La infancia es un derecho. Reflexiones y tristeza frente al secuestro y asesinato de Candela Rodríguez
La Asociación Argentina para la Infancia, invita a la reflexión en estos días de derechos de la infancia vulnerados. Es tiempo de compromiso activo, de trabajo por la protección de nuestros chicos, por su desarrollo, su educación y su preparación para la vida
Cuidar la Vida
"Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus niños y de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, un pueblo triste." Las palabras pertenecen al cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, durante una homilía por San Ramón Nonato, en el barrio porteño de Villa Luro, pronunciadas horas antes que se hallara el cadáver de Candela Sol Rodríguez, la niña de 11 años desaparecida la semana pasada.
En los últimos tiempos, muchas voces se han levantado con coraje para señalar el daño que se le está haciendo a la infancia desde muchos ámbitos.
Se habla del "fin de la infancia". Candela, con sus pocos años de vida, es una nueva víctima, que pagó con su muerte, la avaricia, la venganza y la perversión de una sociedad sin límites. Quienes desde hace años trabajamos por los chicos, prestando atención a todo lo que signifique su protección, la defensa de sus derechos como garantía de un desarrollo pleno mientras son niños, asistimos con pena a esta realidad.
Se deja de ser niño cuando la familia, la sociedad, el Estado y el Gobierno a través de sus autoridades, en todos los niveles, especialmente en los específicos creados para protegerlos, no se capacitan para hacerlo. Cuando los lazos familiares se rompen y las responsabilidades se diluyen o ignoran. D
ecía Jaime Barylko: "En nombre de la libertad hemos dejado a nuestros hijos solos", más aún, a merced de personas y contenidos mediáticos violentos y perversos, de corruptores de todo tipo, a un paso del tabaco, de las drogas, del alcohol, de los artífices inmorales de la sociedad del consumo que los entregan o los matan por un puñado de monedas.
Está dicho muy claro en la Convención sobre los Derechos del Niño, donde por sobre todo está el interés superior del niño, que es el derecho a la vida, al desarrollo. Y aunque palabras como hogar, o cariño, o amor no figuren en ninguna legislación, eso es lo que ellos quieren y piden, siempre, los de antes y los de ahora.
Nuestra infancia no puede ser más rehén de intereses mezquinos, tienen derecho a ser chicos sanos ahora, mañana es tarde, como decía Gabriela Mistral. Y aunque la Justicia haga lo que debe hacer, para Candela es tarde. Su derecho a la vida, a ser niña, fue cruelmente vulnerado.
Quedan muchos chicos y adolescentes perdidos aún. No solamente debemos encontrarlos, o ayudar a encontrarlos, podemos trabajar para educarlos, para preservarlos de tanta locura. Podemos capacitarnos para saber que es un niño o niña si vamos a gobernar, a trabajar en un medio de comunicación, en publicidad, (no solo en la docencia), en una empresa, si vamos a formar una familia.
En cualquier actividad de la vida, la infancia se va a cruzar en nuestro camino y vamos a influir en su destino. No nos engañemos: los chicos se educan con nuestros ejemplos de vida no con nuestro discurso. Y lo que ven, son cada vez más chicos perdidos y más adultos desinteresados.
Necesitan vernos actuar antes, que lleguemos a tiempo. Que los gestos solidarios y comprometidos, de tantas personas extraordinarias, se multipliquen y continúen en el tiempo, acompañándolos día a día mientras crecen. Son nuestra responsabilidad, merecen por amor educarse y formarse éticamente en familia y en sociedad y aquí también está la función social de los medios de comunicación y de las redes sociales.
Necesitamos ponernos de acuerdo en que la prevención de conductas violentas es posible mediante la construcción de conductas pacíficas y positivas; en que la libertad tiene el sentido del bien de todos, el bien común, el que permite la paz, que es el cuidado de la vida, el desarrollo de la humanidad.
María Marta Hall
Presidenta Asociación Argentina para la Infancia