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Adiciones: las fiestas pueden propiciar las recaídas

Todos los años para fines de noviembre e inicios de diciembre la incidencia de abandonos de tratamiento es muy alta, y en marzo empiezan a volver. Son como oleadas. Las fiestas y la locura de fin de año les generan mucha adrenalina, excitación, y sostener la buena conducta se les hace más difícil.

Una vez que rompen con su tratamiento y su control siguen “de gira” todo el verano, en la costa en algunos casos. Cuando reaparece la estructura (se calma el ambiente la gente vuelve a sus casas, los chicos al colegio) los adictos desaceleran un poco y comienzan a reencontrarse con el tratamiento. Incluso, muchos lo hacen por primera vez.

Obviamente, regresan más dañados de lo que estaban cuando se fueron 3 meses antes. En algunos casos se acepta la reinternación y en otros no, depende de la actitud al regresar y del nivel de reflexión que captemos en quien solicita la ayuda.

La llegada de las fiestas los enfrenta con los balances, y pareciera que no pueden imaginarse la vida sin los estímulos, como si no tuvieran la capacidad de generarlos ellos mismos por la abulia o la depresión en la que están sumergidos. Entonces, los buscan afuera y lo hacen de manera tan impulsiva que terminan siendo todavía más dañinos. Quien retiene un impulso sin reflexionar al respecto, sin asimilarlo lo suficiente, en algún momento explota. Por eso entendemos las recaídas como parte del tratamiento (dentro de ciertos límites)

Se suma que en la época de las fiestas los excesos parecen estar permitidos socialmente. Así, cualquier personal compra más, gasta más dinero, come más, se juega más, aumentan los casos de intoxicación por alcohol y todo esto parece estar aceptado. Incluso, muchos no pueden concebir el festejo sin tomar alcohol. Es un duro trabajo con las familias de los adictos en tratamiento convencerlos que no pueden tener bebidas alcohólicas en la mesa navideña, ni siquiera para el brindis, si quieren compartirla con el paciente que recibiría el permiso de salida. Incluso, hay quienes llegan a no comprender el límite y no pueden pasar esas fechas con quien está recuperándose.

Esto sitúa a las personas con problemas de adicción en una situación muy difícil. De por sí, ellos consideran que no podrán hacer una vida normal por el simple hecho de no poder tomar alcohol o tener que restringir su consumo. Imaginemos, entonces, un escenario en el que por una semana todos lo hacen en exceso, y quien no participa se autoexcluye de un de festejo universal.

Tampoco los pacientes se permiten un festejo saludable, y ahí es cuando interrumpen el tratamiento. Piden dejar la recuperación durante los días festivos porque no imaginan la posibilidad de no poder ingerir sustancias. Es una etapa muy crítica que puede poner en riesgo todo el trabajo realizado hasta ese momento.

Por Lic. Norberto Sztycberg, director general del Programa Andrés (www.programaandres.org.ar).

 

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