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¿Qué es la métrica? Definición y ejemplos de métrica

Pregunta de la semana: ¿Qué es la Métrica?

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Imagen de Eric Dunham

Dentro de la poesía, la métrica se ocupa de la formación rítmica de un poema. Cuando se trata de prosa, se trata de prosa rítmica. El estudio métrico comprende tres partes fundamentales:

  • El verso,
  • La estrofa y,
  • El poema.

La métrica también es la cantidad de sílabas en las que se divide un verso.

Veremos ahora que es la métrica

En la métrica española, el verso está formado por un número fijo de sílabas y una determinada distribución de acentos, con rima optativa.

En el caso de la métrica grecolatina, se constituía a partir de la repetición de determinadas secuencias de sílabas largas y breves (pies). En el de la métrica germánica y métrica escandinava por medio de la repetición del mismo fonema en tres palabras diferentes del verso (aliteración): la consonante de la tercera sílaba acentuada del verso debía coincidir casi siempre con la consonante de la primera sílaba tónica, frecuentemente con la de la segunda sílaba acentuada y excepcionalmente con la de la cuarta sílaba acentuada.

En la métrica hebraica, por el contrario, el verso se constituyó sobre el paralelismo (semántico o sinonímico, antitético, emblemático y repetitivo y estructural), y así están escritos por ejemplo:

  • Los versos del Salterio (Psalmos o Salmos del Antiguo Testamento),
  • El Cantar de los cantares,
  • Casi todo el Libro de Job y,
  • La mayor parte de los proféticos.

Fuera de que es también un recurso habitual en toda manifestación poética que tome forma de verso o versículo.

El verso

Existen determinadas convenciones para escandir (medir el número de sílabas) un verso escrito en lengua española:

  • Si el verso acaba en palabra aguda, se le cuenta una sílaba más. Salvo en la métrica medieval galaico-portuguesa, por la ley de Mussafia*, así llamada en honor al romanista Adolf Mussafia, y en la lírica castellana influida por aquella.
  • Si, por el contrario, termina en una palabra esdrújula, se cuenta una sílaba menos.
  • Cuando se forma un diptongo o bien un hiato entre el final o comienzo de una palabra y el comienzo o final de otra, puede contarse una sola sílaba mediante la licencia poética conocida como sinalefa (no confundirse con metaplasmo de la elisión).
  • Las sinalefas más fáciles para el oído son obligatorias, las más duras (entre vocales tónicas o una vocal átona y una tónica) son optativas.
  • Si se rompe una sinalefa, se denomina a esa licencia poética dialefa.
  • Si, por el contrario, el hiato existe en el interior de una palabra y la conveniencia del poeta dicta que ha de reducirse a una sola sílaba para disminuir el número de sílabas del verso, se crea una sola sílaba transformando el hiato en un diptongo mediante la licencia poética denominada sinéresis, que rebaja el timbre de la más débil de las vocales del hiato para hacer posible el diptongo: “león > lion”, “héroe > herue”.
  • Por el contrario, si la conveniencia del poeta dicta que ha de aumentarse el número de sílabas de un verso, se puede romper un diptongo creando un hiato artificial y señalándolo con dos puntos encima de la vocal más débil, que ve elevado su timbre para posibilitar la creación del hiato y que por lo tanto se creen dos sílabas distintas en vez de una: “Rüina > Roína”. A esta licencia poética se le denomina diéresis.
  • Cuando existe sinalefa entre la vocal final de un verso que termina en palabra llana y la vocal inicial de la primera sílaba del verso siguiente, se le llama a tal licencia poética sinafía. Tal licencia se suele dar cuando al menos uno de los dos versos es corto, por ejemplo entre octosílabos y tetrasílabos, y se explica por la falta de autonomía tonal del verso corto. La sinafía no suele utilizarse desde fines del siglo XV.
  • Cuando un verso termina en sílaba aguda y al verso siguiente le sobra una sílaba, se le añade al verso anterior. Esta licencia se utilizó cuando al menos uno de los dos versos es corto y se denomina compensación. La causa es la misma que en el caso anterior, y no suele utilizarse desde fines del siglo XV, al igual que la sinafía.
  • El verso se puede adaptar a la medida requerida mediante los llamados metaplasmos, una serie de supresiones o adiciones de sonidos en las palabras. Existen los siguientes:
    • Elisión: supresión de una vocal final o grupo de vocales finales de una palabra situada ante otra que empieza por vocal. Si la vocal que se pierde es la de la segunda palabra, se denomina elisión inversa. Debe distinguirse claramente de la sinalefa, pues en la sinalefa no se pierde el timbre de la vocal y en la elisión sí. La elisión es común en italiano, y fue adoptada en algunos casos por poetas del Renacimiento español muy influidos por los italianos, como Garcilaso y Fernando de Herrera. «A la vida y salud d’un tal amigo».
    • Aféresis: supresión de sílaba a comienzo de palabra. V. gr.: ora (por agora o ahora).
    • Síncopa: supresión de sílaba en centro de palabra. V. gr.: espirtu por espíritu o vían por veían.
    • Apócope: supresión de sílaba a final de palabra. V. gr.: val (valle).
    • Prótesis: adición de sílaba a comienzo de palabra. V. gr.: la amuestre (por muestre).
    • Epéntesis: adición de sílaba en centro de palabra. V. gr.: Ingalaterra (por Inglaterra o coronista por cronista).
    • Paragoge: adición de sílaba a final de palabra. V. gr.: ¿Quién os fizo tanto male? (¿Quién os hizo tanto mal?), o infelice o pece por infeliz y pez respectivamente.
  • Puede darse el caso de una rima asonante equivalente o simulada, también denominada rima vocálica relajada, es decir, una rima asonante en cuya sílaba átona final se encuentra una de las vocales i o bien u que entonces suenan como equivalentes a e y o respectivamente, como en el caso de la palabra Venus, que puede usarse para rimar en e – o.
  • En el caso de la rima, se evita la mezcla en el mismo poema de rima consonante y asonante. No debe utilizarse la misma palabra dos o más veces en la rima ni utilizar homónimos. Tampoco debe rimar una palabra simple con su compuesta y deben rehuirse las rimas en desinencias verbales, porque son demasiado frecuentes.
  • A veces se da la llamada dislocación acentual por medio de la cual se pone acento en una sílaba átona y se deja como átona la sílaba tónica a que debía corresponder. Eso se da especialmente en los poemas destinados al canto, por la necesidad de seguir el ritmo más marcado, o en los poemas burlescos, o por la necesidad del poeta de elaborar un verso rítmicamente correcto. Una variante de esta dislocación acentual es la sístole, que consiste en que el acento pasa de su lugar legítimo a la sílaba anterior, como en estos dos versos de Garcilaso de la Vega, en que tal artificio es preciso para que el endecasílabo sea regular rítmicamente:
    • ternia el presente por mejor partido
      y agradeceria siempre a la ventura…
  • En el Siglo de Oro de la lírica española, en especial entre poetas manchegos como Garcilaso de la Vega y Bernardo de Balbuena o andaluces como Fernando de Herrera, la hache inicial que proviene de la efe inicial etimológica latina ha de leerse con aspiración y por tanto no puede existir sinalefa al ser muda: «Y por tu gran valor y hermosura» (Garcilaso).
  • Los versos de más de once sílabas poseen siempre algún tipo de cesura o pausa interna que impide la sinalefa entre las vocales que se encuentran separadas por la misma.

