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Quebradas de las mellizas

Quebradas de las mellizas. Danny Vega Méndez, escritor de Panamá. Leyenda sobre el origen de las Quebradas de las Mellizas.

Allá, en las cercanías de la Punta Burica, nace una historia sobre el origen de dos quebradas cuyo surgimiento misterioso y sobrenatural, es asombro para todos los que la escuchan.

Jugaban tranquilamente unas mellizas de pela lacio, mejillas rozadas y con la sangre a la herencia primitiva. Ellas crecieron con la fuerza de naturaleza y la maravilla de sus secretos. Secretos que debían conocer; por ello su padre les aconsejó sobre los peligros que esconde el lugar. “Nunca escuchen a la serpiente”, les ordenaba su padre.

Una mañana en que las mellizas cumplieron sus quince años su padre salió a pescar como de costumbre. Sin embargo cual sería su sorpresa cuando en lo profundo del océano azul se encontró dos conchas que en su interior tenían hermosas perlas. “El regalo perfecto para mis hijas”, pensó.

Cada una de las hijas tomó con agrado el presente como un emblema del profundo amor de su padre. Una de aquellas tardes, la culebra, envidiosa y cruel, encontró a un de las mellas mientras se deleitaba con el brillo de la joya. “Es preciosa”, le dijo. “Pero la de tu hermana lo es mucho más” “Ambas son muy hermosas”, acotó la mella “Sí, aunque tu hermana piensa que la de ella es la mejor; yo la escuché cuando lo dijo en voz alta a todos sus amigos”. Y así con una sonrisa macabra y el silencio de la intriga, se retiró para buscar a la otra mella y llenarla de mentiras y rencores.

La serpiente cumplió su vil cometido. Los resentimientos, egoísmo y la traición se fueron adueñando de aquel humilde y antes feliz rancho. La situación se volvió tan insoportable al punto que su padre les arrebató aquellos tesoros. Y movido por la frustración, esa noche y solo con la luz de la luna, corrió hacia su bote y se perdió en la mar.

Al notar que su padre tardó días en regresar, las mellizas lloraron profunda y desconsoladamente su arrepentimiento. Y su llanto desgarrador llegó hasta el mar formando así las Quebradas de las Mellizas.

Desde entonces, y con cada luna si se mira fijamente, se puede ver correr entre esas quebradas las lágrimas de las mellizas en forma de perlas. Y con cada lágrima suplicarle al inmenso océano que le devuelva su más grande tesoro: su padre.

Fin

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