Por Samuel Gutiérrez Ospina. Relatos cortos para adolescentes.
«Subiendo al Galeras» es un relato fascinante que nos transportará a las majestuosas tierras de Colombia, específicamente a la Ciudad de Pasto y su imponente compañero, el Volcán Galeras. Desde tiempos inmemoriales, el Galeras ha sido testigo silente de la vida de los pastusos, un volcán activo que se yergue como un león dormido sobre la ciudad. En esta narración, conoceremos a un grupo de músicos y artistas que emprenden una ascensión al Galeras con un propósito especial: cantarle a la montaña y descubrir la música de los vientos que la acarician.
El relato nos lleva a través de esta travesía, donde la naturaleza se convierte en sinfonía y los sonidos de los instrumentos andinos se entrelazan con los ecos de los poblados circundantes. A medida que avanzan, los protagonistas conjuran una melodía que aplaca al león dormido, respetando su poder y belleza. ¿Qué secretos y emociones les aguardan en la cima? Acompáñennos en esta exploración sonora y visual de una de las maravillas de Colombia, el Galeras, a través de las palabras de Samuel Gutiérrez Ospina.
Después de disfrutar de esta breve pero conmovedora narración de Samuel, te invito a sumergirte en el mundo del Galeras y su música única. ¿Qué impresiones te dejó esta historia? ¿Qué emociones te despertó? Comparte tus pensamientos (✍🏼), otorga tu calificación con estrellas a esta historia (⭐) y difúndela entre tus amigos y familiares, en especial entre los adolescentes y jóvenes que aprecian la riqueza de estas culturas. Puedes también descargarla como PDF para compartirla a través de WhatsApp, Telegram o correo electrónico (🙏🏼). Tu apoyo ayuda a que estas historias sigan siendo compartidas y disfrutadas por todos. ¡Gracias por ser parte de esta experiencia literaria!
Subiendo al Galeras

El Volcán activo, el más activo de Colombia, rugiente a veces, acompaña desde siempre a la Ciudad de Pasto. Sus habitantes lo aman y respetan pues solo dicen que duerme. De allí su apelativo del León dormido. Muchísimas generaciones de habitantes originales, y desde 1539 día de la fundación de la ciudad, han nacido, crecido y muerto allí, dirigiendo siempre su mirada a lo alto de su cerro. Han aprendido a convivir con él.
Un grupo de músicos, cantores y artistas se reúnen para escalar sus faldas, mirar el bello paisaje, y cantarle al Galeras.
Inician la marcha el grupo de caminantes con sus gritos y exclamaciones, alegres de imaginarse que se encontraran arriba con la majestuosidad y el misterio de este león dormido. Caminan con alegría, pero respetuosos de la majestad del volcán, porque oirán el susurro del viento, que se rebulle y brama entre las breñas, bajando impetuoso por las innumerables cañadas, retornando a subir cuando golpea contra los farallones y al estrellarse rebota. El viento en el cráter, se acumula, gira, sale y dispara su sonido y el artista lo interpreta.
Sacan de sus mochilas sus quenas, flautas dulces, zampoñas, rondadores, charangos, bandolas y los tambores terciados al hombro, y logran imitar con ellos el sonido de ese viento soplador, lo que aumenta su alegría. El rugir de él, se hace cada vez más fuerte y le oponen los músicos la suavidad de las flautas dulces para qué se calme. Las quenas sonoras con su suave melodía semejan el soplar del viento en las laderas.
El indio sentado en el filo de un peñasco solitario, tocando su instrumento, entona un canto a los espíritus de las montañas, sus antepasados, que pasan convertidos en nubes, se quedan quietas un rato a escuchar la melodía, luego se acumulan posteriormente en la cresta del volcán, como motas de algodón.

Las gotas de agua que chorrean por los arroyos cantarinos, que bajan del volcán, dejan escuchar su golpeteo rítmico al gotear sobre los pocitos que va dejando estos a su paso, y los marchantes logran reproducir también este sonido con sus instrumentos y cada vez se sienten más integrados al gigante.
Van interiorizando los sonidos que produce la montaña y articulan un ritmo fuerte armónico y alegre donde suenan todos los instrumentos andinos y se escucha esa música en todo su esplendor y belleza.
A medida que van subiendo, oyen la música campesina del poblado de Genoy, como también otras voces y canticos de los habitantes de los demás poblados situados en las faldas del volcán. El Vergel, El Chorrillo, Agua agria, Genoy Guaico, Charguayaco, Tequendama, Obonuco, Jongobito, Mapachico, Anganoy. Allí, cantan y bailan y se unen a ellos en las fiestas del pastoreo y en honor, a los Taitas Quillasingas, que lo llamaban Urcu-nina o Montaña de fuego.
La alegría del conjuro los hace explotar de júbilo y empiezan una nueva melodía hermosa y evocadora del rugido aplacado con los tambores ancestrales, sus charangos y bandolas, sonando al unísono y en perfecta sincronía.
Con el camino despejado le rinden homenaje a este león dormido ahora con una melodía suave, y para evitar su despertar, le imitan el viento y así lo consienten y mantienen su vigilia. Suave al tocar y suave al subir avanzan hacia su cima, sin dejar de arrullar al poderoso.
Fin.
Subiendo al Galeras es un relato del escritor Samuel Gutiérrez Ospina © Todos los derechos reservados.
Fotos de referencia: Carlos González Hidalgo, una instantánea del Galeras, el emblema del impresionante paisaje de San Juan de Pasto, en el suroeste de esta exuberante Colombia. Esta imagen fue capturada en la mañana que siguió a su reciente erupción, y en ella se aprecia la huella persistente del fuego desatado por la lava. Además, la luna está a punto de desvanecerse en el horizonte, justo en la ubicación del cráter del volcán, añadiendo un toque mágico a esta escena.
Sobre Samuel Gutiérrez Ospina

Por jugadas del destino, y en plena violencia política, año 1950, nació en el Puerto de Buenaventura, hijo de un manizalita y una armenita.
«¡Qué bueno ha sido ser porteño!»
El obispo Valencia Cano, quiso tener clero nativo y fue uno de los elegidos para ir al seminario. El sueño duro poco. Terminó el bachillerato y fue a Cali, porque quería licenciarse y ser maestro. Otro deseo fallido.
Sus cuatro hijos son profesores universitarios y de colegio de Bachillerato. Lo lograron por él, para cumplir su deseo. Su esposa da clases de manualidades y él trabaja con chicos como promotor de lectura.
Se graduó en el SENA técnico en Relaciones Industriales, y se dedicó a tender puentes con sus semejantes. Se convirtió en vendedor profesional.
Samuel Gutiérrez Ospina siempre ha estado ligado a los libros y la escritura ha sido una permanente compañera de vida. Caminar, mochiliar, montar bicicleta son sus pasatiempos.
Por su esposa, conoció a Historias en Yo Mayor y fue posible así, contar las historias que ya tenía escritas, y escribir otras.
Otro cuento de Samuel Gutiérrez
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