Un cuento para vivirlo
Para todos los nietos, los abuelos somos fabulosos.
Yo sé que para mis nietos soy algo así como un mago extraordinario , grandioso narrador de epopeyas de antiguas guerras , solemne observador de todas las normas que protejan la ecología , guardián de la especie animal y otros títulos más importantes aún como “tatita de mi corazón “ ó “ el tata lo sabe todo “ entre otros almibarados adjetivos con besitos de sabor a miel pura.
Mis cuentos siempre se ambientan en la naturaleza viva , en lo agreste , en eso que todos los niños aman el campo , la verde gramilla con grandes árboles , cursos de agua , cerros , sierras y muchos animales.
Yo siempre les cuento unos cuentos que siempre se desarrollan en un lugar que bien conozco y que para mi encierra toda la hermosura de nuestro país , el lar de mi Madre…en el
Departamento de Lavalleja, su pequeño pueblo…” La Mariscala “.
Cuentos de caballos mágicos bajando por las agrestes sierras, de batallas libradas en la Guerra Civil , de fantasmas ululantes vagando por las sierras para ensayar sus sonidos escalofriantes entre las piedras negras y afiladas , de gatos monteses furtivos , de tormentas eléctricas en la altura de las sierras , donde la Madre Naturaleza se enfada , se viste de negro y vomita rayos y centellas , haciéndonos sentir más pequeños y vulnerables.
En esta reunión mágica de almas pequeñas andaba rondando el encantamiento , rondaba el arte de dibujar con palabras las sensaciones , de temor , de amor , de suspenso , de miedo pero por sobre todo de la más hermosa de las emociones…la aventura.
Ocurrió esta vez con ellos y en los pagos de mi Madre………..
Decidimos salir a estrenar el auto nuevo ; mi esposa , yo y nuestros cuatro nietos ( dos varones y dos niñas ) y dar un fin de semana de respiro a mis hijos y sus esposas .
Propuse recorrer los lugares aledaños a La Mariscala …” Son lugares en los que yo jugaba cuando era niño , año tras año en la vacaciones “
Fue como encender una mecha de un cañón cargado de risas , claro nuestros nietos piensan que jamás fuimos niños , que fuimos a la escuela , que nos portábamos mal y nos reprendían como hoy a ellos.
Piensan que siempre fuimos grandes.
Después de un par de horas de carretera polvorienta pasamos a saludar a mi tía en Mariscala , todo estaba igual que hace tantos años atrás , nada había cambiado , solo faltaba el perro , mi gran compinche de aventuras cotidianas.
Mis nietos corrían por el patio , protegidos del sol por el añejo parral , como solía correr yo en antaño.
La casa pareció cobrar vida con los gritos y risas de los niños otra vez
Yo estaba feliz por reencontrarme otra vez con mi vieja infancia , si¡¡¡ muy feliz.
Nos despedimos y la casa pareció poblarse otra vez de viejos fantasmas silentes.
Mi tía quedó otra vez sola , con sus recuerdos más gratos , eran su alimento para el alma y la memoria.
Luego seguimos viaje unos kilómetros como rumbo a Treinta y Tres , hacia el Cerro de la Cruz.
Mi señora prefirió quedarse descansando, en casa de mi prima.
Luego de 20 minutos llegamos , al fin………..pensé , quizás encuentre mi adolescencia vagando por allí
Llegamos al pié del cerro , como hacía tantos años atrás , con canas esta vez, , pero con las mismas ansias estar en su cobijo.
Era como un viejo y querido compañero de escuela y travesuras.
“Tata, Tata contamos algo…Dale ¡“dijeron…
Miren …allá arriba está la gran cruz de madera , a sus pies , brota un manantial de agua fresca y pura con sabor mineral por el suelo rocoso y milenario .
El agua baja por la empinada ladera y se deposita aquí ( era un rectángulo de 2 x 3 metros y 1 metro de altura , de adoquines hechos de piedra , aquellos que hacían los presos en sus largas condenas impuestas.)
Entonces les empecé a contar … cuando el rocío humedecía los pastitos verdes y amarillos , uno podía ayudado por la magia , percibir en el aire fresco matinal , los diferentes olores del campo como me enseñó la abuela , también me enseñó las señales del campo .
-¿Vos tenías abuela Tata? claro , con ella aprendí a percibir en las cercanías y por el ruido del cencerro la caballada con su yegua madrina al frente .
El olor fuerte del almizcle del zorrino vagabundo , que va dejando su olor por los alrededores a nosotros para que nos confundamos y no sepamos donde esta , pocos se meten con el sin pagarlo caro.
El olor penetrante del zorro , que “ grita “ por muchos lados para que no sepamos donde está y robarnos comida.
Los gritos de la cotorras que sentían pasar a los troperos y les copiaban , como loros que son , los gritos de ¡ tropa , arre !
A buscar cerca de la maraña del árbol uña de gato , enredados y protegidos los “ mburucuya” con su dulce corazón rojo y su exterior amarillo casi naranja , donde comíamos hasta saciarnos .
Y tal vez con suerte , caminando cerca del cauce de agua podamos encontrar higueras guachas de grandes higos negros , solo siguiendo la ruta de los benteveos que iban a sus nidos con trozos de higos en sus picos.
A admirar pájaros como nuestro hornero que hace su casa de barro de forma tal que no entra lluvia ni frío , orientada al naciente que es su reloj despertador para empezar la jornada.
O el tordo ladino que pone sus huevos en nido ajeno para que otros lo cuiden y sus pichones apenas nacen desplazan los huevos que encuentran en el nido , para no tener competencia por alimento.
La abuela me contaba que en Europa existe un pájaro que hace lo mismo , el pájaro cucú.
Y así fui entrelazando lo que ellos llamaban cuentos y eran clases de zoología , de costumbres familiares y dar a conocer en este caso a mi abuela , algo así como un árbol genealógico de primera mano.
Nombrar a personas que ya no están a través de sus enseñanzas es como traerlas a la vida nuevamente..
Y así tomados de la mano en un círculo y escuchando atentamente ; decía mi abuela era la forma en que nuestros antepasados indígenas trasmitían su conocimiento a las generaciones nuevas , de forma oral.
Y así estábamos en lo nuestro tan compenetrados , yo en lo que creía y contaba y ellos en lo que escuchaban y su imaginación transformaba en experiencia futura.
La magia había bajado a la tierra y estaba en La Mariscala , con nosotros.
Algunos relámpagos iluminaron las sierras amenazando con lluvia y algunas hojas secas comenzaron a revolotear al son del viento loco de las sierras minuanas.
Las primeras gotas provocaban un ruido sordo en las hojas , teníamos el auto a la mano , así que no quise que nos fuéramos aun.
Siempre me alegre de ello porque en ese instante….nació la magia.
Era tal el encantamiento en el circulo formado que cuando comenzó a llover , no caía agua en torno a nosotros , parecía que un paraguas invisible y mágico nos protegía.
Con mis nietos nos mirábamos embelesados y sus ojitos brillaban con su inocencia y su asombro .
Mi corazón latía de prisa , no entendía nada pero no importaba mucho.
Entonces en ese momento de quietud y sosiego , aparecieron tres palomitas torcazas , pequeñas y grises quizás huyendo de la lluvia , se adentraron en “ nuestro circulo “ y daban saltitos y picoteaban los pastos. “ No se muevan “...les pedí y no habría sido necesario pues estaban los cuatro inmóviles observando .
Una de las palomas , la más audaz trepó el regazo de mi nieta más pequeña ante el estupor de ella.
Y allí estuvieron por unos minutos.
Nada dijimos , paró de llover y las palomas se fueron .
Nos quedamos mirando, yo asombrado, mis nietos riendo.
Reían de alegría , felices y me decían :” ¿ ¡¡¡ como lo hiciste Tata ¡¡¡? “ y yo les dije que habíamos sido todos, que la magia era de todos nosotros , no mía.
Mas reían , mas saltaban , mas festejaban y elevaban sus manitos al cielo a modo de agradecida plegaria.
En el auto se comentaban entre ellos a su propia manera lo sucedido , su inocente niñez asimiló todo sin juzgar nada , solo nosotros los adultos buscamos un porque para cada cosa y nos perdemos la esencia
nos perdemos la fantasía , nos perdemos los ángeles , será porque perdimos , al crecer , la luz interior ¿
Los niños llegaron a la casa gritando “¡¡¡ hicimos magia con el Tata ¡¡¡“…felices , pletóricos e inocentes
Fui criticado por decirlo de alguna forma , por los adultos presentes , que juzgaron si saber y me dijeron que no era bueno llevar a los niños a un mundo irreal.
Buscando furioso la forma de relatar cual había sido la magia , mis nietos me llaman entre risas para mostrarme tres palomitas torcazas que picoteaban en el patio , ¿ serian las mismas ? …para mis nietos sí y con eso bastó.
Se esfumó la furia y pasó a ser una moderada lástima por esos adultos que habían perdido la niñez , yo gracias a Dios no lo había hecho.
Hace rato pasé los 60 y aún sigue el niño en mi , aunque a veces es difícil convivir en este mundo.
Pero todos los días aconsejo a mis niños que envejezcan por fuera , que la piel se aja pero el alma nunca jamás y mientras tengamos el alma jovial , disfrutaremos de la magia , Dios se hará cargo de ello.
Fin
Cuento sugeridos para adolescentes y jóvenes.