Clases de versos

Los tipos de verso de la métrica española pueden definirse según la acentuación de la palabra final, según el número de sílabas y según el ritmo y compás de los acentos.

Según la acentuación de la palabra final

El verso español puede ser oxítono o terminado en palabra aguda; paroxítona o terminada en palabra llana y proparoxítona o terminada en palabra esdrújula o sobresdrújula. En español el verso más abundante es el paroxítono, habida cuenta de la mayor abundancia de palabras llanas en esta lengua.

Según el número de sílabas

En la métrica española existen cuatro tipos principales de versos:

  • los de arte menor,
  • los de arte mayor,
  • los compuestos de arte mayor y,
  • el versículo.

El arte menor está formado por los versos que tienen hasta ocho sílabas; el arte mayor, por el contrario, está formado por los versos que tienen nueve o más sílabas. Independientemente de estas dos clasificaciones, está el llamado versículo, que es un verso irregular sin número fijo de sílabas y por lo general tan largo que desborda el arte mayor.

En el arte menor los versos de:

  • dos sílabas se denominan bisílabos;
  • de tres, trisílabos;
  • de cuatro, tetrasílabos;
  • de cinco, pentasílabos;
  • de seis, hexasílabos;
  • de siete, heptasílabos;
  • y de ocho, octosílabos.

Los versos más usados del arte menor en castellano son, por este orden, el octosílabo (el verso más fácil y natural del castellano, ya que coincide con el grupo fónico menor del idioma, por lo cual ha sido usado durante toda la historia de la literatura en lengua castellana, en el Romancero, en nuestro teatro clásico y en gran número de estrofas), el heptasílabo, el hexasílabo y el pentasílabo.

En el arte mayor, los versos de:

  • nueve sílabas se denominan eneasílabos;
  • los de diez, decasílabos;
  • los de once, endecasílabos;
  • los de doce, dodecasílabos;
  • los de trece, tridecasílabos;
  • los de catorce, alejandrinos o tetradecasílabos, etc.

Los versos de más de once sílabas, denominados compuestos de arte mayor, poseen una cesura interior constante o pausa fijada hacia su mitad, aunque puede haber de hecho hasta tres cesuras. Así, por ejemplo, en el tipo más común de dodecasílabo hay una cesura después de la sexta sílaba (después de la séptima en el caso del dodecasílabo de seguidilla), y, en el alejandrino, después de la séptima sílaba.

