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Por Elizabeth Segoviano. Cuentos de enfermedades infantiles

Un poco de magia es un precioso cuento infantil que nos cuenta la historia de una niña con Leucemia. Este breve relato de la escritora mexicana Elizabeth Segoviano es una lectura perfecta para explicar a los más pequeños sobre esta enfermedad y su tratamiento, que se da de forma muy frecuente en los niños y que cada vez tiene mejores expectativas de cura. Cuentos educativos sobre enfermedades.

Un poco de magia

Un poco de magia - Cuento infantil

La magia siempre ha existido… y siempre lo hará… únicamente tienes que creer en ella y darle un poco de ti. Eso era lo que siempre había pensado Nicholas, un joven aprendiz de mago… o al menos eso le gustaba pensar que era, pues aunque tenía muchos libros de magos muy famosos, nunca había conocido a uno.

Nicholas practicaba todo el tiempo; “abracadabra” tan pronto despertaba, “alakazum, alakazam” a la hora del almuerzo, “pikiti, pakiti pu” entre clases, “hokus pocus” a la hora de la comida, “briki, brik” toda la tarde, “nada por aquí, nada por allá” mientras hacía sus tareas, e incluso cuando las manecillas del reloj comenzaban a marcar la medianoche, y los párpados de Nicholas se sentían tan pesados como los libros de magia que tenía, se le escuchaba decir “abrakazum, alakapikituhokusbrikiti nada por ábrete sésamo”…

Y cuando Nicholas soñaba…

¡Exacto! Soñaba con trucos de magia y que actuaba en grandes teatros repletos de gente que se maravillaba ante su mágico talento.

Dicen que los sueños pueden llevarnos a lugares que nunca imaginamos, y por ello el buen Nicholas se empeñaba en realizar su gran sueño de convertirse en mago, así que una hermosa tarde soleada de verano nuestro mágico amigo salió al jardincito afuera de su casa y con cortinas y manteles que le había prestado su mamá, armó un escenario. Dispuso algunas sillas de plástico y se enfundó en uno de los elegantes trajes negros de su papá, que aunque le quedaban algo grandes le daban ese aire misterioso que buscaba. Se hizo un sombrero de copa con un poco de cartón y se ató una capa que había improvisado con uno de los viejos vestidos de su hermana.

Se echó un último vistazo al espejo, sonrió, respiró hondo y anunció a todo pulmón :

¡En unos minutos vengan a presenciar al gran mago nicholas el misterioso, es mejor que Houdini, mejor que Merlín y mejor…
Mejor vengan al espectáculo quedan pocos asientos!¡En tan solo minutos el Gran Mago Nicholas el misterioso los maravillará!¡Pasen, pasen quedan pocos asientos!

En minutos la familia del simpático Nicholas ocupó la mitad de los asientos y algunos vecinos curiosos la otra mitad…

¡Y el espectáculo comenzó!

Nicholas llevó a cabo sus mejores trucos de naipes, el truco de aparecer una paloma y cambiarla por flores y luego las flores por un conejito y luego el conejito por un conejo de chocolate, y todo le salió a la perfección y su familia y vecinos le aplaudían y vitoreaban cada truco con gran alegría.

– «¡Ahora para el gran final, yo, el gran y poderoso Nicholas el misterioso, haré desaparecer a mi hermosa asistente!»

– «¡Y también me hará reaparecer!» –dijo su hermana con una gran sonrisa y un guiño– «¡o si no yo lo haré desaparecer!»

La muchachita entró en la caja y esperó por la señal de su hermano como lo habían ensayado para ocultarse en el compartimento secreto y luego regresar en cuanto Nicholas dijera las palabras mágicas.

– «¡Y así, la bella dama ha desaparecido!» –su público aplaudió en suspenso- «y ahora con unos cuantos pases mágicos y las palabras secretas… hmm las palabras secretas… hmmm… hokus pocus aparécete locus…»

– «¡Esas no son las palabras mágicas!» –gritaba su hermana mientras el público reía.-

– «Shhh, ya sé pero… se me olvidaron ¡ya sal!»

– «¡No puedo! ¡sin las palabras mágicas no puedo regresar!»

– «Hmmm… ábrete… ¿caja?»

– «¡No!»

