Las vacaciones, un tiempo de descanso para compartir con nuestros hijos

Tema de la semana: Las vacaciones.

Un tiempo de descanso, pero por sobre todo, un tiempo para compartir con nuestros hijos.

elcaracol y el rosal

Llegó el tiempo de descansar. Aquel que con ansias esperamos todo el año y sobre todo cuando éste llega a su fin.
En lo primero que pensamos tal vez, es en la suerte que tenemos de tomarnos un respiro del trabajo y las obligaciones. Es algo que todos necesitamos para recobrar fuerzas y comenzar un nuevo año. Más allá de esta necesidad genuina, se plantea otra –creo yo- más importante.
Las vacaciones no son sólo el momento  de no hacer nada, son también la oportunidad que tenemos durante el año para compartir todo nuestro tiempo con nuestros hijos.
El trajín cotidiano, el trabajo, el colegio de los chicos y sus actividades extracurriculares no nos permiten estar todo el tiempo que quisiéramos con ellos, ni todo el tiempo que ellos verdaderamente necesitan de nosotros.

Más allá de que la disponibilidad horaria sea mayor, también nuestra predisposición debería ser otra.
Las vacaciones tendrían que ser también un tiempo de reencuentro con nuestros hijos, tiempo de jugar, de compartir actividades, de escucharlos más y con mayor detenimiento, tiempo de dialogar y de no dejar cosas en el tintero porque el reloj apremia.
Nuestros hijos nos necesitan siempre y no siempre estamos disponibles para ellos. Por eso, aprovechemos esta época del año para darles lo mejor que le podemos brindar, nuestro tiempo. Volvamos a ser niños con ellos, o adolescentes, juguemos, charlemos, escuchemos música, divirtámonos juntos de la manera que sea.
La vida no detiene su ritmo vertiginoso. Nuestros hijos no siempre estarán bajo nuestra ala, no siempre querrán compartir su tiempo libre con nosotros. Aprovechemos cada oportunidad que la vida nos da junto a ellos. Hagamos innumerables viajes a la orilla para llenar el baldecito que facilitará la construcción del castillo de arena, leamos cuentos, barrenemos olas, caminemos, juguemos un juego de mesa o lo que sea que nuestro hijo quiera hacer junto a nosotros.

Tal vez no siempre tengamos ganas, estamos cansados y queremos también un tiempo para nosotros, merecido por cierto, pero cuando se es padre, las prioridades de uno siempre ceden el paso a la de nuestros hijos. Ya tendremos tiempo nosotros de leer un libro a solas, hacer un crucigrama sin que nadie nos interrumpa, dormir una interminable siesta sin que nadie nos despierte. Mientras tanto, disfrutemos la dicha de tener a nuestros hijos junto a nosotros.

Si este merecido descanso lo aprovechamos para encontrarnos con nuestros hijos en una forma más profunda, sin duda serán las mejores vacaciones con o sin sol, con lluvia o sin ella, en la playa o en la cocina de casa ¿qué importa?

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