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La danza de las espadas: La torre sobre las cumbres

LA DANZA DE LAS ESPADAS: LA TORRE SOBRE LAS CUMBRES
Una historia fantástica y épica, que cuenta sobre la lucha de valientes caballeros, en una época donde la justicia esta en manos de sus gobernantes.
La noche era oscura, oscura como el negro de sus ojos, el frio congelaba las entrañas más profundas, y los caballos, uno en uno relinchaban a su alrededor.
El enorme semental negro de Sir Estephan de Browinn, había seguido la marcha durante todo un día, sin descansar, tan pronto habían llegado a las fortalezas entre las cumbres, de la Forte, los caballeros al servicio del señor guardín de la fortaleza, salieron a recibirle, y uno en uno presentaron sus respetos; al heraldo de su gran Lord, quien era uno de los principales del reino.
El primero fue Sir Mansonn de las peñas, tenía tantos años como sus largas y rizadas canas blancas, vestía una armadura verde amanecer, y en el pecho llevaba esculpido una torre en lo más alto de las cumbres, en metal blanco esmeralda, a su brillante armadura, le acompaña una larga capa rojo oxido.
Luego siguieron los hijos de un antiguo señor, Sir Preston, y Sir Agust Flower, ambos tan regordetes como lo había sido su padre en vida, eran tan grandes y pesados, que a duras penas los caballos, soportaban el peso de sus señores. Ambos vestían armaduras gemelas, eran de un color blanco marfil, sus yelmos tenían la forma de un halcón, el símbolo orgulloso de los señores de las cumbres, sus escuderos, dos muchachos flacos y escuálidos, a duras penas cargaban los pesados escudos de sus señores, aquellos escudos eran incluso más grandes, que ellos mismos, tenían grabadas la fortaleza sobre cumbres, símbolo del señor al que habían jurado lealtad.
Hacia frio, hacía mucho frio, tanto para los hombres como las bestias, pero la reunión proseguía, todos los guardias; notaron como las voces de sus señores expresaban preocupación, y en otros momentos, parecían muy furiosas, el rojo de sus rostros, las arrugas en sus expresiones, decían mucho, y solamente pudieron entender una palabra – Debe morir… Debe morir.
Ya lo hemos acordado – replico sir Preston Flower, que había aceptado la petición de su Lord, antes de conocerla – está bien, tenemos que matarlos a todos, nadie puede invadir nuestros dominios y burlarse de nosotros, replico Sir Estephan de Browinn. Es todo, entraremos de noche, mientras ellos duermen, y los mataremos con espada, después incendiaremos todo, y se dirá que fue un ataque de los salvajes.
El más viejo de todos Sir Mansonn de las peñas, se mostraba en contra, y sus palabras solo eran de honor y orgullo, él no iba a participar en esta misión – Esto no es nada noble para un caballero, no participare en esta monstruosidad – Exclamaba una y otra vez en voz fuerte, como para que todos los presentes supiesen de su inocencia.
Está bien, no participe Sir, pero tampoco interfiera, y jure guardar en silencio esta reunión, vuelva a sus colinas lo más pronto posible – sentencio muy furioso Sir Estephan de Browinn. – Y lleve a sus hombres con usted.
Aquella noche no había luna, y se habían organizado de esta forma, Sir Preston Flower, llevaba doscientos jinetes, con armaduras pesadas a caballo, todos armados y sin ningún estandarte.
Su hermano, Sir August Flower y sir Estephan, eran acompañados por cien hombres a caballo, todos con pesadas armaduras, también llevaban una infantería de doscientos veinte hombres a pie, armados con lanzas y espadas. Ninguno llevaba estandarte alguno.
Las circunstancias no podían ser mejores para ellos, recientemente se habían visto salvajes por la zona, quizás algún otro señor podría socorrerles ayuda, pero no podían confiar en nadie más, esto debería ser un acto de discreción.
En aquella fortaleza, apenas había unos doscientos soldados, calcularon, sus torres eran muy altas. de color amarillo humo, y solo había una puerta de ingreso, de duro roble negro con enchapes de hierro fundido, estaba oscuro, muy oscuro, no se podía ver el emblema de los señores de la fortaleza.
Sir Estephan de Browinn, se adelantó a todos, y ordeno a los guardias que abrieran las puertas, les dijo que traía un mensaje urgente, del Lord de las cumbres; del bolso de lana color azul, la cual colgaba de su semental negro, saco una carta, todavía con el sello sin romper, era tan oscuro, que no vieron a todo el ejército, que estaba tras Sir Estephan de Browinn.
Bajaron la puerta y entraron, uno en uno, manteniendo la calma, muy presuroso el mayordomo de la fortaleza salió a darles la bienvenida, llevo pan del día, carne de ternera recién asada, y vino de uva, y ellos pagaron su amabilidad, con espada y sangre.
Se oyeron primero risas, luego susurros, después se escucharon órdenes y gritos de guerra, y al final; solo se escuchaba el sonido de los pesados pasos de los caballos, el sonido de las espadas impactando contra escudos, el silbido de las flechas cortando el viento.
Hasta que… Solo quero el silencio, era el sonido de la muerte…
De lejos se podía ver a duras penas, como un grupo de jinetes entraban a la fortaleza, y como los guardias luchaban tenazmente por protegerla.
Sin antorchas, ni luces, mataron a todos a ciegas, no dejaron a ninguno solo con vida.

  • Pero que batalla – decían los soldados con entusiasmo – Llevaban mucho tiempo sin pelear, y para otros, era la primera vez que derramaban sangre.

Habían muchas cabezas clavadas, sobre largas picas de madera, no eran ni doscientos, ni cien, los defensores de la fortaleza, eran menos de cincuenta hombres, los que mataron esa noche, pero, pelearon como bravos guerreros, aguantaron hasta que sus espadas y manos fueron doblegadas. Aguantaron hasta que la luz del sol pudiese cubrirlos, y la noche, diera paso al nuevo día.
Con el sol sobre ellos, pudieron ver quienes ocupaban aquella fortaleza, todos, hasta el último de los que estaban ahí presentes, fueron invadidos por el miedo y el caos, los estandartes eran un gallo dorado sobre, un campo rojo sangre, era el emblema de la familia Breaker, una familia rival del señor de las cumbres, desde los orígenes del reino se habían jurado matarse unos a otros. Solamente un decreto de su rey, logro la paz entre estas dos casas.
Todo estaba en silencio, todo estaba en silencio, todo estaba en vacío, y solo se podía escuchar la risa de Sir Estephan de Browinn, muy feliz se regodeaba, al contemplar una cabeza sobre la pica más alta, era un joven de cabellera rubia, ojos azules, y una piel muy clara, no pasaría de los quince años, quizás fuese algún hijo de la familia Breaker, conocidos por su ferocidad y salvajismos.
Pero… ¿Qué hacían tan lejos de sus dominios? – se preguntaron todos. Y de repente, uno a uno recordó el lema de la familia Breaker, “Como una tormenta, vendremos”
Definitivamente, los señores del pozo azul nunca perdonarían esto. La guerra pronto comenzaría.
CONTINUARA…

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