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El destino dijo: ¡no! 💔 «¿Habrá encontrado otro amor y se ha olvidado de mí?»

Por Alberto Suárez Villamizar. Historias cortas.

El destino dijo: ¡no! es una historia corta sobre amor y desencuentro, donde las cosas no siempre salen como las deseamos y programamos. Del escritor colombiano Alberto Suárez Villamizar, recomendado especialmente para jóvenes y adultos.

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El destino dijo: ¡no!

El destino dijo no - Historia corta
Foto de PxHere

Transcurre el mes de enero de 1935 en la pequeña ciudad de Altamira, en…, situada al norte de Sudamérica.

Carlos, creo de definitivamente no conseguiremos trabajo acá, a pesar de tantas gestiones no resulta nada.

Es cierto, Sandra, hemos agotado todos los recursos y no encontramos trabajo.

Pienso que debemos aceptar la ayuda que nos ofrecieron esos señores, y hacer el viaje a Nueva York, explorar nuevos horizontes. Ocuparnos en algo Carlos, así no podemos seguir.

Si Sandra, pero el dinero que tenemos ahora no alcanza para que viajemos juntos. Tendría que ir uno primero, buscar instalarse, y luego saldría el otro y nos reuniríamos nuevamente.

Era una idea que venían madurando desde hacía algunos días, luego de conocer a unas personas que por cierta cantidad de dinero se ofrecían a llevarlos al país del norte, aún en condición de indocumentados.

Se podría decir que nacieron el uno para el otro.

Tanto Sandra como Carlos habitaron la misma cuadra del viejo barrio de aquella ciudad que los había visto nacer cerca de tres décadas atrás. Asistieron a la misma escuela y adelantaron sus carreras en la misma universidad. Como resultado, al terminar sus estudios y siendo ya mayores se hicieron pareja. Habían intentado emplearse, pero las posibilidades en esa pequeña población eran nulas, y la situación no se veía mejorar a pesar de la insistencia de los dos.

Luego de varios días de espera habían tomado una decisión: ella se iría primero y buscaría ubicarse laboralmente, luego enviaría una carta comunicándole a Carlos la dirección y la manera de contactarse con ella una vez estuviera en «la ciudad de la gran manzana», el plazo fijado para que él emprendiera el viaje fue de dos meses.

Al momento de decidir el viaje tuvieron en cuenta las dificultades que debían sortear: Una era el ingreso a ese país como indocumentados, ya que la solicitud de una visa acarreaba unos costos que no estaban en posibilidad de sufragar. Sin embargo, conocían la historia de algunos inmigrantes que luego de cierto tiempo de mantenerse como ilegales habían adelantado los trámites necesarios para su permanencia en ese país; el otro problema era la barrera que representaba la comunicación, pero consideraban que poco a poco dominarían el nuevo idioma tanto en forma oral como escrita.

El sueño americano.

Sandra inició el viaje los primeros días del mes de febrero, era una buena fecha, para ese entonces ya habría terminado el invierno. Después de cuatro días de viaje arribó a la gran ciudad en busca de cumplir «el sueño americano».

Logró contactarse con algunos inmigrantes y, luego de algunos días, se empleó como chef en un pequeño restaurante, con lo cual obtenía los ingresos necesarios para sostenerse y rentar una modesta habitación en la cual se encontraría con Carlos, una vez éste ingresara al país.

Pasados los dos meses de su llegada –según lo acordado- envío a través del servicio de correos la misiva donde le contaba cómo había pasado este tiempo y le indicaba la dirección y la forma de hallarla una vez llegara a la ciudad.

Por su parte Carlos, desde el momento de la partida de Sandra, se había dedicado a terminar algunos trabajos con el fin de reunir dinero suficiente para su viaje. El tiempo transcurrió según lo previsto, y cumplido el plazo esperó pacientemente aquella carta que le indicaría como encontrarse en aquella ciudad con la mujer que tanto amaba, pero la misiva no llegaba, y todos los días al indagar por ella en la oficina de correos siempre le daban la misma respuesta: «No hay correspondencia para usted».

