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La medida del dolor ¿Cuánto dura un duelo?

Por Clr. Julio César Vergara

La medida del dolor. Julio César Vergara. Consultor Psicológico. ¿Cuánto dura un duelo?

Una de las preguntas mas frecuentes en las consultas está referida a la posibilidad de medir el dolor. Tanto en su extensión en el tiempo como en su intensidad.

Por ejemplo: – ¿ Es normal que dure tanto tiempo ? -; o bien – ¿ Es normal que me afecte tanto ? Obviamente que la pregunta no es de respuesta sencilla puesto que a menudo está referido a los temas mas diversos.

Puede ser la pérdida de un ser querido, una separación, una traición, un desencanto. O varias de estas combinadas. Siendo que son tantos escenarios, resultaría imposible determinar la “normalidad” de la duración o la intensidad del dolor.

Algunas personas tienen mecanismos o herramientas provistas por su propia personalidad que les permite abordar los estados de sufrimiento de una manera diferente entre una y otra. También hay que tomar en consideración la vinculación de la causa del dolor de hoy con la historia de cada Consultante.

Las vivencias marcan y definen las maneras de enfrentar estas circunstancias.

¿Cuánto dura un duelo?

Existe un consenso acerca de la duración de un duelo y aunque sólo se trate de una estimación estadística, puede decirse que entre 2 meses y 2 años se encuadra dentro de lo que este proceso doloroso puede extenderse en el tiempo. A su vez, existen también diferentes etapas o fases del duelo.

No siempre aparecen en el mismo órden ni duran lo mismo ni tienen la misma intensidad. Siempre depende de cada individuo, del entorno que lo acompañe, del grado de afecto con lo perdido, de la manera que adopta la pérdida (esperada, repentina), la edad o el vínculo de quien fallece, etc.

Estas fases suelen ser:

  1. Desconcierto e incredulidad ¿Cómo puede pasarme esto a mí?
  2. Tristeza profunda y agresividad Producto de la oposición y la rebeldía ante el hecho consumado.
  3. Desesperación y depresión Es el abatimiento con el cual se deja atrás la etapa anterior, preparando el terreno para la que viene.
  4. Aceptación y paz En esta etapa se produce el paulatino retorno a las actividades cotidianas. El dolor existe pero puede ser circunscrito y controlado.

Estas etapas también pueden verse en situaciones de separación de parejas, pérdida de trabajo, traiciones, etc. Muchas veces las resoluciones o elecciones que tomamos nos enfrentan a tener que soportar un dolor.

El caso de las separaciones es emblemático. Aún en aquellos casos en que la separación sea no sólo inevitable sino también deseada, esta no deja de provocar dolor. No deja de ser una frustración. Es un proyecto de importancia que no prospera y esto es independiente de las causas que lo hayan provocado. Duele. Se sufre. Se asimila. Se acepta.

¿En cuánto tiempo? Depende de las circunstancias. Si la pareja es de muchos años suele ser una carga pesada, sin embargo, si el desgaste fué mucho a lo largo de los últimos años de la misma, el alivio de una separación puede suponer un módico antídoto para el dolor, aunque nunca es suficiente.

Si la pareja tuvo hijos, otro es el sentimiento. Si los une además una relación profesional o comercial esto también cambia la ecuación. Si el entorno no es permeable a la separación y por el contrario no la aceptan, esto puede provocar un desgaste de energía mayor aún y alargar los procesos.

Como se ve, las variantes son infinitas. Pese a todo, hay algunas cuestiones que son iguales para todo el mundo y deben ser atendidas. Sea como fuere el desarrollo de los acontecimientos, los procesos dolorosos son inevitables y deben respetarse. No pueden ni deben evitarse. Son parte de nuestra vida y como tal vivibles. Deben ser respetados y considerados en toda su dimensión.

A veces cuando en una primera entrevista surge el tema del orígen de la consulta, aparece el consultante diciendo: “ Me separé/falleció tal persona/se incendió mi casa, y no quiero sufrir mas por esto…, y quiero que me ayude a conseguirlo”. Dependiendo los casos, esto no es posible en lo inmediato.

El proceso puede trabajarse, puede uno ir acompañándolo, apuntalándolo, pero es inevitable vivirlo; y aunque uno a veces se siente tentado a hacerlo, no se pueden dar plazos ni formas ni intensidades al mismo.

Sí podemos ayudar a comprender, a valorar, a priorizar, a pasar esa instancia de la vida de la mejor manera posible, pero siempre con la certeza que el proceso existe y va a provocar dolor. Una de las funciones del Counselor es trabajar de acuerdo a estas realidades, sin prometer la ausencia del dolor porque esta no existe. O como suelo decir: El dolor es inevitable; el sufrimiento es opcional.Con esto quiero decir que las situaciones dolorosas en la vida no dependen de nosotros, sin embargo el regodeo en el sufrimiento, el armar una zona de confort en el sufrimiento puede evitarse.

Es decir, ¿Cuánto dura el dolor?
Lo que duela. Ni más ni menos.

Clr. Julio César Vergara
Teléfono informes: 011- 155 845 2142
Atención Zona Sur G.B.A. – Argentina

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