Tengo un bonito reloj
que se confunde de hora,
a veces va muy deprisa,
y otras veces se demora.
Cuando lo veo cansado
colgado de la pared,
me pongo bastante triste
¡porque sé que no está bien!
Al relojero del barrio
con esperanza lo llevo,
para que lo ponga a punto
y lo deje como nuevo.
Fin
Poema infantil sugerido para niños de cuatro a seis años
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