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Mamá adoptiva: dudas y certezas – Día de la Madre

Mamá adoptiva: todos bajo las mismas dudas (o certezas)

Sea por modos naturales, con ayuda de la ciencia o por adopción, uno atraviesa como potencial padre un camino más o menos corto, más o menos directo, más o menos dudoso hacia la paternidad.

Pocos son los individuos que se plantean muy seriamente la decisión cuando de los modos más naturales se trata. «Dejar de cuidarse» no parece ser una propuesta demasiado traumática inicialmente.

Los debates más intensos suelen darse a medida que los caminos se hacen más complejos. Los meses pasan y hay que empezar a consultar a los especialistas. Las dudas y planteamientos sobre «estar haciendo lo correcto» son directamente proporcionales al aumento de dificultades en la concepción.

Sin embargo, construirse como padre desde cualquiera de las opciones posibles, acarrea replanteos idénticos. Un futuro papá adoptivo se debatirá en los temores de ser o no un buen padre, igual que el que arrancó un embarazo en el primer intento.

Cierto es que, en realidad, nadie sabe a ciencia cierta si está preparado para ser papá o no. Porque, como con cada instancia de la vida, se crea a medida que se transita. La visión negativa de nosotros realizando alguna conducta errónea nos puede llevar a no iniciarla. Si hiciéramos esto mismo con el trabajo o con los amigos, probablemente estaríamos encerrados en casa.

No podemos anticiparnos a los acontecimientos y mucho menos de manera negativa. Cuando nos planteamos estas dudas de este tipo es porque nos enfrentamos a algo desconocido. Cualquier cambio importante provoca miedo, incertidumbre… pero sólo se puede avanzar -si existe la seguridad de querer hacerlo- enfrentándonos al miedo.

El hecho de tener un hijo es igual. Las dudas y los miedos aparecen porque ser padre es algo novedoso. Hay que trabajar para hacerlo bien, no lo tendremos todo controlado, no tenemos experiencia y no sabemos cuáles serán las consecuencias de nuestra conducta. Sin embargo, asumir que los errores sirven para mejorar y para aprender de ellos, es una clara manera de derrumbar el miedo paralizante.

La seguridad de hacerlo bien no se tendrá nunca, ni para tener hijos ni para cocinar una receta. Muchas veces en la vida no se estaba seguro de hacer las cosas bien y sin embargo se inició un nuevo trabajo o una nueva relación o una nueva compra. A todo ello uno se enfrentó con incertidumbre y salió adelante. “Si todos lo hacen, porqué yo no?”. “No soy menos que nadie”.

Como para muchas cosas, el hecho de ser padre no implica el tener que ser el mejor. Sólo se debe ser lo mejor que uno pueda, pero «el» mejor, no. Porque, además, «mejor» es un valor relativo. Cómo se mide quien es el mejor o peor padre? Si un hijo es feliz, será suficiente?

La medida estará en el hijo que tendremos delante y en su crecimiento. Cuando acuden tantas dudas probablemente se esté anticipando negativamente lo que puede ocurrir. Uno empieza a imaginarse con un hijo al que no sabe cuidar y al que no se atreve ni a tocar. Le resulta difícil verte resolviendo esta situación de manera exitosa, pero esto ocurre simplemente porque nunca se ha tenido la oportunidad de demostrarse a uno mismo que podía hacerlo.

Nadie está preparado para una situación que desconoce. Para tomar la decisión es dable centrarse en argumentos razonables y no en imposibles. Quiero tener un hijo? Es el momento? Creo que tengo cualidades y que puedo hacerlo?

Las preguntas tienen que ir encaminadas a encontrar un verdadero deseo personal de realizar algo a pesar de las trabas que se encuentren en el camino. No es posible plantearte el hecho de ser padre en términos de “tengo que serlo”, “debería tener un hijo ya”, o “estoy esperando mucho”.

Todas estas frases implican obligatoriedad, no deseo. La abuela debe seguir pensando si hizo bien las cosas y crió a 5 hijos que se hicieron adultos, sobrevivieron y armaron sus propias familias. Adoptantes o no, las dudas son reales y permanecen.

Flavia Tomaello, coautora junto a Marisa Russomando de «Adopción, la construcción de una paternidad feliz». Ed. Paidós

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