Me acosan los duendes
y mi pecho se agita.
Arrancan por espacios
desconocidos de mi alma
y me aturden,
Madre, ¡¿cómo poder acallarlos?!
Rompen mis ropas,
trituran mis cuentos,
son como arpías
derribando mi closet.
Desordenan mi casa.
Madre, valiente y profunda
consuelo me das en este instante
calmando mi pecho
que agitado llora.
Tibieza me entregas,
abrigo me prodigas.
Caminos me muestras
para seguir avanzando,
a tu lugar predilecto.
Madre de mis sueños,
Madre de mi Madre.
Fin