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Capricho del destino ⊛ Eran carrilanos, vagabundos,… Ovejas negras de una sociedad en la que los perdedores no tienen sitio.

Por Carlos Cebrián González. Historias cortas.

A muchos de nosotros seguramente nos pasa, que cuando vemos a un indigente nos preguntamos qué circunstancia de la vida lo habrá llevado a la situación en la que se encuentra. Capricho del destino es un historia corta en la cuál, un evento fortuito, pone de manifiesto luego, el motivo por el que Nacho termina mezclado en un grupo de vagabundos en el que no encaja demasiado. ¿Será este desdichado destino el que lo tendrá condenado para el resto de sus días? Es una historia del escritor español Carlos Cebrián González.

Capricho del destino

Capricho del destino - Cuento

Una noche gélida de diciembre, cinco vagabundos combatían el frío en torno a una hoguera que habían encendido bajo el Viaducto de Madrid, a escasos metros de la Plaza Mayor.

Esos cinco hombres desarrapados, de edades comprendidas entre los veinticinco años de Juan, y los sesenta y ocho de Roberto, se contaban, mientras trasegaban un par de tetrabrik de vino y unos frutos secos, las vicisitudes de un día sin alicientes, y las miserias de sus vidas yermas.

De vez en cuando evocaban los recuerdos, de un pasado en el que ellos —según decían— eran personas normales, ciudadanos con ilusiones y ambiciones, que el tiempo y los avatares sufridos diluyeron en la nada.

Eran carrilanos, vagabundos, que se habían convertido y eran conscientes de ello, en unos seres sin futuro, ni presente. Ovejas negras de una sociedad en la que los perdedores no tienen sitio.

Entre ellos se encontraba Nacho, un hombre de cuarenta y dos años, con el pelo oscuro plateado por las sienes. Era alto, no mal parecido, delgado, y serio. Hablaba poco, no tenía demasiados amigos entre los vagabundos de la zona, y era en ese quinteto de fracasados donde únicamente se sentía a gusto, aunque no solía sincerarse con nadie, limitándose a escuchar en silencio, ensimismado, la narración de las cuitas de sus compañeros del Viaducto.

Aquella noche próxima a Navidad unas voces y una luz cegadora les hizo volver la cabeza y contemplaron asombrados a una mujer rubia, joven y muy atractiva, enfundada en un abrigo negro, que llegaba a su lado, micrófono en mano, seguida de un cámara de televisión.

La dama les dijo que era, Ana Bermúdez, la presentadora de un programa televisivo, que se emitía a nivel nacional, en «prime time», que recogía por toda España la vida de «los sin techo» y que venía a entrevistarlos, para convertirlos, el próximo miércoles, en los protagonistas de su reportaje.

Los cinco compañeros de infortunio, se encogieron de hombros y todos, excepto Nacho, aceptaron confesar, en la pequeña pantalla, las circunstancias adversas, que les habían conducido a la difícil situación en la que se encontraban.

Por fin, Nacho se alejó del grupo, quedando fuera del alcance de la cámara y Ana, tras realizar una emotiva entrada y presentación de los indigentes, fue dándole la palabra a cada uno de esos cuatro vagabundos anónimos, convertidos por capricho del destino, en los representantes de muchos hombres y mujeres marginados.

Acabaron de rodar y tras concluir el reportaje, antes de despedirse, Ana Bermúdez le preguntó a Nacho, que la contemplaba ensimismado en silencio:

Y usted ¿Qué profesión tenía?

La pregunta se quedó sin respuesta, ya que Javier Morlán, el cámara, un hombre cincuentón, grueso y calvo, dio un grito, se quejó de un fuerte dolor en el lado izquierdo de su pecho y cayó al suelo fulminado.

Todos se quedaron petrificados ante la angustiosa situación que estaban viviendo. Entonces Nacho se arrodilló ante el cámara, comprobó que no respiraba y que carecía de pulso.

¡Llámen al SAMUR! ¡Que envíen urgentemente una Uvi móvil! Este hombre ha sufrido un infarto agudo de miocardio y está muy grave —les gritó Nacho—, mientras realizaba con gran pericia y decisión las maniobras de reanimación cardiopulmonar del infartado.

Ana Bermúdez con su móvil siguió las instrucciones de ese hombre, que pese a su apariencia, le daba seguridad y confianza, al ver como luchaba contra la muerte, que rondaba el inhóspito escenario urbano situado en pleno centro de Madrid.

Cuando llegó la ambulancia y los sanitarios consiguieron reanimar al cámara. Nacho le dijo con voz susurrante a la locutora:

Ahora voy a contestar a la pregunta que me hizo. Soy médico.

Carmelo —según los doctores que le atendieron en La Paz— salvó su vida gracias a la acertada intervención de Nacho. Ana, emocionada, le rogó que aceptara ser entrevistado en directo en su programa, para agradecerle su gesto heroico.

Él inicialmente se negó, pero ante la insistencia de Ana, de sus compañeros y de la dirección de la cadena, se convirtió en el protagonista principal del programa, que alcanzó un elevadísimo share.

Nacho contó a los espectadores, emocionado, que él era cirujano y que no había podido salvar la vida de su hermana, en una operación a corazón abierto, muy complicada. Como consecuencia de ese hecho había caído en una depresión, abandonando a su familia y la medicina.

Sus padres y hermanos, tras la emisión del programa, le llamaron emocionados, desde Zaragoza, ansiando el reencuentro. Ana Bermúdez le ayudó a reinsertarse en su profesión y un año más tarde, en una mañana, muy calorosa, de julio, la locutora y el ex vagabundo se casaron, rodeados de cámaras, micrófonos y paparazzis, en la iglesia de San Pedro El Viejo de Madrid, y junto a ella, la vida de Nacho, ahora el doctor Ignacio Carmona, se llenó de ilusiones y alicientes.

Fin.

Capricho del destino es un cuento del escritor Carlos Cebrián González © Todos los derechos reservados.

Sobre Carlos Cebrián González

Carlos Cebrián González - Escritor e Historiador

«Un día, casualmente, descubrí que había alguna web hispanoamericana, en la que podía publicar mis cuentos. Lo hice y escribí varios. Pero, aún no sé por qué, quise que mis modestos cuentos y relatos instructivos y ejemplarizantes, llegaran mucho más lejos… Por eso publiqué en Encuentos mi cuentecillo «El perrito sin dientes» y me lo publicaron.»

Carlos Cebrián González es Técnico de Publicidad, Titulado en Marketing y Dirección Comercial. Además de miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores e Investigador Histórico Nacional.

Ha trabajado más de cuarenta años como publicitario y ha sido Jefe de Publicidad de periódicos como El Noticiero, Aragón/Exprés y Zaragoza/Deportiva. Durante casi la misma cantidad de años de actividad literaria, ha sido articulista, comentarista, y guionista radiofónico en diversos medios de comunicación aragoneses.

También publicó cuentos infantiles en sitios webs de España y Argentina. Y obtuvo en 1982 el Primero y Segundo Premio en el Concurso de Cuentos C.C.C. de San Sebastián (España). Fue finalista de la Tercera Edición de los Premios ATLANTIS La Isla de las Letras y Pregonero de la Semana Santa de Zaragoza de 1996.

Si quiere conocer un poco más sobre Carlos Cebrián González, puede hacer clic Aquí.

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