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Día del Padre: Nunca dejar de ser padres

Comencé a trabajar en A.Lu.B.A. cuando era un estudiante de psicología que tenía ganas de iniciarme en la profesión pero hoy reconozco que sigo aquí porque descubrí lo mucho que se puede hacer por los pacientes y sus familias, en especial los padres.

Durante todos estos años pude observar a muchos de esos padres llegar incrédulos de cualquier tratamiento psicológico, igualando, en algunos casos, al psicólogo con un vendedor de humo. A otros en cambio, que con fracasos previos o no, los vi llegar con muchas esperanzas, confiando en nuestra ciencia a aquello más preciado para un padre, su hijo.

El común denominador de todos estos padres es el sentimiento de fracaso (que muchos reconocen aunque otros no), que como una neblina de culpa los envuelve y los ciega. A muchos esto le genera bronca, los enoja; a otros, los paraliza a punto tal que los enmudece. Pero todos, absolutamente todos buscan recuperar a ese ser tan especial por el que gustosamente darían la vida.

He visto a muchos renunciar ante la primera adversidad. A otros, luchar hasta agotar sus fuerzas. He observado hombres fuertes llorar cuando se les da el diagnóstico y a muchos, supuestamente débiles, tomar la enfermedad como un desafío. Pero ¿cuál es el punto en común para que estos hombres tan diferentes estén atravesando por lo mismo? El Amor.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria no tienen su origen en esta sociedad light actual, ni tampoco en el deseo de éxito de las personas a través del cuerpo bien formado, como tampoco es una problemática puramente de o con la comida, puesto que pensar así sería un reduccionismo. Tanto la Anorexia Nerviosa como la Bulimia Nerviosa son trastornos multicausales y muy difíciles de prevenir puesto que uno de sus componentes está en la biología de la persona (herencia genética). Pero existen otros factores que si podemos desterrar y son los que nos conciernen como familia, como miembros de la sociedad y participes necesarios en la formación de las personas.

Estamos hablando de la herencia aprendida, de los límites, del rol de los padres dentro de la sociedad.
Es cierto que, tras un largo día laboral, el viaje a casa aun puede ser más agotador que el trabajo mismo, pero nunca podemos dejar de ser padres. Padres que con el ejemplo educamos, transmitimos, sembramos algo que luego vamos a cosechar. Padres que no debemos confundir limites con autoritarismo, amistad con paternidad, ausencia con libertad. Padres que elegimos la obligación de nuestro rol y que muchas veces nos damos cuenta de nuestros errores con el resultado de ellos. Cuando los hombres reconocemos nuestra participación involuntaria en esto, también reconocemos que lo podemos cambiar.

Los pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria nos enseñan día a día que lo único que desean es ser amables, o sea, tener la capacidad de dar y recibir amor. Ese amor que se transmite en pocas palabras, que se expresa con la mirada, que contiene con límites, que deja crecer pero con reglas. Ese al cual se odio con toda el alma pero que se expresará en el momento en que el hijo sea padre y pueda repetir todo lo bueno que le transmitieron. Ese que cuando falta, podemos apreciar su valor.

Por el Lic. Marcelo Bregua, psicólogo (MN 18.179) coordinador general de ALUBA, www.aluba.org.ar

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