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Navidad Cibernética

Navidad Cibernética. Liana Castello, escritora argentina. Cuento de Navidad para niños. Cuentos de duendes.

– Deberíamos modernizarnos – Dijo un duende preocupado.

– ¿Qué quieres decir con eso? –preguntó aún más preocupado Papá Noel

– ¿Algún niño se ha quejado?

– No se trata de eso, pero bien podríamos tener una computadora, y recibir por mail los pedidos de los niños y en vez de tener que escribir una lista inmensa, ingresaríamos sus nombres en un archivo que luego podríamos imprimir- contestó el duende.

– ¿Y la letra? ¿Cómo veo yo la letra del niño que me escribe entonces? Si no veo la letra, siento que no lo conozco realmente. Además, me gusta escribir los deseos de los niños, no creo que pueda acostumbrarme a no hacerlo.

El duende entendió que Papá Noel tenía razón, pero no se daría por vencido fácilmente.

– ¿Y celular? Podríamos tener un celular ¿verdad? – preguntó.

– Y dime para qué

– Pues… para estar comunicados, digo por si se atrasa el trineo con los pedidos o algo así.

– ¿Y cómo piensas que podré llamarlos en pleno viaje? – preguntó sorprendido Papá Noel.

– Hay mensaje de texto también -Retrucó el duende.

– ¿Y con qué mano lo escribo? Mira pequeño, conozco todas estas cosas, los niños de hoy nos piden algunas, pero no creo que nos sean necesarias, hemos vivido demasiados años sin ellas- Dijo Papá Noel.

El duende insistía:

– ¿Y un GPS?

– ¿Me he perdido alguna vez? Preguntó Papá Noel

– ¿Internet? ¿Wi fi? Podríamos saber cómo está el clima al otro lado del planeta sin movernos de aquí.

La insistencia del duendecito convenció a Papá Noel y colocaron en el taller una computadora de última generación.

– ¿Qué dirección de mail pondremos? Preguntó uno de los duendes.

– Una fácil, que todos los niños la sepan – contestó otro.

– ¿Contraseña? – dijo uno

– Que no sea Santa –dijo otro – sería muy fácil.

Entró Papá Noel y viendo a todos los duendecitos alrededor de ese aparato que no le era familiar, dijo:

– Amiguitos necesito la lista de todos los niños y sus pedidos, lo más rápido posible.

– La tendrá no se preocupe y en orden alfabético – contestó un duende

– He pensado en marcar en azul los niños que se han portado bien, en rojo los que hacen mucho lio y en amarillo aquellos con los que estamos dudosos ¿qué le parece? – preguntó otro.

– No hace falta tanto detalle pequeño, con tener la lista rápido me alcanza. – Contestó Papá Noel.

Comenzaron a escribir uno por uno todos los nombres, ya no en la larga lista de papel de siempre. A medida que leían una carta, la guardaban en una bolsa que luego iría al archivo.

– ¡Al fin! Hemos terminado – dijo muy cansando el duende más grande.

– Aún no, falta revisar y grabar –contestó otro más precavido.

– ¿Voy llevando las cartitas al archivo mientras? –preguntó el primero

– ¿Y si hay que corregir algo? ¿Algún acento? ¿Alguna H? ¿Algún nombre extraño? –dijo el precavido.

– No habrá nada que revisar, me voy al archivo, no queda cerca y quiero ver la cara de Papá Noel cuando vea la lista terminada y en colores.

Partió el duende con la bolsa de cartas. Mientras tanto, sus amigos revisaron los posibles errores y cuando sólo faltaba posicionar el mouse en “guardar los cambios”…

Crashhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

El duende cayó de su banquito y sin querer apretó “delete”, o sea borrar.

– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Noooooooooooooooooo ¡!!!!!!– gritaron todos los duendes juntos e igualmente desesperados.

La lista ya no estaba y no había tiempo de escribirla nuevamente.

– Esto es el fin – dijo un duendecito tomándose el gorrito.

– Tendríamos que haber hecho un back up – dijo otro

– Para eso deberíamos haber podido guardar la lista y ni a eso llegamos, somos un fracaso cibernético – contestó el primero.

Al escuchar tanto bullicio, Papá Noel entró nuevamente y preguntó:

– ¿Ocurre algo amiguitos? Hay demasiado ruido por aquí ¿Sucede algo?

– Eh…. Uy…. Ay…. Esteeee….

Ningún duende se animó a decir nada, balbuceaban todos algo parecido a una explicación que no se entendió.

– ¿Esta lista la lista? –preguntó picaronamente Papá Noel.

– La lista… eh… no… no está lista, se borró – se animó a contestar el precavido.

– Un desafortunado error, esta vez no se “cayó el sistema” me caí yo y borré todo sin querer- explicó el duende que cayó del banquito.

– Entiendo –Dijo Papá Noel- mucho internet, mucho wi fi, mucho listado en color. Pues bien, ahora deberemos hacerlo a mano, como siempre se hizo y, como no hay tiempo suficiente, deberemos colaborar todos.

Y fue así que todos juntos rehicieron la lista a mano, y los duendes se dieron cuenta que Papá Noel tenía razón, porque viendo detenidamente la letra de cada niño, se aprendía mucho de él.

Aprendieron también que, si bien la tecnología nos ayuda, nada reemplaza el ver una cartita escrita con letra de hormiguita y llena de amor.

Fin
 
Navidad Cibernética. Literatura infantil y juvenil, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Historias para aprender leyendo.

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