– «¡Oh ya se! ¡abracadrabra patas de cabra que regrese mi adorable y loca hermana! A la una, a las dos, a las tres!» –todo el público aplaudió y vitoreo al mago y su adorable asistente.

Entre aquel alegre público se encontraba Lía, una niña con una enorme y dulce sonrisa y expresivos ojos color miel que, en cuanto el resto de los asistentes se marcharon se acercó sin vacilar al gran mago Nicholas.

– «¡Eres espectacular!» –opinó Lía

– «¡Gracias! Me falta mucho para ser un gran mago… y también me hace falta una nueva asistente… ¿ a ti te gustaría ser mi asistente?»

– «¿Yo? ¿de verdad?»

– «¡Claro!»

– «¡Seguro!»

A partir de aquel día Lía y Nicholas pasaban todas las tardes practicando trucos de magia e ilusiones cada vez más complicados que les salían a la perfección; pronto ya eran conocidos en todo el barrio, y sus presentaciones en el jardín ahora eran muy concurridas.

Sin embargo, una tarde Lía no llegó a ensayar, y tampoco llegó la siguiente tarde, ni la siguiente.

Ante su ausencia, Nicholas se preocupó y fue a su casa, donde se enteró que Lía estaba en el hospital, así que nuestro amigo enfiló sus pasos hacia el hospital enfundado en su traje de mago, al llegar a la habitación que Lía compartía con otra niña empezó una pequeña función donde les apareció flores y les hizo trucos de naipes y bromas hasta que las dos niñas se retorcían como gusanitos de tanta risa.

– «Lía» –dijo Nicholas– «¿cuándo vas a salir?»

– «No estoy segura… disculpa que no pude ir a ensayar.»

– «No te preocupes por eso… pero… te vas a aliviar pronto ¿verdad?»

– «Dicen que necesito una medicina muy especial…»

– «¿Qué clase de medicina?»

– «Una que solo otra persona puede darme… es un poco como magia Nicholas, si alguien me da un poquito de magia, entonces podré aliviarme.»

Nicholas regresó a casa, donde sus padres le explicaron que Lía necesitaba un donador de médula ósea, esa era la magia de la que hablaba…

¡La magia siempre ha existido…

… y siempre lo hará… únicamente tienes que creer en ella y darle un poco de ti! Las palabras que Nicholas siempre se había dicho, ahora cobraban un nuevo sentido… magia, si ¡pero magia real!

Al otro día Nicholas ofreció otra de sus presentaciones, pero esta vez no esperó a que la gente aplaudiera, esta vez Nicholas el gran mago, le pidió a su público que le diera magia a Lía.

Y así lo hicieron, algunas personas tenían miedo, pero Nicholas les explicó que no había nada que temer, y sí mucho que ganar, pues con un pinchazo se podía extraer la médula que podía salvar a Lía y a muchos otros pequeños, para que todos pudieran seguir esparciendo su magia por el mundo.

Donando un poco de ti la magia se convierte en esperanza, la esperanza en fuerza y la fuerza en vida.

La magia existe, y tu puedes ser parte de ella al convertirte en donador de médula.

Fin.

Elizabeth Segoviano copyright ©2014

Un poco de magia es un cuento infantil que nos envía la productiva escritora Elizabeth Segoviano para el deleite de todos los lectores de EnCuentos.

Sobre Elizabeth Segoviano

Elizabeth Segoviano nació el 2 de abril de 1982 en la Ciudad de México. Al ser estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Anglo Mexicano de cultura orientó su carrera hacia la enseñanza y desarrolló su pasión por la literatura infantil.

Elizabeth Segoviano - Escritora

¿Qué es lo que te llevó a escribir? «Mi imaginación, desde muy pequeña he tenido una imaginación muy viva… Recuerdo que en el jardín de niños nos ponían a leer en voz alta, pero a mí no me gustaban esas historias y yo les inventaba toda clase de aventuras a los personajes y por hacer eso mi maestra me reprendía casi todos los días, diciendo que yo era una rebelde desobediente. Pero siempre sentí la necesidad de escribir lo que imaginaba.»

Si quiere leer más sobre nuestra colaboradora, la escritora Elizabeth Segviano, puede ver la entrevista que le hicimos para EnCuentos.

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