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Helenita, aunque pequeña, ya sabe lo que desea.
Dice que cuando crezca será una gran peluquera.

Sus papis, muy sorprendidos, ante su gran vocación,
le preguntan si realmente será esa su profesión.

Helenita está segura y no duda para nada,
aunque en rigor de verdad, siempre está muy despeinada.

Practica con muchos peines y tiene un solo cepillo.
Con él cepilla seguido su desprolijo flequillo.

Peina a todas sus muñecas, les hace algunas colitas.
A otras les pone moño o les hace unas trencitas.

Pero un día hizo algo que a su mami preocupó:
En su afán de practicar, una tijera tomó.

¡Es peligroso Helenita! ¡Deja ya esa tijera!
Dijo su mami enojada a la niña peluquera.

Con la tijera en su mano respondió muy seria Helena:
¡Debo aprender a cortar una abultada melena!

Eres pequeña mi cielo, no es tiempo aún de tijeras.
Ya cortarás –cuando grande- las cabelleras que quieras.

Helenita lo entendió y sin tijera mediante,
practica su vocación ¡Se la ve siempre radiante!

Helenita es muy feliz siguiendo su vocación,
no solo peina con peines, peina con el corazón.

Fin

Todos los derechos reservados por Liana Castello.

Imagen: PINTEREST

Poema infantil sugerido para niños a partir de cinco años.

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