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Día del Lector – 24 de Agosto

Día del Lector

24 de Agosto – Día del Lector. ¿Cómo formar niños lectores?

Promover la lectura en los chicos no se reduce a la compra y el regalo de libros, a la ampliación de una biblioteca. Los adultos mediadores (familia, docentes, bibliotecarios) deben involucrarse en las oportunidades de lectura.

Los chicos deben ver adultos que leen, que disfrutan, que hablan sobre lo que leen. Ese sería el primer paso, podríamos decir, el ejemplo. Crear el hábito lector en los niños, que viene de la mano del fortalecimiento de todas sus habilidades discursivas, es el resultado de un proceso sostenido y continuo de experiencias significativas, interesantes y adecuadas.

No formamos lectores independientes si leemos de vez en cuando o cuando sentimos que los chicos están dispuestos a escuchar. Debemos leer con ellos cotidianamente, variando las historias y los espacios y hasta los modos de leer. Quizá sea bueno seguir estas orientaciones generales para armar situaciones de lectura con los chicos. Para leer en voz alta a los chicos, debemos leer la historia previamente.

Leer bien no se trata de respetar las pausas de puntuación con una determinada regularidad, ni de levantar la voz en determinadas partes del texto. Más bien, se trata de leer el texto apropiándose de la historia, sintiendo lo que lee, comprometiéndose con el libro que cuenta.

En todos los casos, se trata de que seamos conscientes de las implicancias de la historia, reconociendo sus rasgos más interesantes, los fragmentos más poéticos, los diálogos más interesantes. La conversación es la amiga indiscutida de la lectura. Charlemos con los chicos antes y después de leer. Pero sobre todo después, invitando a que digan cómo se sintieron, cuáles son sus interpretaciones, qué les llamó especialmente la atención y que los adultos puedan también expresarse.

Leer con los niños, vincularse a través de la lectura de historias y poesías, intercambiar interpretaciones, no solo es el pilar para el lector en formación, es también la recuperación de un espacio que los adultos fuimos dejando de lado. Y no se trata solo de lectura en voz alta de textos antes de dormir, se trata también de relatos de anécdotas o experiencias, se trata de juegos de palabras y canciones, se trata de diálogos, de análisis de algo leído o visto, se trata de escrituras colectivas, se trata de leer e interpretar imágenes, de elegir juntos los textos en la librería o la biblioteca.

Se trata, en fin, de darle a la palabra un lugar primordial en la interacción con los niños que no es estrictamente comunicativa sino placentera y experimental.

La importancia de la lectura

La especialista colombiana Yolanda Reyes (Reyes, Yolanda; “Lectura en la primera infancia. Cuando leer es mucho más que hacer tareas”, Nuevas hojas de lectura.

señala que cuando un niño admite que “odia leer”, en realidad no se trata de un gusto, una elección, sino más bien de malas experiencias, encuentros desacertados con la lectura, desprovistos de motivación y riqueza. Lecturas aisladas y esporádicas, de selecciones improvisadas y poco adecuadas.

La lectura, el gusto y el placer que pueden sentirse al leer, son construcciones culturales creadas sobre la base de experiencias concretas que los adultos proyectan con los niños. Desde muy temprana edad, la lectura de textos literarios ayuda a los niños a internalizar la función poética del lenguaje.

Es decir, las canciones de cuna, los cuentos, las rimas permiten por un lado la construcción de un vínculo entre el adulto lector y el niño. Pero también ofrecen la posibilidad de que las palabras aparezcan ya no como meros instrumentos de comunicación, sino como creación y experiencia estética.

Los chicos encuentran en el texto literario la oportunidad de jugar con las palabras y con las sensaciones que estas provocan, al tiempo que se vuelven reflexivos y críticos frente a la realidad que los circunda. La literatura es un espacio donde el lenguaje adquiere un lugar específico, destacado, que espera un lector que pueda acceder de forma autónoma a esas experiencias estéticas. Y por todo esto leer literatura constituye una práctica cultural intransferible.

La literatura nos hace revisar a cada avance los modos de decir, las formas del lenguaje en tanto complejo y cambiante. La literatura nos hace volver sobre la realidad que nos circunda, sobre los paradigmas que asumimos y mediante los que pensamos. Por la literatura conocemos, cuestionamos y ampliamos todos los horizontes de pensamiento.

En este sentido, los adultos (las familias, las escuelas) deben garantizar el acceso a una variedad de textos literarios de calidad, a través de un mediador que pueda formar a los niños como lectores autónomos y críticos. Los niños deben poder apropiarse de esa experiencia, discutir sobre sus alcances, ampliar sus horizontes de selección e interpretación, producir textos con fines literarios y expresarse.

En definitiva, hacer un uso amplio y complejo del lenguaje y la cultura.

Por Rocío Brescia, especialista de Fundación Leer

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