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Cuando los padres sueltan la mano

Por la Licenciada Susana Passano.

Cuando los padres sueltan la mano. Licenciada Susana Passano. Psicopedagoga-Psicoanalista, Especialista en atención niños.

Cuando los padres sueltan la mano

Cuando los padres sueltan la mano

Fernando tiene 15 años, cursa primero por segunda vez, lo atiendo en el gabinete de la escuela, compruebo que lee bien, comprende, resuelve algunos temas de matemáticas.

No entrega a sus profesores los trabajos solicitados, no tiene las carpetas completas, falta bastante seguido a clase, las evaluaciones suele entregarlas casi sin resolverlas con lo cual suele recibir uno o dos puntos como calificaciones, para las pruebas de diciembre y febrero se prepara pero rinde mal.

Es un joven inteligente, está informado sobre hechos de la realidad política, se puede sostener una charla amable, agradable.

Me pregunto: ¿Por qué repite?

Indago sobre su vida cotidiana, más allá de lo escolar. Permanece gran parte del tiempo solo en la casa, la madre trabaja todo el día y el padre también. Llega de la escuela alrededor de las seis de la tarde, duerme la siesta casi hasta la hora de la cena, luego cena y va a la computadora permaneciendo en ésta hasta las cinco de la mañana aproximadamente.

Duerme hasta las once de la mañana y va a la escuela a la una del mediodía la mayor parte de las veces sin almorzar porque no le alcanza el tiempo. De madrugada cuando se duerme le cuesta conciliar el sueño.

Durante la entrevista manifiesta que le duelen las piernas con frecuencia, que algo comentó a la madre pero el tema quedó en el comentario pues no hubo alguna acción de la madre para comprender el motivo del dolor y resolverlo.

Pregunto qué hacen sus padres cuando él está en la computadora y responde que sus padres duermen y que no le dicen nada acerca de apagar la computadora.

Ya tengo parte de la respuesta a mi pregunta

No tiene espacio-tiempo para estudiar, en parte, por eso repite.

Acordamos una organización horaria en la que incluye el uso de la computadora cuando llega de la escuela sólo una hora, Luego la siesta, la cena y dos horas diarias para estudiar la materia que cursará al día siguiente. Una hora más de computadora y a dormir.

A la semana siguiente cuando lo atiendo y pregunto por su horario nuevo dice:

“no lo pude cumplir todo pero me sentí aliviado de no estar tanto en la compu”

Avanzamos en la organización de su vida cotidiana en la casa para lograr mejores resultados en la escuela.

Me comunico con la madre por notas escritas porque no puede asistir a las entrevistas, en una de las notas le comento que estoy atendiendo a su hijo y que me preocupa sus dolores en las piernas pidiendo que haga una consulta con el médico.

Hace la consulta y el tema se encauza adecuadamente.

Titulé este texto: “Cuando los padres sueltan la mano”, para orientar el mismo en dirección a la necesaria presencia materna y paterna en la crianza de un hijo.

En verdad la mano se suelta en algún momento en la vida del niño, por ejemplo, cuando empieza a caminar solo, sin embargo hay que estar atentos porque muchas veces hay que volver a darla para ayudar en el camino.

Estar atentos, de mirar sin controlar

Podemos hablar también de estar atentos, de mirar sin controlar, de escuchar, de dar una mano.

Fernando necesitaba que alguien en este caso la psicopedagoga le ayudara con algo de su vida con lo que no podía solo, en este momento lo escolar, el corte con la computadora, la organización del tiempo para empezar a disfrutar de los buenos resultados de su trabajo.

Es interesante destacar que Fernando dice sentirse aliviado por no estar tanto en la compu.

En ocasiones no sólo los chicos pierden el rumbo, también los padres, en este caso el trabajo o la creencia de que ya son grandes y tienen que hacerlo solo. La madre no lo lleva al médico hasta que recibe la orientación profesional para hacerlo. No ponen límites claros en relación al uso de la computadora, de las horas para estudiar.

Soltar la mano, no estar atentos, no mirar, no escuchar y principalmente no intervenir claramente con lo que tanto el padre como la madre quieren para su hijo. En este caso: no quiero que permanezcas hasta la madrugada en la computadora, quiero que obtengas mejores notas vos podés hacerlo.

No intervenir, no mirar, no escuchar, soltar la mano a destiempo, implica dejar solo al hijo, algo del orden del abandono se juega ahí.

Si seguimos pensando en este sentido entenderemos que muchos de los problemas en la adolescencia y aún en la infancia están originados en esta ausencia de presencia.

Lic. Susana Passano
Psicopedagoga-Psicoanalista
Tel. 4786-3672
15 3624 4400

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