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La lluvia me contó. Relato poético sobre la lluvia

La lluvia me contó. Relato poético sobre la lluvia

La lluvia me contó. Elizabeth Segoviano, escritora mexicana. Relato poético sobre la lluvia.

La lluvia me contó mientras caía lo que vio cuando la ciudad dormía. Me habló de la vida que crecía a escondidas, rebelde, casi furtiva entre las calles de esta enorme ciudad.

La lluvia me contó de un roble sinvergüenza, muy valiente que se atrevió a crecer entre un banco y un centro comercial. Él pensó que tendría una vida corta y que pronto alguien al notarlo lo mandaría talar.

Pero el roble ya había visto veinte primaveras, y a veces, sólo a veces, pasaba algún humano soñador y le regalaba una mirada, una sonrisa… o si era un día de suerte… hasta una caricia.

La lluvia me contó mientras caía lo que vio cuando la ciudad dormía. Me dijo de una numerosa familia de colibríes que vivían a gusto, libres y felices entre las tupidas ramas de un arbusto de buganvilias que adornaba el muro de un colegio preescolar. Ahí, entre las risas de los niños los colibríes podían entonar sus poemas, rimas y canciones con toda libertad.

La lluvia me contó mientras caía lo que vio cuando la ciudad dormía. Me reveló en un susurro… casi un suspiro, que los gatitos callejeros son en realidad ángeles encubiertos paseándose en los tejados de la gente buena y soñadora, para que al amanecer puedan ver sus deseos hechos realidad.

Es por esto que los gatitos cantan y bailan toda la noche sin parar celebrando que en el mundo aún quedan almas buenas que ayudar. La lluvia me contó mientras caía lo que vio cuando la ciudad dormía. Me relató un tanto celosa sobre las palomas aventureras que hacen de cualquier cornisa su temerario hogar.

A ellas el viento les cuenta primero que a nadie hermosas leyendas de lejanas tierras y poemas que viajan en las olas del mar. La lluvia me dice que las palomas están dispuestas a contar esas historias a cualquiera que desee escuchar… por el módico precio de unas cuantas migas de pan.

La lluvia me contó mientras caía lo que vio cuando la ciudad dormía. Me dijo que al espiar por las ventanas encontró gente como yo, unos cuantos rebeldes, sinvergüenzas, soñadores furtivos recorriendo la ciudad.

Gente que le sonríe a los árboles y tararea las melodías de los colibríes, gente que no ahuyenta a los gatitos callejeros, gente que está dispuesta a escuchar los cuentos y leyendas de las palomas… por el módico precio de unas cuantas migas de pan.

La lluvia sabe que incluso en las grandes y ruidosas ciudades hay gente que quiere escuchar lo que la lluvia quiere contar.

Fin

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