Escuela-corazón: frutos desde la tierra roja
Las vivencias cotidianas que se amontonan en la Escuela Nº 2 "Educación para las primaveras" (El Soberbio - Misiones) no caben en las letras que forman esa palabra: "escuela". Casi uno podría escribir "corazón", "núcleo", "alma", "sentido"... O unas cuantas más.
Y, sin embargo, todas serían palabras o pinceles certeros a la hora de describir o pintar lo que el deseo de una comunidad y de su maestro han hecho surgir en ese suelo generoso que pareció haber estado esperando desde siempre a que estos chicos y este maestro vinieran a hacerle dar sus mejores frutos.
Allí se aprende un oficio, allí se cuida, mantiene y aprovecha la biblioteca. Allí se cultiva en el aula y en la huerta. Quizás con el secreto impulso de enseñar, de enseñarnos, que son todas formas de aparición de la vida que hay que cuidar y atender y aprender a hacer crecer juntando mano con mano, las grandes y las chiquitas, las gringas y las guaraníes, juntas.
En la escuela-corazón no pueden faltar tampoco los platos llenos del arroz y del feijón; pero también humeantes del amor que esas manos de madres, de padres, de vecinos, supieron infundir a cada grano.
Mesas y esperas largas. Urgencias y ladrillos a la vista. Platos y bancos, guisos y caldos; todos con la hechura de las manos curtidas de una comunidad que, si tiene un maestro (y lo tiene, Martín), es aquel que vino de lejos a mostrarnos todo lo que somos capaces cuando soñamos y trabajamos juntos para separar la paja del trigo y alimentar lo mejor de nosotros mismos.
Hasta allí llegás vos. Afilando herramientas, llenando cartucheras, apilando ladrillos, cargando bolsas llenas de semillas y llenando platos llenos de esperanzas. Cosa seria esta la de la Escuela del El Soberbio. Cosa linda esta de educar para las primaveras. ¡Cómo nos enseña! ¡Cómo nos alimenta!
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