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Por Alicia Lidia Prack. Cuentos cortos para jóvenes y adultos

Hay Duende… es un detallado y atrapante relato de una noche de Flamenco en Andalucía. Todo se presenta como una divertida noche festiva de música, baile, vino y tapas. Sin embargo, lo que parece una inolvidable atracción turística, tiene un desenlace para olvidar. Es un impresionante cuento corto para jóvenes y adultos de la escritora argentina Alicia Lidia Prack.

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Hay Duende…

Hay Duende... - Cuento de duelo flamenco
Foto de El Palacio Andaluz

– «Es más bella que en mis sueños tu famosa Andalucía, te has quedado corta» -le confieso a mi amiga, quien sonríe orgullosa como dueña de casa nueva.

Es un agosto que hierve y gracias a la Asunción de la Virgen, es sábado de fiesta, y se transforma la calle principal cubierta de pétalos desde temprano. La vista de muchos se fija en los barriles y en las hieleras de los puestos que sugieren promesas. De esas que atraen y erizan la piel a pesar del calor.

– «Parece otra calle» -me dice pensando en voz alta.

Me señala unas faldas y unos volados que se menean con un andar diferente. Hasta el aire es denso y cambia de color, como si no fuera por el efecto de las bombillas encendidas.

– «No te has de perder esta fiesta» -insiste mi amiga, como adivinando que tal vez yo prefiera ir a dormir al hotel.

Me siento inhibida por las miradas de los lugareños que me indican el cartel no escrito, que luzco en mi cara de turista.

– «El Toni te embrujará» -promete.

Y entonces me seduce el querer beberlo todo de una vez. El vino y lo que viene con él. Y me dejo tentar.

Caminamos lento y grabo todo en mi memoria, sin fotos con móvil, para que no se escapen los detalles.

– «Mira, hasta han improvisado un escenario que parece pintado de rojo furioso por las luces. ¡Aquí se desatará la pasión flamenca, amiga!»

– «Esta noche se enfrentarán el Pipi y el Toni, cantaores de raza, y abolengo de guitarra, cajón y castañuelas. Habrá duelo de piernas y talles fibrosos al que se sumará Soraya, la bailaora, heredera directa de la tradición en baile y zapateo» -explica mi guía con su gracejo mientras nos detenemos a observar.

La calle tiene un halo diferente esta noche. Las mesas con velas y flores aguardan a los comensales que buscan rodearse de música, vino y tapas.

Algunos pasan diciendo que hay duende.

Una moza ataviada a la usanza y con un par de claveles enredados en el pelo, nos ofrece copas de jerez y nos conduce hasta una mesa para dos. Es temprano y aún no empieza la función.

Recorro el lugar con la mirada. Una tarima de tablones pronto cobrará vida porque han colocado asientos para los artistas de palos diferentes. Tres para los molineros y tres para los tarantos. Sobre los altos respaldos hay varios mantones floridos desplegados en un telón a modo de pared, que atraen los ojos de los que van llegando.

«Esta noche será el duelo entre el Pipi y el Toni, que se enfrentarán a morir por Soraya, la bailaora con corazón sin dueño. El cante jondo y el cante festero, aquí, para usted, a la medianoche»

El anuncio fijado en un poste de luz es un imán, y el patio rebosa. Todos quieren saber a quién elegirá la bailaora flamenca.

Ahora bajan las luces y distingo las siluetas de los que esta noche harán bullir la sangre con su arte. Un haz rojo ilumina a los seis actores que ya se han ubicado en las sillas. De un lado los molineros. Uno con guitarra, la voz del Pipi, y un gitano de pelo largo que golpea el cajón para caldear el momento, mientras quita el rizo de la frente con el dorso de la mano.

Del otro, los tarantos. Otra guitarra, el Toni en el cante, y Soraya haciendo palmas junto a las notas que saca el del cajón. Se miran, el Pipi, el Toni y Soraya, como midiendo el desafío en ciernes.

La ovación me conmueve.

