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Poner límites a los hijos: "una recomendación sin límites"

Poner límites a los hijos. Psicopedagogía infantil

Poner límites a los hijos

En principio, poner límites a los hijos es una temática que nos moviliza como adultos, y nos convoca a la necesidad de revisar nuestras propias prácticas, ya que en  la tarea de educar «aprender a poner límites», es también parte de un proceso de aprendizaje.

Nos encontramos con la sensación de ser equilibristas caminando por una cuerda que oscila entre la permisividad y el autoritarismo.

Un listado sin fin: las horas frente a la tele, la cantidad de golosinas, el deseo de dormir en la cama de los padres, etc.

Esta lista sin fin hace imprescindible que pensemos: ¿Qué son los límites y para qué sirven?

Los límites, una construcción desde la primera infancia

El niño que ingresa al Jardín de Infantes trae consigo experiencias significativas del entorno familiar, así se podrá reconocer en cada niño una individualidad diferente a la cual podemos denominar “singularidad”.

Desde esta perspectiva, los niños construyen su subjetividad a partir de los primeros vínculos; y es por ello que la adquisición de los límites, debe remitirse y pensarse como un proceso construcción vincular.

Con la leche templada y en cada canción

Los límites nos marcan a todos, por el solo hecho de estar inmersos en la cultura y se nos transmiten de manera implícita, tal como dice Serrat “con la leche templada y en cada canción”.

Cuando un niño aprende a hablar, también esta aprendiendo a respetar límites, ya que la adquisición del lenguaje implica la aceptación de códigos y reglas. Con el lenguaje el ser humano ingresa en una legalidad que lo trasciende, se reconoce como parte y heredero de un orden cultural.

Los primeros límites

Es a partir del nacimiento, que el bebé se separa físicamente de la madre. Este es un hecho biológico, concreto y observable, pero que no coincide con la separación en el terreno psicológico y emocional, que se desarrollará paulatinamente. De hecho, el bebé no se reconoce como un ser separado de su madre, sólo en un estado de unicidad con ella.

Estos primeros límites que se establecen entre la madre y el bebé, serán el comienzo de un largo proceso de individuación y crecimiento. De una dependencia absoluta, la mamá variará la intensidad de su oferta, pasando a una dependencia relativa.

La figura materna, como eje del sostén físico del niño, contendrá sensaciones y le servirá para construir un límite exterior. Definir un contorno, un límite, así desde el contacto piel a piel, la mirada y la voz; le permiten una mayor organización interna.

La mirada, ofrece un espejo a partir donde el bebé se encuentra “veo y existo”.

La aceptación de un límite

Es de fundamental importancia, que los tiempos de separación del bebé sean graduales, es decir: luego del primer tiempo de dependencia absoluta (ilusión); la madre desilusiona, en tanto primer espacio de separación.

*Spitz ha estudiado el papel de la frustración durante el transcurso del primer año de vida. En este sentido, es importante que el bebé transite experiencias de placer y displacer para que se vuelva activo con el mundo.

Frente a la distancia con su madre, intentará anticipar su llegada y eso le posibilitará esperarla. Por ejemplo: así podemos observar la conducta del bebé, que succiona su dedo pulgar en el intento de calmar su angustia. De este modo, encuentra una satisfacción que le permite sustituir la presencia materna. Esta posibilidad de espera y frustración habilita la búsqueda de satisfacción encontrando un placer más ajustado a la realidad.

La aceptación de un límite implica pues la capacidad para tolerar la frustración que significa postergar el deseo, o bien desplazarlo, para buscar una satisfacción socialmente permitida.

En un segundo momento la función materna es desilusionar al bebé frente a su retiro. La desilusión habilita el comienzo de la actividad mental, ya que al diferenciarse de su madre, es posible de ser pensada, lo que constituye el comienzo de la actividad mental.

La tolerancia, la espera y la frustración, construidas en el espacio con la madre, facilita: la capacidad de estar a solasla creatividad y la exploración del mundo.

Sentirse culpables por poner límites a los hijos

Los adultos (padres y maestros) se sienten culpables de no poder responder a todas las demandas de los niños, sin embargo este hecho favorece una mejor percepción de la realidad.

Otro concepto importante, que caracteriza los primeros años, es el de andamiaje. *Bruner.

A modo de una metáfora, tiene que ver con un tipo de ayuda y de guía que el adulto presta al niño que esta aprendiendo, en carácter transitorio. Se dirige a sostener y acompañar al niño, en aquellos aspectos que aún no domina. De esta manera, el padre funciona como una especie de andamio, del cual se puede tomar el niño y luego de afrontar la tarea el andamio se retira.

La función de andamiaje favorece el aprendizaje cuando se desempeña en función de las dificultades del niño.

Los adultos facilitan el control de los niños pequeños sobre sus actos, del mismo modo que los estimula a incorporar normas y valores.

