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Travesuras navideñas del Grinch y Max

Travesuras navideñas del Grinch y Max es uno de los fantásticos cuentos sobre travesuras en navidad escrito por Elvis Eberth Huanca Machaca, un cuento navideño sugerido para niños de todas las edades.

Era la mañana de Noche Buena, el Grinch y Max, buscaban a quien poder hacer, una travesura navideña.

¿De quién la Navidad podremos arruinar? – se preguntaban, mientras sonreían.

De casa en casa pasaron, pero, pareciese que todos una medida tomaron, ventanas selladas de par en par, y no había más que silencio de las paredes. Y de las puertas ni digo, porque parecían, de esas que tienen en los bancos.

La fama del Grinch, era ya bien conocida, y sus travesuras navideñas no se volverían a repetir, se había jurado el alcalde, dando como testigos a sus barbas.

Cuando creían la faena arruinada, vieron una luz viniendo de la colina, era la luz de un ángel, quien cantaba navidades, jajaja, no, mentira, era la casa de Papá y su hijo. Quienes no habían escuchado las advertencias de sus vecinos; por tenerlos como sobre exagerados.

El Grinch y Max, se acercaron sigilosamente a las ventanas, estirando sus oídos, sus ojos y sonrisa, – pensaron – esta sería una bella y linda Navidad después de todo.

Papá y su hijo horneaban galletas navideñas, para comerlas en Navidad, de una en una las dejaban en una mesa, algunas eran de chocolate, otras de miel, una mistura de dulzura y sabor.

Si algo las galletas navideñas buenas tenían, era que eran, las Favoritas de Santa Clauss, y también del Grinch.

¡Mira, Max! Ahí están esos dos tontos, como de costumbre, – dijo el Grinch – mientras reía.

¿Te gustan las galletas navideñas? Hijo – preguntaba papá.

Me gustan más las galletas que dormir

Y las prefiero más que salir a pasear, o los videojuegos.

¡Galletas! ¡Galletas! – respondió su hijo – con toda la alegría del mundo.

Se escabulleron por la ventana, y se escondieron debajo de la mesa, el plan seria sencillo, mientras ellos dejaban las galletas, ellos, poco a poco se las llevarían.

Estás galletas sí que deben estar deliciosas, pensaba el Grinch al tenerlas frente a frente.

De bandeja en bandeja las iba poniendo en su bolsa, cada vez que el pequeño dejaba las galletas, sin darse cuenta, estas desaparecían.

Y cuando la bolsa estuvo llena, Max y el Grinch salieron presurosos, con la travesura hecha,

Pero en un descuido, el Grinch se resbalo, y dejo caer la bolsa, al levantarse vio cuatro bolsas similares a las de él, no sabiendo cual escoger, recordó; que el número tres era al que más odiaba, y esa sería la que se llevaría, cogió la bolsa y salió presuroso de la casa, como brisa que lleva el viento.

Papá y su hijo, al darse cuenta que la mesa estaba vacía, que las galletas parecían mágicas, porque desaparecieron, las buscaron por toda la casa. Y solamente la nariz del niño pudo dar con ellas.

Y cuando las encontraron, se dieron cuenta que eran las galletas más deliciosas, que hubiesen probado en sus vida, esta será una bella Navidad – se dijeron.

Mientras tanto el Grinch, entendió porque el número tres, es el que más odiaba, justo cuando se sentaba para comerlas, al abrir la bolsa, Max salió de ella, lamiendo al Grinch por todo su rostro.

No había galletas en la bolsa, solo había un cachorro muy feliz, de ver un amigo, que pareciese no haber visto en miles de años.

Derrotado y triste, prendió el camino a casa, esta será una triste Navidad Max – dijo un Grinch muy pesimista.

¡Ey Grinch! Llévate estas galletas a casa – dijeron dos voces en coro – ¡Ey Grinch! Llévate estas galletas a casa.

Eran papá y su hijo, con una bolsa llena de galletas, para el Grinch y Max, esta sería una dulce Navidad después de todo Max – dijo el Grinch, esbozando una enorme sonrisa, y escapándosele un ¡Feliz Navidad!

FIN

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