Una bruja codiciosa,
robó la varita al hada,
para tener bellos sueños,
y la escondió en su almohada.
Cuando se marchó a dormir,
la varita estaba allí,
pero no hubo ningún sueño
que la hiciera más feliz.
Otro día amaneció
y la varita encontró,
pero ningún sueño tuvo,
ningún sueño recordó.
Cuando salió de paseo
al rato volvió a mirar,
la varita de los sueños
allí estaba, en su lugar.
Cuando se marchó a comer,
tuvo otra vez que volver,
se pasó toda la tarde
volviendo y mirando a ver.
Y la bruja codiciosa
así pasaba los días,
se alejaba pocos metros,
pero al momento volvía.
Fueron pasando los meses,
y tener esa varita
se convierte en pesadilla,
que solo la mortifica.
Pensando, pensando un día,
encontró una solución,
la ató bien a una cadena
y a su cuello la colgó.
Pero tanto le pesaba
que le salió una joroba,
y no le quedaban fuerzas
para subir a la escoba.
Muy enfadada la bruja
pensó que estaba maldita,
le quedó muy mal humor,
y la quemó en su marmita.
Fin
Poema sugerido para niños de cinco a seis años.
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