Fábula infantil
La gallina de los huevos de oro es una sencilla y corta fábula clásica de la literatura mundial del fabulista griego Esopo. Fábulas para niños con moraleja. Cuentos de animales.
La gallina de los huevos de oro
Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca.
Era el más pobre de la aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo:
- "Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina; es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro."
El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio.
Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro. ¡Por fin la fortuna había entrado a su casa!
Todos los días tenía un nuevo huevo.
Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más rico de la comarca. Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:
- "¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro."
Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina. A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este tonto aldeano malogró la fortuna que tenía.
Moraleja
Es conveniente estar contentos con lo que se tiene, y huir de la insaciable codicia.
Fin.
La gallina de los huevos de oro. Cuentos Clásicos, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Libros de cuentos de autores clásicos.
Sobre Esopo
Esopo, el famoso fabulista griego, que según una tradición muy difundida, nació en Frigia, aunque hay quien lo hace originario de Tracia, Samos, Egipto o Sardes.
Sobre Esopo se conoció una gran cantidad de anécdotas e incluso descripciones sobre su físico recogidas en la obra Vida de Esopo, escrita en el siglo XIV por Maximus Planudes, un monje benedictino, si bien es dudosa su validez histórica.
Así, se cuenta que Esopo fue esclavo de un tal Jadmón o Janto de Samos, que le dio la libertad.
Debido a su gran reputación por su talento para el apólogo, Creso le llamó a su corte, le colmó de favores y le envió después a consultar al Oráculo de Delfos, a ofrecer sacrificios en su nombre, y a distribuir recompensas entre los habitantes de aquella ciudad.
Irritado por los fraudes y la codicia de aquel pueblo de sacerdotes, Esopo les dirigió sus sarcasmos y, limitándose a ofrecer a los dioses los sacrificios mandados por Creso, devolvió a este príncipe las riquezas destinadas a los habitantes de Delfos.
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