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Salud mental: relegada en todo el mundo

Salud mental: relegada en todo el mundo

Según un informe publicado en el 2011 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD/ Organisation for Economic Co-operation and Development), sobre el impacto de los trastornos mentales en los trabajadores y los lugares de trabajo, uno de cada cinco trabajadores tiene un trastorno mental, tal como depresión o ansiedad.

Entre un tercio y la mitad de todas los nuevos reclamos de beneficios por incapacidad son por razones de enfermedad mental, y entre los adultos jóvenes esa proporción llega a casi tres cuartos.

El informe, dirigido a los responsables de la elaboración de las políticas en los 34 países miembros de la OECD, es un claro ejemplo de cómo las enfermedades mentales ya no son un problema solo médico sino que tiene grandes consecuencias económicas en todo el mundo.

Sin embargo, a pesar de las estadísticas, la problemática de salud mental sigue siendo relegada en todo el mundo. Varios son los motivos que se pueden atribuir, pero uno de los más importantes es que aun hoy en el siglo XXI existe en la medicina la dicotomía mente/cuerpo y la psiquiatría no es reconocida como parte de ese campo.

Incluso mucha de la gente que trabaja en salud mental estuvo y está atravesada también por la dicotomía. Un ejemplo de esto, cuando llega un paciente a mi consultorio y le pregunto el motivo de su visita me contesta que fue al médico, le dijo que no tenía nada y le recomendó ver a un psiquiatra.

No le dijeron que no tenía nada orgánico, simplemente “nada”. Parece haber una negación, un desconocimiento de esa otra parte, y estamos hablando de un colega derivando a otro colega. Sería mucho más beneficioso si le dijeran al paciente que tiene una enfermedad mental y que por eso tiene que ver a un psiquiatra porque, de lo contrario, el psiquiatra tiene que hacer todo un trabajo para que el paciente y la familia entienda que está enfermo.

Cuando a una persona se le diagnostica cáncer, sabe de qué se trata la enfermedad, que tiene que hacer un tratamiento, etc., pero cuando se diagnostica una enfermedad mental hay mucho desconocimiento, dudas, prejuicios. Antes de la revolución francesa, los psicóticos estaban en las cárceles.

La psiquiatría no era responsabilidad de la medicina. El famoso médico francés Philippe Pinel define que los “locos morales” eran enfermos, de esa manera los diferenciaron de los antisociales y es ahí donde se genera el primer manicomio. Si uno mira esto con detenimiento se da cuenta que, en su momento, el manicomio fue un avance importante.

A Pinel se lo conoce como el que cortó las cadenas a los enfermos mentales a fines del siglo XVIII. Los enfermos mentales pasan a ser responsabilidad de la medicina y los médicos comienzan a trabajar en un tema en el que había una ignorancia total y del que antes se encargaban los brujos, la inquisición, los poetas y los filósofos.

Hoy en el mundo todavía nos encontramos con esto. Todo lo que tiene que ver con la mente son teorías, aun hay gente que está discutiendo la validez de Freud y su descubrimiento del inconsciente. Para un porteño, un rosarino, el tema del psicoanálisis es algo familiar.

En Estados Unidos (salvo New York, Boston, San Francisco, y algunas otras ciudades de ese estilo), Chile y en muchos otros lugares, esto del inconsciente fue una teoría de Freud, en general la psiquiatría es biológica. Desconocimiento, el origen del estigma El estigma tiene su origen en la historia. Mientras que en épocas pasadas al enfermo mental lo quemaban o se lo usaba para experimentar, como por ejemplo, en la Alemania nazi, por otro lado, en algunas tribus de África, un psicótico era y es considerado como un brujo que se comunica con los espíritus o dioses.

El estigma puede definirse como el resultado de la ignorancia y los prejuicios respecto de las enfermedades mentales, y en el campo médico lo que pasa es que no hay conocimiento. Si preguntamos cuál es la estadística en mortalidad infantil o enfermedades cardiovasculares, se sabe. Ahora si preguntamos cuál es la estadística de incidencia y prevalencia de la esquizofrenia, o cualquier otra enfermedad mental, no se sabe, no existe el dato.

Es más fácil averiguar eso indirectamente, por ejemplo, en medicina laboral o por los mismos laboratorios que producen determinados fármacos y saben cuánto se venden. La mayoría de los aportes que se realizan para salud mental, atención comunitaria, atención primaria, son nada a comparación de lo que se destina a otros campos de la salud. Mientras se tenga que lidiar con el desconocimiento los avances van a ser más lentos.

Es necesario un sistema que se interese en el tema y que aliente la investigación junto con profesionales más involucrados y que se hagan escuchar.

Dr. José Lumerman, Director del Instituto Austral de Salud Mental de Neuquén. Fellow de Ashoka. Integrante del equipo de RedeAméricas.

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