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Monedas de oropel ◁ «Mijo recuerde que «no todo lo que brilla es oro»»

Por Alberto Suárez Villamizar. Historias cortas.

También suele decirse que «no es oro todo lo que reluce», pero quizás la necesidad hace que nos demos cuenta muy tarde. O esto es lo que pudo haberle pasado al protagonista de «Monedas de oropel«, una historia corta del escritor colombiano Alberto Suárez Villamizar, recomendado para adolescentes, jóvenes y adultos.

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Monedas de oropel

Después de tanto tiempo de haber salido de casa en busca de fortuna, ahora debía dar marcha atrás, y emprender el camino de regreso, habiendo partido con su maleta llena de ilusiones, hoy regresaba con sus manos vacías. Ahora sentado en las gradas de concreto del viejo puerto, recordaba el momento en que se había embarcado en esta aventura:

Buenos días señor –le saludó una voz a través del teléfono–.

Buenos días, -respondió intrigado al saludo de aquella mujer para él desconocida, que interrumpía sus ejercicios matinales–.

Señor me dicen que usted es una persona experta en minería y que me podría ayudar a dirigir la explotación de una mina de oro que tengo en las selvas del sur. ¿Usted está disponible? Estoy necesitando una persona de su capacidad. ¿Se iría a trabajar conmigo?

Claro que sí, con mucho gusto –respondió inmediatamente-.

Luego de acordar las condiciones de su vinculación alistó su maleta, y esa misma noche inició el recorrido que lo llevaría a esta región selvática. Tenía algunas situaciones económicas apremiantes, y veía ahora la posibilidad de resolverlas, por lo tanto, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario.

Tomó un autobús, luego otro, y así sucesivamente hasta llegar a su destino, donde esperaban su arribo después de cerca de veinticuatro horas de viaje.

El lugar estaba bastante lejos, pero lo motivaba una razón especial para aceptar esta oportunidad de trabajo: era una mina de oro, por lo tanto allí no se verían dificultades económicas, teniendo en cuenta el valor de la producción.

Una vez llegó a la población de El Retiro, cercana a la zona de explotación, guardó sus pertenencias en la habitación que le habían asignado, y fue a conocer el interior de la mina.

Monedas de oropel - Historia corta

En la primera visita al lugar pudo sentir que su presencia no fue del agrado de los aborígenes que trabajaban allí, y que serían sus ayudantes. Sin embargo, pensó que poco a poco se ganaría su respeto y su confianza, como ya le había ocurrido en otras oportunidades. Sólo era cuestión de esperar, por ahora quería ver el funcionamiento al interior de las galerías, y el estado de los equipos.

En horas de la noche en el interior de su habitación pensó la situación:

Quizás por el deseo de obtener unos ingresos que ayudaran a resolver algunos problemas, no había pensado en lo lejos que se había desplazado. Era cierto que estaba acostumbrado a vivir lejos del hogar, pero en esta oportunidad la distancia era muy grande.

Al fin el cansancio le dominó cayendo en un profundo sueño, en el cual se veía regresando a casa cargando dos pesadas bolsas llenas de oro, siendo recibido alegremente por su esposa y su hija tras varios meses de ausencia.

En las primeras horas, inició su primer día como encargado de la producción de la mina.

Señores buenos días –dijo presentándose al grupo– quiero que formemos un buen equipo, para obtener buenos resultados, de todos depende que nos vaya bien en la explotación. La consigna debe ser trabajar siempre unidos, apoyarnos mutuamente, es decir seamos unos para todos -terminó diciendo, invitándolos a iniciar sus labores-.

La temperatura del lugar era bastante alta, pues se encontraba en época de verano, pero para él no le ocasionaba ningún problema, ya que la mayor parte de su vida había estado en zonas de climas similares al que ahora enfrentaba.

Hizo un recorrido por todos los sitios de trabajo, y fue dando instrucciones para corregir las situaciones que según su criterio, no se estaban ejecutando correctamente. Notó que algunos de los operarios no recibían de buen agrado sus comentarios.

Su principal preocupación en este momento, era la de obtener buenos resultados, que demostraran porqué había sido contratado, por lo tanto debía hacer las mejoras que fueran necesarias.

En pocos días los cambios saltaban a la vista, y sus logros eran reconocidos por los mineros de la región. Ahora todas las semanas arribaba al lugar un pequeño avión, para recoger la producción del preciado metal, y llevarla a los mercados de la capital, situación que le hacía pensar en la recompensa que recibirían los trabajadores, que con ilusión esperaban las fechas acordadas para recibir su pago.

Pero, se cumplían los plazos y los dueños de la mina no cumplían sus compromisos, limitándose a pedir que tuvieran paciencia para recibir sus salarios. Días después no volvieron a obtener respuesta, ya que no contestaban a los frecuentes llamados de los administradores, solicitando el pago de sus salarios, lo cual produjo la perdida de la moral de los mineros, en su mayoría habitantes de la región, quienes abandonaron sus lugares de trabajo, al ver que los dueños de los equipos de producción los retiraban, ocasionando la parálisis total de la explotación.

Por eso ahora, sentado en las gradas del viejo puerto, esperando el arribo de la embarcación que lo llevaría de regreso a casa, sentía tristeza al recordar las ilusiones que se hizo con este trabajo, y que no se llegaron a cumplir. Volvía a casa con las manos vacías. Pensaba en su esposa y su pequeña hija, quienes le esperarían con alegría, ignorando la suerte que en esta ocasión le había correspondido.

No pudo evitarlo, y sintió que las lágrimas caían por sus mejillas ajadas por el sol, al recordar las palabras que un día escuchó decir a su madre:

Mijo recuerde que «no todo lo que brilla es oro».

«Cuánta razón tenías madre» pensó, mientras con el puño de su camisa secaba las lágrimas de su rostro, y a lo lejos se acercaba una pequeña embarcación.

Fin.

Monedas de oropel es un cuento del escritor Alberto Suárez Villamizar © Todos los derechos reservados.

Sobre Alberto Suárez Villamizar

Alberto Suárez Villamizar - Escritor

Alberto Suárez Villamizar nació el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Bucaramanga, departamento de Santander, Colombia. Cursó sus estudios de enseñanza básica media hasta finalizar en 1976, en Bucaramanga. Actualmente trabaja con empresas de ingeniería civil que se dedican a la construcción y mejoramiento de vías.

“Escribo por Hobby, y mi mayor satisfacción es que mis escritos lleguen a todas aquellas personas amantes de la lectura”.

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