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En busca de la identidad lectora

En busca de la identidad lectora. Profesora Susana B. González. Licenciada en Letras.

Sugerencias para desarrollar el hábito de leer en los chicos.

Es el resultado de una serie de factores que interactúan en la creación de un ambiente propicio para la formación del niño lector. Y estos factores o condiciones determinantes deben nacer del seno familiar.

Debemos tener en cuenta:

1. La presencia de libros en los hogares, como también su valoración y uso cotidiano, contribuye a establecer en el niño vínculos intrínsecos con el hábito de leer. Es natural que el pequeño empiece por imitar a sus padres –aunque tome el texto al revés- cuando ellos están leyendo.

2. Los adultos que dedican poco tiempo a la lectura se encuentran en desventaja a la hora de exigir a sus hijos que lean. Por lo tanto, el primer paso para los padres es tomar conciencia del valor del hábito de leer. Sólo así podrán servir de modelo a sus propios hijos.

3. Aunque ello resulte difícil, debido al vertiginoso ritmo de la vida actual, es imprescindible que los papás dediquen parte de su tiempo a compartir los momentos de lectura con sus niños. En la infancia es necesario leerles con la mayor expresividad y elocuencia posible para que el pequeño, al escuchar, desarrolle su imaginación. Más adelante, cuando se convierta en un lector independiente, bastará con participar o intervenir en comentarios que permitan corroborar si ha comprendido lo leído.

4. Hay que tener presente que la lectura, además de un hábito, es una actividad intelectual que se manifiesta claramente al interpretar el texto y reconstruir su significado.

5. Conviene destinar en la casa un espacio apropiado para los libros. Éste puede variar desde una valiosa biblioteca a una simple repisa, lo importante es que los pequeños adviertan que estos huéspedes ilustres tienen su propio sitio en el hogar.

6. Saber seleccionar los libros de acuerdo con el gusto y la maduración del niño es otro de los requisitos a tener en cuenta. En la etapa preescolar son aconsejables los libros con coloridas y elocuentes ilustraciones, con textos rimados de los que surja cierta musicalidad y con frases reiteradas que estimulen la memoria del pequeño y le permitan incorporar nuevo vocabulario.

7. Posteriormente, y en la medida en que el niño va creciendo, son apropiados los cuentos maravillosos poblados de hadas y duendes que despiertan en ellos su capacidad de asombro y su imaginación… Entre los 7 y los 11 años, cuando ya es un lector independiente, resultan apropiados los textos narrados en los que abundan la fantasía mezclada con elementos moralizantes y de humor, como fábulas, mitos y leyendas.

8. En la pubertad son recomendables las novelas de aventura, en las que el protagonista es un niño o un animal, también se sienten identificados con aquellas obras que reflejan su propia realidad.

9. A partir de la adolescencia, además de los cuentos fantásticos y de ciencia-ficción, otros géneros despiertan el interés de los jóvenes. Artículos, revistas, fascículos referidos a distintos temas se convierten en el centro de sus lecturas.

10. En la selección de las obras debe siempre prevalecer el gusto de los niños. La lectura tiene que resultar una actividad formativa y placentera, jamás, en el ámbito hogareño, debe ser tomada como un hecho obligado o impuesto como castigo.

Un libro es un campo abierto a la imaginación… cultivémoslo desde la infancia.

Prof. Susana B. González

[email protected]

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