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Clamoreaban los fieles
las hosannas a Dios Santo.
Los ramos se agitaban, suplicantes,
pidiendo perdón, ¡Dios Mío!

La muchedumbre por las calles
cantaban, rezaban,
clamando, sin darse cuenta
del desierto que llevaban,
¡Díos Mío!

En abril se nutren los oasis
para tanto fariseo,
y crujen los corazones
con los llantos de los Santos.

Tropiezan con roqueríos,
todos se apoyan, todos se ríen.

Con un cirio encendido,
iluminando el camino a casa.

Fin

Poesía sugerida para jóvenes y adultos

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