Saltar al contenido

Personas con capacidades diferentes – Reflexión

Personas con capacidades diferentes. Liana Castello, escritora argentina. Reflexión.

reflexion discapacidad

Dios nos pone a prueba muchas veces y de diferentes formas. El camino que traza para nuestras vidas no siempre es sencillo y sin baches, por el contrario, muchas veces está lleno de escollos que hay que sortear.

Nacer con una discapacidad, sufrirla en algún momento de la vida o tener un hijo con alguna dificultad son el tipo de pruebas que muchas veces Dios elije para nosotros.

Todos deseamos ser “perfectos”, absolutamente sanos, libres, movernos como queramos, disfrutar de nuestro cuerpo y nuestra mente en su plenitud. La perfección no existe sino para Dios. Todos somos sus criaturas, con habla, sin ella, ciegos, con o sin síndrome de down, todos hemos sido creados a su imagen y semejanza y para su amor infinito somos perfectos.

Cuando Dios pone en nuestro camino una discapacidad propia o la de un ser amado, sin duda ha elegido muy bien a quien debe rendir ese examen no siempre fácil de aprobar.

Convivir con una discapacidad, sea de nacimiento o consecuencia de algún accidente en el transcurso de nuestra vida, es –además de una dura prueba- un desafío. Puede vencernos y dejarnos en el lugar del que “no puede” o, por el contrario, puede encontrarnos fuertes y decididos a vencer todas las barreras posibles.

Lo mismo ocurre cuando Dios nos da en los brazos un hijo con discapacidad, del tipo que sea. El golpe es duro. Hay que sobreponerse, hay que tomar conciencia. Erguirse, saber bien cómo va a ser las cosas, que sin duda no serán como las hemos soñado, pero es lo que Dios ha decidido para nosotros como padres y para nuestro hijo como persona.

Son muchas las situaciones que se dan en la vida y que ofrecen la posibilidad de sacar a relucir lo mejor y lo peor de los seres humanos, ésta es una de ellas.

Parece tal vez una paradoja, aquello que trae consigo que lo que mal consideramos “poco perfecto”, haga aflorar en otros la entrega más absoluta, el amor más noble y perfecto.

Todos los padres velamos por el bienestar de nuestros hijos y los cuidamos con amor y esmero, pero los papás de personas que sufren algún tipo de discapacidad hacen esto y mucho, mucho más.

En principio, no se dejan vencer, aceptan la realidad, pero van por más. Tratamientos, terapias y por sobre todo amor y paciencia incondicionales. Todo esto sin dejar de sonreír y en la mayoría de los casos, sin quejas y sin cansancio. Aman a ese hijo con el amor más profundo y se dejan amar por él. Trascienden las palabras, si es que no puede haberlas, se comunican desde lo más hondo, se conocen en profundidad y aprueban este difícil examen con un diez que resulta muy pequeño, insignificante, pues merecen mucho más.

Dios también nos pone a prueba como sociedad, un examen que sin duda reprobamos una y otra vez. Nos pone a prueba como pares, como ciudadanos, como empresarios pero sobre todo, pone a prueba nuestra calidad humana.

Como sociedad nuestra “nota” no alcanza. La ciudad jamás termina de estar a disposición de las personas que necesitan rampas, accesos diferentes, etc. No hay una conciencia generalizada en las empresas de brindar trabajo a quien tal vez no camine, pero sin duda puede atender público mejor que muchos de nosotros.

Como ciudadanos, tampoco mostramos nuestra mejor faceta ante la discapacidad del otro, ante una situación diferente. No siempre somos solidarios, pacientes y aún hoy seguimos bregando para que no se discrimine a quien no cumple con el requisito de “perfección que nos imponen o nos imponemos”.

El examen es para todos pues todos somos parte de un mismo universo y todos somos hijos de Dios, con o sin algún síndrome, con una o dos piernas, caminando o en sillas de ruedas. La perfección que debemos buscar, es la del alma, no hay otra. Nuestra “cáscara” algún día será nada.

Cuando digo que estas personas son seres que Dios pone en nuestro camino en forma especial, es porque a través de ellos podemos aprender a ser mejores, solidarios, solícitos, a dar oportunidades, a ver las cosas de otra manera.

Podemos aprender muchas cosas, pero sin duda, creo que la oportunidad que no deberíamos desaprovechar es la de aprender de una vez y para siempre que la perfección está en el alma y en ella la “capacidad” y la “discapacidad” son meras palabras.

Fin

Califica esta entrada

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo