Saltar al contenido

El silencio. Dolores Espinosa, escritora española. Reflexión sobre el valor del silencio.

silencio

No existe el silencio absoluto, al menos no existe en nuestro mundo. Existe, eso sí, un silencio lleno de pequeños sonidos más o menos agradables que permite a nuestros oídos liberarse durante un rato y descansar del peso del ruido. Cuando somos jóvenes tendemos a llenar el silencio con música, charlas, risas y ruido, mucho ruido.

Tan sólo pasada cierta edad aprendemos a disfrutar -y a buscar- de este pequeño y raro tesoro. La percepción que tenemos del silencio varía dependiendo de quién tengamos al lado: si es un desconocido, el silencio suele ser algo incómodo que tendemos a llenar con palabras vacías y conversaciones huecas.

En cambio, si estás con un buen amigo, alguien de tu familia o tu pareja, el silencio se vuelve un refugio cálido y agradable, te encuentras lo suficientemente cómodo como para no tener que llenarlo con naderías. Hay quien no sabe estar en silencio.

Hay quien teme estar en silencio. Es casi como si temieran estar a solas con sus pensamientos y prefirieran callarlos a base de llenar el mundo de palabras. Hay silencios que dan discursos y hay discursos que crean vacíos. Hay gente que, cuando guarda silencio, hasta parece inteligente. Lástima que luego abren la boca y hablan…

Hay quien, callando, expresa mucho más que otros hablando. No tiene más razón quien más ruido hace. Del silencio surgen las ideas y la inspiración. La mejor compañía para un gran dolor es el silencio de un abrazo y una mano tendida.

¿Por qué nos quedamos mudos cuando más emocionados estamos? Tan malo puede ser hablar de más como callar de más.

Silencio nocturno en el mar: olas que vienen y van y gritos de gaviotas.

Silencio en el campo: árboles mecidos por el viento, insectos zumbando, grillos, lechuzas, alguna que otra pisada de hombre o animal.

Silencio nocturno en la ciudad: conversaciones, ladridos, coches, televisiones, motos, radios, música, ambulancias, bomberos, policías, el camión de la basura, bebés llorando, niños protestando, algún borracho cantando…

Mmmm… ¿Dije silencio?

Los silencios del amor: el silencio del primer encuentro, del no saber qué decir, del no querer meter la pata, del qué le cuento que no le aburra; el silencio del éxtasis, del mirarse a los ojos, del cogerse las manos, del estremecerse con los primeros contactos, del corazón se me va a salir del pecho; el silencio del después de, del deseo satisfecho, del reposo de los cuerpos, del regocijo y la complacencia; el silencio de las despedidas, del no sé cómo pedirte que te quedes, del adiós en un beso, del abrazo que ata; el silencio del tengo tanto que decir y no sé cómo hacerlo.

Y, el último, el mejor de todos los silencios: el silencio de los que llevan mucho tiempo juntos, el de comunicarse sin palabras, el de no necesito llenar el silencio para estar cómodo contigo, el de seguir una conversación iniciada hace dos horas, el de la complicidad y los años compartidos.

Es hermoso el silencio -los silencios- del amor.

Shhhhhh… Guardemos silencio y escuchemos al mundo… seguro que descubriremos alguna que otra cosa.

Fin

Califica esta entrada

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo