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Our hell: Los señores de la noche. Cuento de vampiros

Our hell: Los señores de la noche. Cuento de vampiros

Cuento de vampiros sugerido para jóvenes y adultos.

Tus ojos picaros, risueños y traviesos, tu sonrisa insolente, despreocupada, tu largo cabello rizado corriendo contra el viento.

Tu sombra que abandona la mía, tus labios que me niegan el cielo, tu mano que suelta las mías, nunca las perdonaré, mientras tenga vida, mientras tenga vida.

Tus palabras de amor en mis oídos, el aroma de tu cuerpo, tus latidos cerca de mi frio y helado corazón, tus lágrimas, tus lamentos, tus besos, tus juramentos de amor, nunca las perdonaré, mientras tenga vida.

Tu baile descarado bajo la lluvia, tu tonto mal humor sobre las pequeñas cosas, tu inocente comportamiento infantil, siempre las voy a amar, mientras tenga vida, mientras tenga vida.

Tus falsas promesas, tus mentiras y verdades tan crueles, tus sueños ardientes, tus oraciones despiadadas, tus suplicas a un Dios mudo, siempre las odiaré, mientras tenga vida.

Prieta era una región del mundo olvidada por Dios, era una ciudad costera ubicada en el sur del viejo mundo, rodeada por dos enormes cerros que la cubrían de principio a fin, en sus tierras no crecía nada más que el hambre y la desolación de sus niños, jamás llovía, lo único que tenían era al sol abrazador y las más heladas noches que se pudieran sentir.

Era una región tan pobre que jamás había sido ambicionada por otros países extranjeros, pero aún tenían un recurso que los demás reinos querían, estaba rodeada por los países más poderosos del antiguo mundo, los cuales siempre estaban en guerra entre ellos mismos, el hambre y la muerte eran muy comunes en esta ciudad. Muy pronto las costas fueron invadidas por soldados y mercenarios quienes los secuestraban para venderlos como esclavos, sus gobernantes buscando una mejor posición en otros países, vendieron la región entera, y esa venta incluía a cada ser viviente que viviera en Prieta.

La gente de este país escribió muchas cartas y pedidos de auxilio, las cuales fueron mandadas a todos los Lores de la tierra, a los santos de la iglesia, a ricos comerciantes, comandantes de muchos ejércitos, pero nadie respondía a su pedido, ni siquiera un noble que estuviera en ruinas se compadeció de ellos. Era todo, lo único seguro era la muerte. No había rey o santo que pidiera por ellos, nadie en el mundo quería ayudarles a sobrevivir, después de todo este no era el país más rica del mundo, menos tenia tesoros escondidos dentro de ella que no hayan sido robados.

Muchos días después de que dejaron de mandar cartas, alguien que no fue invitado llegó a la ciudad, tenía que ser un noble, o quizás el príncipe de un reino lejano, la gente de la ciudad salió a las calles a recibir a quien debía convertirse en su rey. Montaba un brilloso corcel color negro, tenía el cabello del color tan oscuro como la nada, unos ojos rojos muy profundos como los de la sangre, tenía una mirada muy triste. No, no era ningún príncipe perdido, o de un reino lejano, aquella persona que recibieron era lo que se conocía como un Señor de la Noche, un vampiro, temidos por todos, y cazados, durante cientos de años estaban en guerra constante contra la humanidad.

Sin decir ninguna sola palabra se adentró y terminó perdiéndose dentro de la ciudad.

La gente lo buscó, y al encontrarlo notaron que estaba muy cansado, seguro llevaba muchos días sin comer y por las heridas que tenía lo más probable es que había tenido una difícil contienda, arremetieron contra él, lo cazaron y persiguieron pensando que él debía ser su verdugo. Lo único que atinó a hacer fue a escapar. No tenía ni las fuerzas para asustar a un niño.
Optó por esconderse en una casa afueras de la ciudad.

-¿Quién eres? No, no soy nadie respondió ante esa voz de mujer que se escondía entre las sombras, y ella volvió a preguntar ¿quién eres?

-No soy nadie – replicó – si te buscan quédate aquí, nunca nadie viene, creen que estamos malditos solo por el hecho de ser muy pobres, así que no te molestes en esconder tu identidad, aquí puedes estar tranquilo.

Ella se llamaba Gisell, era una joven muy hermosa, vivía en las afueras de la ciudad, se dedicaba a acoger a todos aquellos niños que habían perdido a sus padres, y los cuidaba como suyos.

-Si este país es tan pobre ¿Por qué simplemente no se van a otro?

-Usted viene de una tierra lejana ¿no es cierto?

-Si, así es, el lugar de donde vengo está a muchos años de aquí.

-Aquí hemos nacido, no tenemos mucho y aquí todo tiene un dueño, pero el aire, las flores y el viento, son nuestras, es algo que nadie nos las puede quitar, en ninguna parte del mundo crecerían flores tan hermosas como estas, quizás de otros colores y tamaños sí, pero ellas no se pueden comparar a las que crecen en tu tierra natal.
A pesar de que no tenemos nada, todos tenemos la esperanza de que las cosas no siempre serán así, aun no nos hemos rendido. Al parecer usted se rindió hace mucho tiempo.

-No es que me haya rendido, es solo que he vivido tanto tiempo, he visto tantas cosas. Cosas que te horrorizarían – ella tenía que ser un ángel – si los héroes aparecen en los momentos más difíciles, ella tenía que ser uno de ellos.

El tiempo que vivió con Gisell y los niños, fueron mágicos, aquel rostro que jamás había sonreído ahora lo hacía, aquel que siempre dormía teniendo pesadillas, ahora tenía los más hermosos sueños, todos con un final feliz. Ambos se habían enamorado, eran muy felices, en esos momentos ambos tocaban el cielo.

Pero, pronto llegó las noticias de una nueva invasión, un enorme ejército se acercaba a la ciudad estaba a pocas horas de ellos, la gente estaba desesperada, la fin todo acabaría.

Él se llamaba Ligardo, no tenía donde ir y menos donde vivir, al llegar al medio de la ciudad, Ligardo se levantó en medio de la plaza, y dirigiéndose a toda la gente les hizo promesas de días mejores, de un futuro en el que se podría vivir. La gente al principio no creyó en sus palabras, pero no tenían nada más que perder, si la mano de Dios te había abandonado, quizás la del diablo te acoja, es lo que se dijeron entre ellos.

La única condición que les puso Ligardo es que le juraran lealtad eterna, y él traería un nuevo mundo a ellos.

Ligardo hizo frente al ataque de aquellos mercenarios, haciéndolos huir lejos de la ciudad.

Prieta era una ciudad contaminada, enferma, llena de plagas y toda suerte de enfermedades, Ligardo les enseñó el valor de la medicina, aunque muchos lo consideraron hechicería, expulsó a todo malhechor que pudiese vivir en la ciudad, defendió a la ciudad contra los ladrones del desierto, y pronto su fama no fue ajena a otros reinos, que venían constantemente a Prieta a secuestrar gente para venderlos.

En un breve período armó un ejército que invadió los reinos vecinos, increíblemente sin ni siquiera usar sus poderes, sus victorias fueron contundentes, era su salvador, Prieta estaba salvada, Prieta estaba salvada, eran las noticias que recorrían toda la ciudad, al fin esos rostros magros y duros, dibujaron en sus cansados semblantes una sonrisa. Prieta estaba salvada.

El rey que había comprado Prieta, vio que sus negocios estaban en peligro, así que urdió un plan para acabar con Prieta y su nuevo líder.

Convocó a todos los reyes y sus abanderados, la formación de tal alianza solo tenía la consigna de acabar con Ligardo, su mensaje llegó a algunos Señores de la Noche, los cuales veían como aberración que uno de los suyos trabaje con los humanos. Los ladrones del desierto, mercenarios y mercaderes de esclavos también asistieron. Así que todos juntos hicieron un plan, convocarían a todos los líderes de Prieta lejos de su tierra, y mientras ellos estuvieran fuera, ellos tomarían el país recién formado y con la ayuda de los habitantes de Prieta marcharían contra Ligardo y sus hombres.

Prieta sería un ejemplo para los demás países pequeños que buscaban revelarse, Ligardo fue citado en el extremo del continente, le hicieron promesas que la guerra acabaría, que reconocerían a Prieta y sus gentes, como personas libres, pero deberían ir desarmados. El, olvidó lo que hay dentro del corazón del hombre, estaba ciego, tenía su fe puesta en esta cruzada, quería regresar lo más pronto posible para ver a la mujer que vivía en sus sueños.

Mientras él se dirigía a la reunión, Prieta fue invadida, atacada y asolada, resistió más tiempo de lo que esperaban, pero nada pudieron hacer contra semejante ejército, los brazos de sus ancianos, sus mujeres y sus niños pronto se cansaron, pero aun así decidieron seguir luchando, no hubo nadie que escapara de la ciudad.

Ligardo y sus ejércitos, fueron azotados por un ejército de miles, cansados, sin armas y con hambre lucharon lo más que pudieron, al acabar la batalla solo quedó la cuarta parte del total que eran, cabalgaron con prisa hacia Prieta. La desesperación invadió su cuerpo, no entendía que había pasado, que este bien, que este bien se repetía. Por favor Dios que este bien… Su desesperación era tal que recurrió al ser que jamás había mencionado.

Prieta había caído, y se reunió a todas las personas en el centro de la ciudad, se les dijo que si tomaban las arma contra Ligardo ellos conservarían la vida, pensaron que la guerra había acabado con esto, los Señores de la Noche y los reyes estaban a punto de presenciar algo que nunca imaginarían, los habitantes de Prieta se pusieron de pie, y en un solo grito unísono dijeron No…

La suerte estaba echada, ya había sido decidido que harían un ejemplo de ella, antes de que el sol salga, todos fueron asesinados, no dejaron absolutamente nada en Prieta. Los niños fueron tomados como rehenes, tendrían un buen precio en el mercado. Prieta fue incendiada y de sus últimos días no se sabría nada.

Cuando llegaron a la ciudad, tanto horror no cabía en sus ojos.
Tardaron todo un día entero en enterrar a todos los que habían muerto…

El paisaje era desolador, todos habían muerto, Ligardo estaba destrozado no solos sus sueños habían muerto ese día, sino también la persona que más amaba Gisell. Se quedó mucho tiempo abrazado a su cuerpo.

Si tan solo hubiese estado aquí, perdóname, si tan solo no te hubiese dejado, Ligardo optó por asumir toda la culpa, se echó la culpa de toda vida perdida, ninguno de sus hombres le echo la culpa de nada, porque sabían que habían muerto libres, pero aun así, él se culpó solo.

Si tan solo hubiese estado aquí, mientras tu pedías por mi ayuda, yo, yo estaba al otro lado del mundo. Perdóname…

En poco llegaron noticias de lo que pasó, que los Señores de la Noche se habían unido a aquellos reyes que buscaban su destrucción, y que su ejército regresaba a su región, lleno de ira y enfurecido por la cólera, cabalgó hacia el encuentro de ellos, seguido muy de cerca por sus hombres, atacó durante el amanecer a aquella alianza, la furia con que luchaban, el estruendo de las espadas chocando con los escudos, era muy atemorizante. Y llegada la noche Ligardo levantó su espada contra los Señores de la Noche, desde el principio fue una pelea dispareja, pero él estaba lleno de ira y odio, clavó sus colmillos en los cuellos de ellos, separo con sus manos sus cabezas de sus cuerpos, y arrebato sus corazones de sus pechos. Se convirtió en el primer Vampiro en combatir contra los suyos, tomo la vida de cada uno de ellos, la victoria era suya, habían ganado, y sus rivales cansados y vencidos huyeron a toda prisa.

Esa noche Ligardo tomó la vida de cuantos pudo, la furia que emanaba de él, aterrorizaba incluso al sol, quien demoraba en salir.

Ligardo, había cometió el tabú, jamás nadie había levantado su espada contra un Señor de la Noche, seguro esto sería castigado. Los Vampiros llamaron a esa batalla, como la noche de la Luna Azul.

Cuando se disponía a atacar las ciudades de esos reyes, y no dejar ninguna sola piedra en pie, sus hombres habían rescatado a lo único que había quedado de Prieta, los niños, aun había esperanza, aun podía haberla, se dijo dentro de él.

La esperanza en que creía la persona que tanto amaba, aún estaba ahí, el amor de ella aún estaba vivo. Inmediatamente cayó de rodillas y derramó todas las lágrimas contenidas dentro de él.

Se dirigió a Prieta y comenzó a reconstruir la ciudad, la noticia pronto se expandió, cruzo mares y tierras lejanas, muchos Vampiros supieron del desafío de Ligardo, y vieron en él lo que tanto habían buscado, la libertad.

Los Señores de la Noche eran los Vampiros más fuertes, descendientes directo de aquel innombrable. Su sangre era más pura que cualquiera, nunca nadie había matado a uno de ellos, y Ligardo quien también era un Señor de la Noche, tenía que ser el rey de ellos, se dijeron. Y pronto acudieron a Prieta.

Luego del juramento fueron aceptados en la ciudad, y toda persona que soñaba con la libertad era bienvenida ahí, en poco tiempo los demás reyes fueron obligados a reconocer a Prieta como una tierra libre, una tierra en la que ninguno de ellos tendría influencia, por miedo y terror cedieron parte de sus tierras como compensación por todo lo causado.

No podían hacer nada, incluso los Señores de la Noche de otras regiones aceptaron, pero jamás olvidaron el desafío hecho por Ligardo. Un nuevo mundo estaba construyéndose, la era de las guerras había acabado. Prieta estaba haciéndose muy conocida, y poco a poco se convertía en un reino próspero y muy rico, su rey Ligardo vivía en la torre negra, un palacio tan hermoso que jamás se había visto en cualquier lugar del mundo.

Todavía no sé si soy bueno o malo, solo se, que te quiero mucho, quizás es porque nadie me había querido como tú me quisiste a mí.

Nunca se lo he mencionado, pero si yo hubiese sido la persona más importante en su vida, habría sido inmensamente feliz… Pero supongo que no tiene más vuelta de hoja, sólo significa que yo no era esa persona. Estas cosas pasan continuamente, esta ocasión es sólo una de tantas. Aun así, que estas emociones me desborden son la prueba de mi capricho egoísta. Gisell…

Dedicado a Lauri Rodríguez, el ángel que me prestó sus alas para alcanzar mis sueños…

Fin

Cuento sugerido para jóvenes y adultos.

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