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Por Alberto Suárez Villamizar. Cuentos cortos para pensar.

El «encanto» de la vida es uno de los cuentos cortos para pensar del escritor Alberto Suárez Villamizar. Cuento sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

El «encanto» de la vida

Todo empezó desde aquel día…

El muchacho había buscado por todo el bosque, paso a paso, sin lograr encontrar el par de animales. Le preocupaba la reacción de su tío al notar su ausencia, además ya les había tomado cariño. De niño, tras la muerte de sus padres en ese fatal accidente había sido adoptado por su tío Carlos, y desde entonces le había colaborado en el cuidado y pastoreo de sus rebaños.

¿Qué le diría a su tío? ¿Cómo explicar la pérdida de los animales? ¿Cuál sería su reacción? ¿Qué hacer, cómo llegar a casa, y ¿Cómo decírselo? Cansado y preocupado se sentó junto al tronco de un árbol y lloró amargamente su desdicha. Fue entonces cuando ocurrió ese encuentro….

– ¿Por qué lloras? – preguntó a sus espaldas un ser desconocido, con apariencia de ermitaño que había surgido de la nada.

– He perdido un par de ovejas, y tengo miedo de regresar a casa, temo el regaño de mi tío-, se apresuró a contestar el muchacho bastante sorprendido ante la presencia de aquel extraño.

– ¡No te preocupes, – dijo el desconocido- en la vida hay cosas más importantes, y que no debes perder ni por un instante,

– Pero, – dijo el muchacho- y el desconocido le interrumpió.

– No hay pero que valga, y apoyando su cuerpo sobre un bastón sacó de su bolso algo y lo depositó en las manos del muchacho.

El objeto era pequeño, como una cajita de gruesos cristales oscuros, tenía la apariencia de un cofre y estaba atado por unos delgados hilos dorados.

– Llévalo siempre contigo y jamás lo abras, pues al abrirlo se escapará el “encanto” y todo habrá terminado para ti. Recuerda: ¡llévalo siempre contigo y jamás lo abras, así te irá bien en todo lo que hagas! Dicho esto desapareció.

Intrigado observó el objeto ¿Qué será? Se preguntó durante un largo rato, pensó en arrojarlo pero se detuvo; quiso abrirlo y satisfacer su curiosidad, pero recordó la recomendación: “jamás lo abras, pues al abrirlo se escapará el “encanto” y todo habrá terminado para ti”, así que decidió guardarlo en su bolso en un lugar secreto. Caía la tarde y debía regresar a casa y enfrentar la situación.

Emprendió el camino pensando en lo ocurrido: aquel ser extraño aparecido de la nada, el objeto que depositó en sus manos, la recomendación de portarlo siempre y no abrirlo jamás, eran tantas cosas que lo confundían. Andaba tan distraído que casi no nota la presencia del par de animales que estaba buscando y que ahora andaban a su lado.

¿Cómo ocurrió? Se preguntó insistentemente. Después de tanto pensarlo lo atribuyó al hecho de que los animales ya conocían el camino y por si mismos emprendían el regreso; o ¿sería por el objeto aquel recibido momentos antes en el tronco del árbol?

¿Será…

Con el paso del tiempo notaba que sus cosas salían bien siempre que llevaba consigo el cofrecito recibido de manos del “extraño”, y desde entonces se aferró a él como un amuleto de la buena suerte. Era evidente que el hecho de portarlo favorecía todo lo que se disponía a hacer.

Siendo ya mayor tuvo problemas con su esposa, la cual desconfiaba del cofrecito aquel y de su contenido, y de la negativa a abrirlo, además del hecho de jamás dejarlo a su alcance para satisfacer su curiosidad. La manera como lo ocultaba aumentaba su desconfianza.

– ¿Será el regalo de una de tus amantes? Le había dicho ella, en una discusión, debido a que no le enseñaba lo que guardaba en él.

– No lo puedo, ni lo debo abrir – le respondía él, pero esta era una respuesta con la que nunca logró convencerla.

Solitario en su vejez, pues hacía varios años que su esposa le había abandonado, y sus hijos le olvidaron, recordó sus días felices como pastor de los rebaños de su tío, del encuentro con aquel “extraño” en el paraje del bosque cuando buscaba sus ovejas extraviadas, y del curioso objeto recibido, el cual había cambiado de manera positiva su vida.

«No lo abras jamás»…, recordó las palabras que le había dicho, y fue entonces que tomó la decisión de acabar con el secreto y saber su contenido, entonces rompió los hilos que lo ataban. Vio surgir de su interior un pequeño trozo de papel que se esparció en el aire como ceniza, y en el cual se leía en letras escritas con tinta azul la palabra ILUSIÓN, y en ese mismo instante su vida empezó a declinar poco a poco, hasta llegar a su fin.

El «encanto»… había terminado.

Fin.

El «encanto» de la vida es uno de los cuentos cortos para pensar del escritor Alberto Suárez Villamizar © Todos los derechos reservados.

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