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La lectura, un saber que se mantiene en la educación de las nuevas generaciones.

Desde el origen de la escuela pública, la lectura era uno de los saberes centrales que debían transmitirse a las futuras generaciones. En la actualidad, este objetivo sigue vigente.

Ser un lector competente, crítico, habilita múltiples posibilidades tanto desde lo personal como desde lo social. Comprender los diversos textos, socialmente valiosos, nos abre la posibilidad de participar activamente de la vida social, aprender, entender el mundo y entendernos a nosotros mismos.

Medio privilegiado de la conservación y transmisión del conocimiento científico, colabora también en la construcción de nuestra identidad. A medida que pasa el tiempo, niños y jóvenes, como las sociedades, cambian en sus gustos, hábitos, saberes, acceso a bienes culturales.

Sin embargo, también hay continuidades. Siempre un niño es curioso, entusiasta y necesita de un adulto que lo guíe, lo escuche, lo quiera, le enseñe aquello que no sabe, que lea junto a él. También los maestros y los padres han cambiado (estos últimos, muchas veces no disponen de tiempo para estar junto a los hijos). Así como existen grandes maestros, casi héroes y heroínas, también hay algunos docentes que han perdido la motivación y el compromiso con la tarea de educar.

Pero para aquellos docentes que desean potenciar en sus alumnos el amor por la lectura siempre existen recursos: tener a mano libros adecuados, leer mucho y muchas cosas distintas, etc. Esto se encuentra disponible para todos, pero no todos nuestros maestros logran hacer uso de él.

Si el maestro se entusiasma, lee a sus alumnos y conversa con ellos sobre lo que los textos dicen estará compartiendo con ellos una experiencia vital y necesaria para que los chicos quieran leer. Si se trata de simplificar procesos también contamos con novedosas herramientas.

Las nuevas tecnologías ofrecen múltiples posibilidades para la alfabetización haciendo más fácil algunos de esos procesos, por ejemplo, el reconocimiento de las letras.

Antes era una tarea ardua, hoy en un teclado los chicos aprenden rápidamente a conocer las letras. Incluso, ofrece muchas posibilidades para ayudar a chicos con sus capacidades físicas disminuidas. Sin embargo, en este punto aún debemos esforzarnos con el reconocimiento de los derechos de las personas discapacitadas y la adaptación del sistema educativo para una verdadera integración.

Hay absoluto consenso en todos los actores sociales del valor personal y social que tiene la educación de las generaciones jóvenes. Brindar una educación de calidad a todos es una tarea que requiere de la participación de la sociedad en su conjunto. Aunar esfuerzos, coordinar, llegar a acuerdos, aprovechar los aportes de cada actor social es esencial.

Para que la educación cumpla sus objetivos, la integración debe llevarse a cabo entre el sector público, privado y la sociedad civil. El objetivo es el acceso a oportunidades de aprendizaje de calidad.

En la actualidad muchos niños y jóvenes acceden a la escuela, pero no todos reciben experiencias educativas significativas, valiosas. Algunos sólo transitan unos años por la escuela sin que nadie se comprometa con su educación. Una educación de calidad para todos es el primer objetivo.

Definir y darle contenido al término “calidad” es una cuestión que no puede universalizarse. Para un chico de la comunidad wichi, tendrá un contenido, por ejemplo, ser bilingüe. Para un nene de clase media de Buenos Aires, tendrá otro. Sin embargo ambos deberán acceder al mundo letrado, a formas de pensamiento científico de manera de ser capaces de entender el mundo, su mundo y el mundo globalizado.

Y por supuesto, en este entender el mundo, en la actualidad juega un papel importante el acceso a la tecnología y la promoción de la lectura en los soportes que haya disponibles. Saber leer y escribir no es lo mismo que ser analfabeto.

La vida de una persona analfabeta no es igual que la de alguien con acceso al mundo letrado. En esa línea de pensamiento, conocer los rudimentos de la lengua escrita no alcanza.

Para ser una persona con una vida plena es necesario ser un lector competente y crítico.

Por Ana Laura Oliva, Responsable Área Educativa Fundación Leer www.leer.org.ar

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