La bailaora abre el fuego como poseída con un zapateo que hace mover apenas el escote juvenil, y el cardumen humano encuentra motivo para un festejo febril. Las guitarras envuelven el cuerpo de la gitana con sus acordes sensuales. De la garganta del molinero, como un lamento, se desgrana la historia que cuenta su amor por Soraya, quien baila luciendo el talle de junco mientras toma el ruedo de sus faldas para dibujar música en el aire. El molinero le canta y le entrega el corazón, que sangra de amor esperando ser elegido.

Es el turno del taranto. Vestido de negro, libera botones de la camisa y su pecho empapado se agita mientras canta. El hondo sentimiento en las notas agudas da muestras de su pasión.

La joven baila sin prestarles atención, coqueteándole a la gente que aplaude el ir y venir de su danza. Luego se sienta sin dejar de zapatear y de palmear.

El Pipi y el Toni, a cada lado de la bailaora que aún respira agitada, siguen su duelo canoro acompañados por las guitarras.

El Toni, dando la espalda al fervoroso público, extrae la navaja escondida en su cintura y la muestra en alto en un paso de baile, hasta que con ademán certero la clava en el costado del Pipi, que cae desplomado a los pies de Soraya. El público aplaude enardecido por la magnífica escena.

Algunos se ponen de pie para ver mejor y aprietan los labios. Otros levantan sus copas premiando a los actores.

Soraya se arroja junto al cuerpo del Pipi y lanza un sollozo que traspasa los aplausos.

Las voces se van acallando porque no es teatral ni ficticia la sangre que brota del cuerpo del molinero. El duelo ha sido real.

Y la bailaora llora de verdad.

Como estatuas, nos miramos absortas.

Alguien cubre el cuerpo del molinero y la escena provoca espanto. Nos alejamos del patio andaluz sin ganas de ver más. El afiche del poste sigue prometiendo placer y alegría. La gente abandona el patio improvisado, saciada su curiosidad.

Oigo a lo lejos el llanto de Soraya que se mezcla con el ulular de las sirenas, y miro hacia el cielo estrellado, que está sereno y en paz, como si nada hubiera ocurrido, en esta madrugada fatal, en una calle que ya nunca será igual.

Fin.

Hay Duende… es un cuento de la escritora argentina Alicia Lidia Prack © Todos los derechos reservados.

Sobre Alicia Lidia Prack

Alicia Lidia Prack - Escritora

Alicia Lidia Prack es argentina, casada, dos hijos y un nieto de casi tres años. Escribe desde siempre. El primer libro que leyó de pequeña fue «Una chica a la antigua» de Louisa May Alcott, con el que aprendió a sumergirse en la lectura. Tiene un libro manuscrito terminado de su autoría, con casi trescientos cuentos y aspira a presentarlo a alguna editorial, algún día. Algunos de esos relatos se publicaron en tres antologías en las que participó.

Según sus mismas palabras, hizo radio, produjo y condujo sus propios programas de variedades. Sabe mucho de cine, de actores, algo de pintura y pintores. Además de escribir, también elabora cuadernos artesanales de costura copta, dibuja, mantiene una pequeña huerta en el fondo de su casa, colecciona caleidoscopios, abanicos, miniaturas, recortes de periódicos, recicla todo lo que puede antes de tirar algo como desecho.

«Amo la música de los ’80 y los ’90. También la clásica y la flamenca. Amo cocinar para su familia. Amo a los animales, en especial a los caballos. Me enojan mucho las injusticias, y sobre todo, el bullying. Soy de lágrima fácil, sueño todo el tiempo, y no paro de escribir.

Todo en este orden, quedando mucho más por contar.»

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1 comentario en «Hay Duende…»

  1. Foto del avatar

    No soy quién para calificar a nadie, porque ando también tratando de ser reconocido como contador de historias. Me gustó parte del relato, hasta sentí el sabor de una copa de brandy leyendo el desafío. Lo que me pareció fácil fue el desenlace. Se hubiera podido jugar más con las metáforas, para significar la tragedia. Sin embargo, no se tome mi opinión como biblia; quizás ando influido por las tragedias lorquianas.

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