Jugando un camaleón,
espiaba a una la flor,
escondiéndose entre piedras
y cambiando de color.
Entre amapolas de rojo,
por las ramas de marrón,
entre las hierbas de verde,
amarillo con el sol.
Pero una tarde cualquiera,
la flor descubrió al fisgón,
y se puso tan furiosa
que hasta la espalda le dio.
El joven camaleón,
pensó en su comportamiento,
y a la flor pidió perdón,
alejándose al momento.
Fin