace muchos años, reside en la ciudad de Madrid.

Begoña es Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció como terapeuta infantil durante quince años y hasta 1996 trabajó con niños y adolescentes con trastorno del desarrollo intelectual y problemas de conducta en diversos centros de la Comunidad de Madrid.

Desde 1994 realiza cursos de Educación Emocional en varios Centros de Formación de Profesores dependientes del Ministerio de Educación, y desde el año 2000 es profesora del Master de Musicoterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.

En aquel tiempo empezó a escribir cuentos con los que lograba captar la atención de pequeños y jóvenes, y se dedica desde entonces a la escritura, a la investigación y a la docencia. Durante todos estos años a logrado desarrollar un extenso catálogo de cuentos en los que les muestra el camino de las emociones como recurso para la vida.

Actualmente, además de sus reconocidas cualidades como escritora, Begoña es una consagrada divulgadora y docente en temas como la educación emocional, la neuroeducación, las inteligencias múltiples y musicoterapia, actividad esta última en la que fue pionera en España.

Los libros de Begoña Ibarrola

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