Las dos mitades del verso dividido por la cesura, que pueden ser isométricas o no, se denominan hemistiquios y se miden de igual forma que si fueran versos enteros, aplicándoseles la regla que dice que si acaban en aguda se cuenta una sílaba más y si acaban en esdrújula una menos: El versículo o verso de extensión desmedida sin rima, se articula según su propio ritmo interno mediante isotopías, acoplamientos, paralelos rítmicos, braquistiquios, pausas, germinaciones, plurimembraciones, paralelismos sintácticos y semánticos, leixaprén, microestructuras compositivas como la anular, la diseminación y recolección, el despliegue de sintagmas progresivos etc. y otros recursos de notoria complejidad. Puede adoptar forma estrófica pero en forma de metáfora visual con el significante visual de los signos escritos, y entonces se le denomina caligrama.

El versículo se inicia con la poesía del estadounidense Walt Whitman y, con algunos antecedentes en el siglo XIX, se acomoda al español con la obra de León Felipe, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca y Rafael Alberti en el siglo XX. En cuanto a la clasificación de los versos por su ritmo acentual Algunos de estos versos deben poseer acentos fijos en determinadas sílabas para poder ser métricamente correctos. Es el caso del endecasílabo, que debe llevar acento fijo siempre en la sexta sílaba (endecasílabo propio) o bien en la cuarta y octava (endecasílabo sáfico).

El endecasílabo propio puede tener también, y de hecho tiene, otros acentos opcionales que sirven para clasificarlo en diferentes tipos. Por ejemplo, el endecasílabo acentuado en primera y sexta sílaba se denomina enfático; el acentuado en segunda y sexta, heroico; y el acentuado en tercera y sexta, melódico. Cada cual posee una distinta expresividad, y gracias a estas variantes el endecasílabo es un instrumento lírico sumamente variado y rítmicamente flexible, por lo cual sustituyó como elemento preferido del arte mayor al dodecasílabo en el siglo XVI, demasiado rígido por su ritmo solemne y monótono.

También existen otras modalidades de endecasílabo, pero no se consideran correctas o solamente se emplean para efectos rítmicos especiales, como por ejemplo el endecasílabo de gaita gallega o dactílico, que lleva acento en cuarta, séptima y décima sílaba, y a veces, cuando no se considera en anacrusis, en la primera. Endecasílabo propio: acentos en 6.ª y 10.ª Endecasílabo propio enfático: acentos en 1.ª, 6.ª y 10.ª Endecasílabo propio heroico: acentos en 2.ª, 6.ª y 10.ª Endecasílabo propio melódico: acentos en 3.ª, 6.ª y 10.ª Endecasílabo sáfico: acentos en 4.ª, 8.ª y 10.ª Endecasílabo mixto o poli rítmico: el que mezcla dos o más de los patrones acentuales anteriores. Endecasílabo dactílico: acentos en 1.ª, 4.ª, 7.ª y 10.ª Endecasílabo galaico: acentos en 5.ª y 10.ª Un tipo especial de versos, creados en 1603 por el poeta satírico y hampón Alonso Álvarez de Soria para imitar el habla chulesca de los matones de Triana, son los versos de cabo roto, versos terminados en palabra llana a los que se les suprime la última sílaba y que riman, por tanto, en aguda. Se usan siempre con intención burlesca o satírica y fueron empleados con frecuencia por Cervantes, por ejemplo al hablar de La Celestina: Libro a mi entender diví- (divino) si encubriera más lo humá- (humano)

Ritmo acentual del verso

Existen fundamentalmente dos tipos de ritmos en el verso español, si dividimos el verso en partes de dos sílabas: el que procura acentuar las sílabas impares o ritmo trocaico (_U) y el que procura acentuar las pares, o ritmo yámbico (U_). Si por el contrario dividimos el verso en grupos de tres sílabas tenemos tres tipos de ritmos, el ritmo dactílico (_UU), el anfibráquico (U_U) y el anapéstico (UU_), donde la raya representa a la sílaba acentuada, según los pies que imitan de la poesía grecolatina clásica: el dáctilo, el anfíbraco y el anapesto.

Las estrofas

Se entiende por estrofa en métrica a un conjunto de versos con una distribución fija de sílabas y rimas que se repite en un mismo poema con regularidad. A veces también constituye por sí mismo un pequeño poema. Casi siempre la estrofa encierra un pensamiento completo, por lo que posee una cierta autonomía semántica. Las estrofas de la métrica castellana comprenden entre dos y trece versos.

* La llamada ley de Mussafia consiste en contar las sílabas de los versos agudos sin añadir una sílaba métrica, es decir, sin mantener la equivalencia de los finales agudos, llanos y esdrújulos.

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