La estructura familiar cumple con la doble función de protegerlo frente a las exigencias del medio, y a la vez abrir nuevos caminos para las nuevas relaciones.

Los niños no internalizan la norma en forma inmediata ni mecánica; sino a través de un proceso de reinterpretación y reconstrucción.

No limitar las conductas normales del desarrollo

Para que el niño empiece a gobernar sus actos debe haber desarrollado ciertas capacidades tales como: ✅ el desarrollo del lenguaje y ✅ el razonamiento, ✅ la capacidad de descentrarse, ✅ la comprensión de las relaciones causa efecto, etc.

Estas adquisiciones no obstante son inestables y muchas veces ceden frente a estados de tensión, cansancio, enojo.

«Cuanto más conocemos del desarrollo intelectual, psicológico y físico del niño, más sabremos sobre lo que es el desarrollo apropiado, y mejor será nuestra comprensión.»

La idea es entender cómo se desarrolla el vínculo temprano y qué necesita un niño pequeño para crecer saludablemente.

Por ejemplo, a partir del segundo año de vida el niño experimenta una gran necesidad de estar en movimiento y explorar los objetos. Es necesario crear un ambiente favorable que no inhiba su necesidad de estar activo. Si estas condiciones de seguridad no se han previsto, se estará limitando aquello que es parte del desarrollo normal.

Es por eso que resulta importante ajustar nuestras expectativas al nivel madurativo del niño. ¿Tiene sentido poner límites a las conductas que son normales del desarrollo?

Entonces… podríamos volver a preguntarnos, ¿qué significa que un niño se porte mal?

¿Qué implica establecer un límite como padres?

Establecer límites como padres

✔ Un conflicto.
✔ Tomar una posición frente a la actitud del niño.
✔ Una responsabilidad.
✔ Decir NO frustra al niño y angustia al adulto.
✔ Renunciar a esa persona ideal y a nuestros propios deseos de ser siempre buenos.
✔ Temor a perder el cariño de un hijo, y deseo por no negarle nada.
✔ Tolerar que el niño manifieste su desagrado, y no impedir que los límites existan.

Sin embargo…

Un adulto que no logra poner un límite con firmeza, se enfrentará con un niño insatisfecho, cuyas demandas irán en aumento.

Los deseos siempre satisfechos implican la muerte del deseo. Por ello, cuando un deseo no logra satisfacerse, el niño puede continuar deseando, por lo que el deseo es «el motor de la vida».

… volviendo a nuestra primer pregunta, podemos afirmar que:

El poner límites a los hijos:

➡️ Marca un continente y delimita el espacio por el cual el niño puede moverse.
➡️ Ofrece un ambiente seguro y confiable; en donde podrá jugar, explorar y aprender.
➡️ Establece un marco de contención, funciona como guía, da orden a su mundo y genera seguridad.
➡️ Posibilita la elección y permite una mejor percepción de la realidad, al reconocer lo incorrecto de lo correcto.
➡️ Permite al niño la oportunidad de pensar, de tomar la iniciativa y buscar soluciones.
➡️ Protege al niño de sus propias dificultades para controlar sus impulsos, y ayuda a evitar situaciones que pongan en riesgo su seguridad física y la de los otros.
➡️ Incrementa el respeto por ellos mismos y por los otros.
➡️ Favorece el desarrollo de la identidad y fomenta la autonomía.

Un continuo proceso de aprendizaje

Los niños desde pequeños, aprenden normas y valores tratando de parecerse a los adultos con quienes interactúan. El primer modo de aprendizaje es por identificación. Se trata mas que de prohibir ofrecer modelos identificativos.

Así como los padres definen las normas y pautas dentro del ámbito familiar, introducen a los niños en el marco de la sociedad, posibilitando una mejor convivencia.

Como lo hemos señalado al comienzo de esta nota, la tarea de poner límites a los hijos implica un complejo y continuo proceso de aprendizaje.

*(1) Spitz R., «El primer año de vida del niño», México, FCE, 1979
*(2) Bruner, “La educación, puerta de la cultura» 1997

Sobre la Licenciada Gisela Gurfinkiel

Licenciada Gisela Gurfinkiel

La Licenciada Gisela Gurfinkiel se desempeña hace más de 20 años en eĺ ámbito escolar, trabajó en los cuatro niveles educativos. Asesoró escuelas como Arco Iris Manzanita y Movíjuegos y se desempeñó diez años como psicopedagoga del Instituto Privado Argentino Japonés. Trabajó como maestra de apoyo para escuelas pertenecientes al Gobierno de la Cíudad de Buenos Aires, además de como profesional en el ámbito privado.

Lic. en Psicopedagogía
Teléfono celular: 15-5025-2866 (Arg.)
e-mail: [email protected]
(Título expedido por CAECE)

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