Me tocaste el corazón
con la ternura de tus labios
Envuelta en un lirio… A veces,
Con algún llanto.
Aquella tarde las nubes giraban
en vertiginosas acrobacias.
Sueños sin astros
remando hacia la orilla en busca de un equilibrio
inexistente, buscando quizás
algún punto de encuentro…
Dimos un salto en las sílabas,
en los encuentros, en los fragmentos,
en la esperanza… en el tiempo.
Preguntaste por ese vuelo desordenado
y sin darme cuenta,
te hablé de la memoria, de la nieve,
del sol, de la estación de tren,
del verano, de las tardes en esa casa.
Leyendo a Benedetti,
de las citas que olvidamos,
del árbol secreto, de nuestras cartas,
de los próximos versos, ciegos y lúcidos
que quedarán escritos en alguna página blanca.
Fin.
Poesía sugerida para jóvenes y adultos.