Un niño estaba apenado
y desolado lloraba,
agachaba la cabeza
y la cara se tapaba.
Pasó por allí una niña,
y al ver que estaba tan triste,
sin palabras de consuelo
solo acertó a sonreírle.
Tocó con la mano su hombro,
y se quedó allí callada,
y aunque el niño no le habló,
su llanto a la vez cesaba.
Fin.
Poema infantil sugerido para niños de siete a nueve años.