Saltar al contenido

Un día de otoño
el viento me ha alcanzado
en un débil pestañeo
logro captar su juego.

Pero el viento me lleva, me lleva
¿a dónde me conduce?

Cabalgando nos fuimos
por campos desolados.

Su juego era travieso,
adivinándole al instante.

Si hubiese preguntado
que lugares visitaría
le diría, lo que pienso.

Yo sería brisa
para acariciar los rostros de los niños.
Yo sería una ráfaga de viento
para escudriñar el código de los hombres.
Sacar de sus profundidades
sus abrigadas vergüenzas,
enjugar sus dolores
y aplaudir sus triunfos.

Un día de otoño
me alcanzó el viento
dejándome olvidada, ahí,
donde yacen, los árboles
que viven solos.

Fin

Poesía sugerida para jóvenes y adultos.

Califica esta entrada

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo