Hadas marineras
Cuando un niño tiene ganas de hacer un barquito de papel, es porque un hada le pidió que lo hiciera. Las hadas hablan tan suave, tan levemente, que su voz no se escucha con el oído sino con el pensamiento. Algunas de las ideas más alegres o más amables que tenemos no son otra cosa que susurros de hadas. A ellas les encanta navegar, pero sólo pueden hacerlo en barcos hechos por los niños constructores de buques de papel.
Y cuando el barco navega en una fuente o en un arroyo, luego de un rato se hunde y parece que naufraga, pero eso es sólo porque ya cumplió su función. En el mundo de las hadas, la diminuta tripulante de cada barco de papel llega siempre a su mágico destino.
Fin
Cuento sugerido para niños a partir de seis años
Raquel E. Roldán
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