Desesperado, luego de tres meses de la partida de Sandra, se comunicó con quienes ayudaron a su compañera a ingresar al país del norte, y decidió emprender el viaje para ir en su búsqueda. La duda lo embargaba y el temor de perderla lo llenó de valor.

Su impresión al llegar a Nueva York fue enorme.

La ciudad era inmensa, y él estaba habituado a poblaciones como Altamira su tierra natal de donde no había salido hasta ahora. Se sintió perdido en la gran selva de concreto.

Inició la búsqueda, pero no fue una tarea fácil. Además de no contar con una dirección donde ubicarla, no conocía el nuevo idioma, por lo cual no podía comunicarse con alguien pidiendo ayuda, además debía vivir ocultándose por su condición de inmigrante ilegal. Pensó acudir a las autoridades, pero eso era delatarse y delatar a Sandra por su situación de indocumentados, logrando con eso que los expulsaran del país.

Buscó por todas partes, pero todo fue en vano. Poco a poco fue acabando con el dinero que llevaba y que gastaba en su sostenimiento hasta agotarlo, ya que tampoco lograba emplearse.

-¿Qué habrá pasado con Sandra, por qué no me escribió enviándome una dirección donde encontrarla? -se preguntaba Carlos.- ¿Habrá encontrado otro amor y se ha olvidado de mí?

Las dudas lo atormentaban y sumió sus penas en el licor.

Al acabar con sus ahorros tuvo que vivir en los callejones donde habitaban otras personas de su condición, ocultándose de las autoridades para evitar la deportación. Así fueron pasando lo meses y los años degradándose hasta consumirse en el mundo del vicio.

-¿Por qué no viene a buscarme? -diariamente se preguntaba Sandra.

Había enviado en aquella carta todos los datos necesarios para que la contactara, pero pasado tanto tiempo no tenía noticias de Carlos.

-Quizás quiso deshacerse de mí y decidió abandonarme- pensaba en las noches en la soledad de su habitación. Sin embargo, seguiría luchando, así lo había decidido. Después de cierto tiempo lograría el sueño de su vida: establecer su propio negocio de comidas.

-¡Qué bueno sería tener a Carlos a mi lado -pensaba con nostalgia.- Algún día aparecerá. Era imposible que la tierra se lo hubiera tragado -se decía a sí misma, tras pasar el tiempo y no tener noticias suyas.

Tras varios años de su llegada a aquel país, convertido en un habitante de la calle.

Y por el contacto con aquellas personas que compartían su suerte, Carlos ya lograba hablar y leer el nuevo idioma. Y fue una noche cuando se alistaba a dormir, como otras tantas en un desolado callejón en medio de aquellos seres marginados y hundidos en la mayor degradación a causa del vicio, al tender las páginas de unos viejos periódicos para mitigar el frio, pudo leer bajo la foto que mostraba unos retorcidos restos metálicos:

THE TIMES
Sábado 18 de abril de 1935
“Las autoridades hallan totalmente incinerados los restos del avión de la aerolínea American que cubría la ruta Nueva York- Altamira, y en cuyas bodegas se transportaban mercancías y la correspondencia hacia ese destino”.

Fin.

El destino dijo: ¡no! es un cuento del escritor Alberto Suárez Villamizar © Todos los derechos reservados.

Sobre Alberto Suárez Villamizar

Alberto Suárez Villamizar - Escritor

Alberto Suárez Villamizar nació el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Bucaramanga, departamento de Santander, Colombia. Cursó sus estudios de enseñanza básica media hasta finalizar en 1976, en Bucaramanga. Actualmente trabaja con empresas de ingeniería civil que se dedican a la construcción y mejoramiento de vías.

“Escribo por Hobby, y mi mayor satisfacción es que mis escritos lleguen a todas aquellas personas amantes de la lectura”.

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